Que nadie me malinterprete cuando digo que he pervertido mi twitter: no es que mi cuenta @el_croni se haya convertido en un altavoz de chistes verdes, sino que ha perdido su esencia por completo. Si es que yo no quería tuitear, pero al final me animé a hacerlo y mira. Dos años y pico después, se me ha olvidado por completo para qué lo quería.
Me registré en Twitter con el propósito de acercar este blog. Durante meses sólo funcionó como un mero redireccionador de entradas, sin ningún contenido extra. Al tiempo, y por que no se dijese, empecé a escribir algunas perlas entre medias: mensajes breves que en otra época hubiese escrito en la sección de Pensamientos en voz alta. Al principio seguía a medio centenar de personas, pero cuando comprobé lo caótico que era leer tanto mensaje seguido y lo poco que me interesaban (que me cuenten cosas morbosas o divertidas. Los "estoy cenando" puedo imaginarlos sin red social), cribé por una lista más escueta. No seguí a los que se registraron después. Tampoco miento si digo que apenas sigo, propiamente dicho, a los que followeo ahora. Ni a una tercera parte, vamos. Que los quiero mucho a todos, pero sigo a la mayoría por puro compromiso. Pues no es plan.
No sé cómo, pero Twitter se ha convertido en una especie de Facebook: sumar seguidores y seguidos, como si no pudiésemos leer lo que hacen sin necesidad de darle al follow. No necesito seguir a nadie para leer lo que hace (a excepción de que tenga candado. Ahí chitón), así que por lo mismo, igual me da que me sigan que si me leen entrando a mi perfil. Que a todos nos gustan los números redondos y que nos sigan diez o cien en vez de ocho o ciento dieciséis, pero la cosa no debería pasar de ahí. A menos que te siga Obama o Guille Milkyway, no se me ocurre dónde está la emoción de que te siga nadie. Lo importante es quien te lean, ¿no? La calidad, no el número.
Claro que mi relación con Twitter tenía que ir a peor: que lo utilicen para fisgarme. Para saber cómo soy. El otro día me contaron una historia de esas de "Te lo cuento pero creo que no te vas a reír", del tipo Hay una persona que se ha leído tu blog de pe a pa y mira a quién sigues por twitter por una historia con la que ni siquiera tengo relación. No, no me divertí, y me preocupó que hubiese personas dispuestas a seguir a conocidos (los míos) de desconocidos (que soy yo) con el propósito de montar un puzle exclusivo para un loco de atar. Lo más triste de esta historia es que ni siquiera era yo el objeto de la obsesión, sino que era un simple allegado. Si por lo menos tuviese un psicópata pisándome los talones la anécdota merecería un poco de emoción, pero no, sólo me reservan un puñetero papel de secundario.
El resultado de esto último ha sido desligarme de todas las cuentas privadas de amigos y conocidos que no tienen protección. Voy a lamentar muy pocas pérdidas (no es que no me resulten interesantes sus personalidades, pero a algunos ya les había dicho en privado que eran un poco plomos con tanto tuit), pero también me ahorraré tener que explicarme cada vez que alguien me diga que lo siga de una vez. Conversaciones privadas en medios privados, por favor. Hay que aprender a dejar los replies personales para los encuentros en cafés, que nunca se sabe quién nos está leyendo. Para terminar, una anécdota que sólo me podría pasar a mí: hace un año, cuando dejé un trabajo, escribí un tuit en el que decía que era el último día de una época desagradable (y algo más). Pues bien: el que era mi jefe lo leyó a las horas de decir adiós, y no os cuento el email tan simpático que me envió a continuación (irónicamente, me fui porque detestaba trabajar en una oficina con más cámaras que Gran Hermano, y no voy a entrar en la cuestión legal sino moral, y él lo remató todo paseándose por mi blog y leyendo con lupa hasta mis tuits. El Gran Hermano te vigila, ya lo decía yo). Si no aprendí una lección aquel día, lo hago hoy. Twitter, si lo quieres privado, con candao. Si no, cuidado con lo que puedes decir.
Me registré en Twitter con el propósito de acercar este blog. Durante meses sólo funcionó como un mero redireccionador de entradas, sin ningún contenido extra. Al tiempo, y por que no se dijese, empecé a escribir algunas perlas entre medias: mensajes breves que en otra época hubiese escrito en la sección de Pensamientos en voz alta. Al principio seguía a medio centenar de personas, pero cuando comprobé lo caótico que era leer tanto mensaje seguido y lo poco que me interesaban (que me cuenten cosas morbosas o divertidas. Los "estoy cenando" puedo imaginarlos sin red social), cribé por una lista más escueta. No seguí a los que se registraron después. Tampoco miento si digo que apenas sigo, propiamente dicho, a los que followeo ahora. Ni a una tercera parte, vamos. Que los quiero mucho a todos, pero sigo a la mayoría por puro compromiso. Pues no es plan.
No sé cómo, pero Twitter se ha convertido en una especie de Facebook: sumar seguidores y seguidos, como si no pudiésemos leer lo que hacen sin necesidad de darle al follow. No necesito seguir a nadie para leer lo que hace (a excepción de que tenga candado. Ahí chitón), así que por lo mismo, igual me da que me sigan que si me leen entrando a mi perfil. Que a todos nos gustan los números redondos y que nos sigan diez o cien en vez de ocho o ciento dieciséis, pero la cosa no debería pasar de ahí. A menos que te siga Obama o Guille Milkyway, no se me ocurre dónde está la emoción de que te siga nadie. Lo importante es quien te lean, ¿no? La calidad, no el número.
Claro que mi relación con Twitter tenía que ir a peor: que lo utilicen para fisgarme. Para saber cómo soy. El otro día me contaron una historia de esas de "Te lo cuento pero creo que no te vas a reír", del tipo Hay una persona que se ha leído tu blog de pe a pa y mira a quién sigues por twitter por una historia con la que ni siquiera tengo relación. No, no me divertí, y me preocupó que hubiese personas dispuestas a seguir a conocidos (los míos) de desconocidos (que soy yo) con el propósito de montar un puzle exclusivo para un loco de atar. Lo más triste de esta historia es que ni siquiera era yo el objeto de la obsesión, sino que era un simple allegado. Si por lo menos tuviese un psicópata pisándome los talones la anécdota merecería un poco de emoción, pero no, sólo me reservan un puñetero papel de secundario.
El resultado de esto último ha sido desligarme de todas las cuentas privadas de amigos y conocidos que no tienen protección. Voy a lamentar muy pocas pérdidas (no es que no me resulten interesantes sus personalidades, pero a algunos ya les había dicho en privado que eran un poco plomos con tanto tuit), pero también me ahorraré tener que explicarme cada vez que alguien me diga que lo siga de una vez. Conversaciones privadas en medios privados, por favor. Hay que aprender a dejar los replies personales para los encuentros en cafés, que nunca se sabe quién nos está leyendo. Para terminar, una anécdota que sólo me podría pasar a mí: hace un año, cuando dejé un trabajo, escribí un tuit en el que decía que era el último día de una época desagradable (y algo más). Pues bien: el que era mi jefe lo leyó a las horas de decir adiós, y no os cuento el email tan simpático que me envió a continuación (irónicamente, me fui porque detestaba trabajar en una oficina con más cámaras que Gran Hermano, y no voy a entrar en la cuestión legal sino moral, y él lo remató todo paseándose por mi blog y leyendo con lupa hasta mis tuits. El Gran Hermano te vigila, ya lo decía yo). Si no aprendí una lección aquel día, lo hago hoy. Twitter, si lo quieres privado, con candao. Si no, cuidado con lo que puedes decir.
4 comentarios:
¿Entonces lo mismo que con el blog? ¿Si lo quieres que sea privado, en el cual tengas que dar permiso a los que quieran leerlo, controlando así quién lo hace y quién no? Cada cual puede hacer uso de su twitter como quiera (aunque a mí también me repatea lo de "buenos días", "me voy", "ya estoy"... cosas que no indican absolutamente nada y se dan por sabidas), porque cada uno es consciente (o debería serlo, vamos) de que está abierto a todo el mundo.
Y en lo que concierne a las cifras y seguidores mejor no hablemos, porque es un tema que me escama, y mucho. Solo lo resumiré con que estoy totalmente de acuerdo contigo. Pero tanto de cara a twitter, como para cualquier red social, incluida un blog. Aunque a mí ni se me ocurriría comparar facebook con twitter. Yo prefiero mil veces más este último. Mola poder ingeniártelas para contar algo en solo unos pocos caracteres. Además, para mí, facebook es únicamente publicitario o spammero, y no me gusta nada.
Mi cuenta de twitter es probablemente una de mis mayores adicciones. No es la mejor cuenta del mundo (casi todo lo que escribo allí son bobadas o comentarios de albumes/bandas/música en gral)pero llevo más de 3 años en twitter y jamás he sentido una curiosidad extrema por alguien. Respeto mucho la privacidad, porque me gusta la mía y creo que a muchas personas se les olvida que aún con el candadito hay extraños que te están leyendo: extraños buenos y extraños malos. Yo no hablo de mi vida privada más allá de ciertos comentarios por encima, ni de lo que hago ni muchisimo menos publico en donde estoy. A mí sin embargo, no me interesa quién me sigue o quién me lee: se pierde para mí la gracia de tener una.
Saludos.
Al terminar d leer lo primero q he hecho era ver si ne seguias...Me has borrado,xo no pasa nada,no pondre el candado x esto,ni x nada,xq no se ni ponerlo ni tampoko sabia q se podia poner xD aunq empezamos tmb asi jaja d todas formas aun te leere,como siempre :)
*Mini*
Bueno, yo no tengo twit pero pienso hacerme, y, de todas maneras, creo que sabré manejarme. Cuando me meto en una red social, tengo plena confianza en que sabré manejarla cómo a mí me dé la gana y no según las corrientes. Me cuidaré de que Internet no me traiga problemas.
Aunque lo del twitter, por lo que dices, resulta pesado; supongo que solo tienes que tomar tus medidas (como has hecho, Cronista), para evitar invasiones en tu privacidad. Así que... ¿qué problema hay? Las redes sociales no nos hacen a nosotros, nosotros hacemos a las redes sociales :)
Y lo del jefe es alucinante (divertido, pero... ¡qué tíos hay por ahí! Tú lo has dicho, MUY GranHermaneros, xD).
Besos, Sawako
Publicar un comentario