No me imagino ejerciendo de abogado, aunque reconozco que no me hubiese importado.
"¡Pero si no te pega nada!", oigo decir cada dos por tres.
He tomado otro camino profesional, pero eso no significa que el derecho, y la abogacía en particular, no me resulte interesante. Fascinante no, pero interesante. No ignoro que podría haber sido mi profesión, y nunca se sabe lo que me puede deparar el futuro. Por lo menos la respeto.
Una de las cosas que más escuché en la carrera es que un abogado tiene que aceptar cualquier cliente. Lo acepto. Lo acepto y lo apoyo. Otra cosa, que teníamos que ganar bajo toda circunstancia. Aquí entran los matices.
Mi visión del abogado ideal es el que acepta cualquier caso, por peliagudo que sea, y busca todos los resquicios legales para que su cliente salga absuelto o reciba la menor pena posible. Si para eso hay que omitir la verdad, adelante: el trabajo de la justicia es descubrirla, no la del abogado defensor desvelarla. Ahora bien: hay un trecho enorme entre omitir la verdad y mentir. Y más aún, conocer la verdad, omitirla, y aprovecharte de ello para desprestigiar hasta lo grotesco a la acusación. No me importaría defender a un violador, por ejemplo. Ahora bien: conocer la verdad de mi cliente y aun así atreverme a insinuar que fue la acusación la que se insinuó, me parece de monstruo sin alma. No se puede aceptar todo.
Por estos y otros motivos sería un pésimo abogado, seguro.
"¡Pero si no te pega nada!", oigo decir cada dos por tres.
He tomado otro camino profesional, pero eso no significa que el derecho, y la abogacía en particular, no me resulte interesante. Fascinante no, pero interesante. No ignoro que podría haber sido mi profesión, y nunca se sabe lo que me puede deparar el futuro. Por lo menos la respeto.
Una de las cosas que más escuché en la carrera es que un abogado tiene que aceptar cualquier cliente. Lo acepto. Lo acepto y lo apoyo. Otra cosa, que teníamos que ganar bajo toda circunstancia. Aquí entran los matices.
Mi visión del abogado ideal es el que acepta cualquier caso, por peliagudo que sea, y busca todos los resquicios legales para que su cliente salga absuelto o reciba la menor pena posible. Si para eso hay que omitir la verdad, adelante: el trabajo de la justicia es descubrirla, no la del abogado defensor desvelarla. Ahora bien: hay un trecho enorme entre omitir la verdad y mentir. Y más aún, conocer la verdad, omitirla, y aprovecharte de ello para desprestigiar hasta lo grotesco a la acusación. No me importaría defender a un violador, por ejemplo. Ahora bien: conocer la verdad de mi cliente y aun así atreverme a insinuar que fue la acusación la que se insinuó, me parece de monstruo sin alma. No se puede aceptar todo.
Por estos y otros motivos sería un pésimo abogado, seguro.
5 comentarios:
Depende de la rama del derecho a la que te dediques. No todo el monte es orégano, y no todo el derecho es penal. Yo entiendo tus reparos morales porque es uno de los motivos por los que yo decidí no ser abogado (por cierto, ya dirás qué rama profesional has escogido), pero también es cierto que, si te especializas en derecho contencioso-administrativo, o en derecho de familia, o en derecho mercantil, no tendrás que verte en la tesitura de defender a un violador o a un asesino. Y encima serás mejor profesional que los que llevan de todo, porque el abogado que se especializa en un tema concreto siempre será mejor en su campo que el típico "aprendiz de todo y maestro de nada".
Al margen de eso, sólo me queda puntualizar que, después de los cientos de juicios que he visto, sé que el rollo de mentir, de retorcer la verdad para sacar todo lo posible para tu cliente, es pura pantomima. Ningún letrado, por teatral que sea, engaña al juez. Evidentemente, los abogados tienen que sacar hasta de donde no hay para defender los intereses de su cliente, lo cual me parece totalmente lógico. Por eso, por ejemplo, estoy totalmente en contra de que los clientes asistan a las vistas: porque ellos no entienden el juego profesional que se traen los abogados, ya que tienen intereses personales (a veces temas muy desagradables como el que comentas) en el asunto, y no pueden entender que el abogado no tiene nada personal contra ellos y sólo hace su trabajo. Y, de todos modos, insisto; aún no he visto a un sólo abogado que con palabrería convenza al juez si no hay testificales sólidas, periciales y pruebas concluyentes que apoyen lo que dice.
Yo sería aún más pésima que tú: no soy capaz de omitir la verdad si me preguntan directamente. Soy demasiado justiciera y honesta. El mundo cambiaría si en vez de concebir los empleos como una forma de ganar mucho dinero los concibiéramos como una forma de ayudar a personas, dejando de lado el concepto cliente.Pero para eso hace falta que cambien muchos valores y muchas estructuras políticas y económicas.
Me alegro por el cambio, pues. ¿Editor de libros, quizá?
Prigkinissa
Ya hablaremos de esto cuando nos veamos... Es un tema que me encantará discutir contigo, seguro que la conversación se alarga mucho.
Fdo: frufrú
Yo tengo un problema y es que no sé mentir. Se me nota en la cara, en los gestos y en todo porque me siento incómoda. Si supiera que mi cliente es culpable (de cualquier cosa, no es necesario algo tan gordo como una violación) simplemente es que no podría decir lo contrario. Supongo que es la misma razón por la que no podría dedicarme a la política :P
¿Acaso si un abogado defiende a un violador tiene que dejar de ser "justiciero" y "honesto"? ¿Quién dice que un abogado debe "saber mentir"? Ser abogado es una profesión, no implica "mancharse" por el hecho de ejercer su oficio. Un abogado no "omite verdades": está obligado a guardar secreto profesional. Hace su trabajo; si un violador sale libre, es porque o el fiscal o juez hizo mal su trabajo, o simplemente no había prueba suficiente para inculparlo.
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