En Madrid me ha pasado de todo: me han visitado fantasmas, he vivido el Apocalipsis y también un poco de todo lo demás. Me he metido en los barros de la lengua para crear un curioso diccionario y me he sentido tan de aquí que hasta me he tomado la libertad de expedir carnés de madrileño a razón de cinco requisitos. Todo para decir que soy el más madrileño.
Ni hay uno sin cinco, ni cinco hasta por siempre jamás. Más o menos.
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