Hoy he comprado Hijo de bruja, la segunda parte de Wicked, en una librería de saldo (seis euros en tapa dura. Es una librería cercana a metro Bilbao, para los interesados), y he pensado que es una buena ocasión para recomendar un libro que me hizo disfrutar tanto.
Wicked: Memorias de una bruja mala cuenta la historia de El mago de Oz desde el punto de vista de la Malvada Bruja del Oeste, Elphaba. Con semejante premisa os podéis imaginar un libro infantil de cuarenta páginas (El mago de Oz, el libro, es un relato tan corto como infantil), pero Wicked esconde mucho más. Es una novela muy cuidada que sí, va paralela al libro de L. Frank Braum (de modo que explica muchos huecos de la historia original, aunque Gregory Maguire, el autor de Wicked, no tiene nada que ver con el señor Braum. Vamos, es lo que se dice un fanfic consentido porque los derechos de autor ya no están vigentes), pero profundiza mucho más en el universo de Oz y redondea de un modo brillante todos sus personajes. Tampoco se queda en el cuento de niños, sino que introduce unos debates filosóficos (en El mago de Oz el león habla y nos parece lo más normal, pero Wicked se demuestra que las cosas no son tan fáciles ni bonitas como las pintan. Hay mucha materia detrás) e incluso convulsiones políticas. La evolución de los personajes y la trama es digna de ovación. Una joyita que se ignora por los prejuicios del personal.Wicked no existiría sin El mago de Oz, pero el libro de Maguire supera todas las expectativas del original. Es como si dentro de cien años, un fanfiction (un relato escrito por fans, que a veces hablo en modo friki y no recuerdo que uno de los cuatro lectores de este blog es un ser humano de lo más normal) inspirado en El principito mejora en todos los aspectos el texto de Saint-Exupéry, uno de Harry Potter da veinte vueltas al de Rowling. En cualquier caso, Wicked se ha ganado su hueco en la literatura fantástica y su lectura es casi digna de obligación.



