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Si prohibiesen el chocolate

Soy capaz de admitir que tengo cierto tipo de adicción al chocolate: soy capaz de salir de casa sólo para comprar algo de chocolate (y eso sucede siempre que no tengo chocolate en la despensa a las cinco de la tarde; o a las cuatro y media, o a las tres, o a las dos y media, cuando acabo de terminar de comer y ya estoy deseando echarme algo dulce al cuerpo), siempre que alguien va a una boda le pregunto si el postre era de chocolate (y si no lo era, considero que la celebración no sería suficientemente cool para tenerme) y cuando voy a un restaurante, me fijo en los postres antes que en cualquier otro plato, dejando siempre un espacio en mi estómago para el final. Puedo renunciar a cualquier otra, pero ay Dios, todos sabemos que no al chocolate. Ya debí sospechar cuando hice mis diez días sin chocolate: tuve una alucinación y un ataque de ansiedad. Vale, lo admito, tengo una adicción. Pero una adicción que no hace daño a nadie, digo.

El otro día, nada más salir del supermercado, le pedí a Bé que abriese los donetes y me metiese uno en la boca, porque yo iba cargadísimo en las dos manos.
--Vale, C. --respondió obediente, al tiempo que sacaba un donete y lo metía en mi boca suplicante--, pero vas a tener que admitir que tienes una adicción.
Me temo que con un donete en la boca, no estaba en la mejor situación para replicar. Bé puso los ojos en blanco y yo me imaginé el mundo sin chocolate. Imaginé lo que ha pasado con otros productos, drogas o lo que sea: se retiran del mercado y ¿luego qué? Los chocohólicos seríamos señalados por la calle, como si tuviésemos la peste, y por supuesto, la prohibición no terminaría con nuestra adicción. Iríamos a comprar chocolate a barrios marginales ("De ese no, del dulce.") y yo las pasaría canutas, porque no me siento cómodo entre gente marginal. Seguramente me entraría algún tipo de tic que no sabría disimular de ningún modo, como abrir y cerrar la mano a cada segundo. Y lo peor de todo no sería eso, sino que no sabría esconder mis modales en un ambiente tan inhóspito, y me convertiría en el primer tío con mono que va a las Barranquillas a pedir chocolate "si es tan amable, por favor", con lo que me echarían a patadas dos segundos después. El mercado negro que se formaría con el chocolate sería horrible, pero es que si el Estado le pusiese un impuesto a lo tabaquil algunos seguiríamos tomándolo.
Oh, no. No sé cómo he llegado a esto. Y eso que todavía no he dedicado ninguna entrada a los croasanes de Mercadona o las napolitanas de Croisland. No supe lo que era la depresión hasta que me vine a Madrid y los dejé de tomar, Dios.

17 comentarios:

Annika dijo...

Jajajaja! Te entiendo perfectamente. El día que prohíban el chocolate me voy contigo a los barrios marginales a pillar la droga, no te preocupes, algo conseguiremos incluso con buenos modales XD
¡Bendito chocolate! ¿Qué haría yo sin ti? :D

Bru dijo...

Si tienes ocasión de visitar Alemania, y más concretamente Berlín, apunta (aparte de la Fernsehturm y la Tacheles Haus) la chocolatería Fasbender und Rausch, en Gendarmenmarkt Platz (bueno, un poco más para allá, tú pregunta). Es un poco cara, pero solo verla por dentro vale la pena: tienen desde un Titanica hasta la puerta de Brandemburgo. Resistirse a darles un bocado es duro, lo admito. Y por supuesto, el chocolate que tienen es estupendo, de pensarlo se me hace la boca agua... Y yo que lo he dejado!!!

La verdad es que yo creía ser chocohólica, pero en realidad no lo soy tanto. Sobrellevar el vicio a la Coca-Cola (y a las bebidas con gas) es más duro para mí, especialmente con una vida social activa, en un país donde no sirven agua sin gas y donde el zumo de naranja está asqueroso. No sin mi Coca-Cola, quédate con el Milka si quieres.

De todas maneras, Cro, no tendrías que haber dicho muy alto lo de subirle los impuestos al chocolate... Les das ideas a los del gobierno! Como el año que viene nos suban el chocolate de precio en plan impuesto de lujo, te culparemos a ti. Avisado quedas :P. Un saludo!

laura dijo...

jajaja
vale, ya que estamos confesando...
me llamo laura y soy chocohólica xD

Judith dijo...

Es cuándo leo entradas cómo esta, cuándo veo a alguien comiendo nocilla a cucharadas o cuándo huelo una taza de chocolate fundido, cuándo pienso... Seré la única persona del mundo a la que no le gusta el chocolate? Una extraterrestre a la que una onza de chocolate 99% cacao le da arcadas? Cada vez me da la impresión que si que es así, pero yo bien orgullosa y con la cabeza alta seguiré diciendo: Odio el chocolate!.

Nerea Pozo dijo...

yo estoy igual, no se lo k tendrá pero todos los días tomo algo k lo lleve >3<

Prigkinissa dijo...

Yo siempre que como algo que lleve chocolate ( pero que no sea del negro,plis) tengo que hacer ruiditos del tipo "mmmmmmm". No lo puedo evitar, es superior a mí,jajaja.
Y,por supuesto, un día sin chocolate significa depresión.
Conseguí desengancharme de la coca-cola, pero el chocolate es mi medicamento contra el desánimo y el estrés.

Anónimo dijo...

Esa es una costumbre muy propia de los gringos. Ahora deberías tener cuidado en no caer en el exceso puesto que una de las causas por las que los Estadounidenses se encuentran así, con ese alto indice de obesidad es debido a que luego de almorzar,comen chocolate o cualquier cosa dulce, tanto que llega a ser grotesco.

Por mi parte yo no soy una adicta al chocolate, pero si tengo otras adiciones, lamentablemente mi <> se apodera de mi, y me impulsa a ser un tanto compulsiva al tomar Coca-Cola, últimamente es cosa de todos los días, y no sólo de la Coca-cola si no que también del Café, que es lo mismo pero a una temperatura elevada. Mi gran dilema con el café es el hecho de su gran poder para despertarme, créeme a las 6 de la mañana, sienta bien y es absolutamente necesario. Lo bueno es que según investigaciones han descubierto que tiene grandes propiedades lo mismo que el chocolate. Ambos aportan beneficios que van directamente al cerebro.

Además del café de todos los días, la Coca-cola ayudándome a subir mi glucosa baja, debo reconocer que soy adicta al té, sí, sí, es exquisito, en hoja, sin azúcar una delicia.

Últimamente he dejado los dulces de mil hojas con manjar, por salud mental, recuerdo que me debía obligatoriamente devorar uno todos los días y si no me daban unos ataques de mal humor que no había quien me soportará, ahora esa etapa esta superada, espero no volver a recaer.

Saludos
Muy Buenas Noches.

Danny Morales dijo...

Definitivamente tienes toda la razón, el chocolate es simplemente chocolate, es el dulce de los dioses y si me lo prohibieran seguro moriría, yo no he intentado estar sin chocolate, cada que quiero uno voy y me lo como, pero estoy segura que aún si mi vida dependiera de dejar de comerlo, preferiría morir feliz que sin chocolate xD

Rocy dijo...

Donetes *_*
Chico, mejor ser adicto a esto que a otras cosas, no te parece? Además... ¡con lo rico que está! :)

Naty dijo...

Dios salve a los cruasanes del mercadona!

Pazcual dijo...

Entiendo y comparto tu adicción. No sé como la gente puede vivir sin él. No me cabe cómo es posible.

Saludos,

Paz

Ana dijo...

Yo lo necesito justo después de comer. Sí, lo necesito literalmente, me lo pide el cuerpo! Las tabletas de Nestlé vuelan en mi casa. No recuerdo que me haya faltado alguna vez el chocolate porque por suerte nos gusta a todos, pero la única adicta soy yo. Y sé que hay gente a la que no le gusta, pero no me cabe en la cabeza cómo puede no gustarles!

Mientras nuestra adicción sea esa y no cosas peores... :)

Ana dijo...

Me confundí de lugar, lo siento!

Ana dijo...

Yo soy incapaz de hacerlo si no hay alguien que me ayude.

Alfonso, un nórdico es una especie de edredón de plumas:
http://www.todotextil.com/prodimg/Relleno-nordico-plumon.jpg

Abril (Chocolate) dijo...

Creo haber visto una pelicula en la que precisamente estaba prohibido todo tipo de dulces, incluyendo el chocolate. No me acuerdo muy bien pero con tan solo verla me dieron escalofrios

angels dijo...

completamente de acuerdo, y te recomiendo un pastel que se llama bomba de chocolate. y yo hago lo mismo en las bodas, no entiendo porque la gente tomará pastelón pudiendo tomar algo con chocolate...

Laura dijo...

Yo he llegado a ser también verdadera adicta al dulce, al chocolate, a ciertos tipos de bollería. La verdad, me da miedo tener ese tipo de dependencia, me metí en una espiral de engordar, de sólo querer comer esas cosas, y no me beneficiaba nada, porque cuando me lo restringían me sentía completamente deprimida. Hasta que corté completamente. Cuando dejas de desear el dulce es un triunfo maravilloso, en serio. Quizá no tanto como saborear unas tostadas calentitas con nocilla derretida (jarl), pero... un triunfo superior.
No sé, a los demás no hace daño pero acaba haciendo mucho daño a una misma... Ahora soy capaz de controlarlo bastante, aunque lo coma con cierta frecuencia, pero cuando estoy de exámenes (como ahora) y el cuerpo me pide desesperadamente algo azucarado y no se lo concedo, se pasa bastante mal. Pero si lo tomo, sé que luego necesitaré más, y más, empezaré a engordar, mi autoestima bajará, y estaré estaré deprimida por el bajón de azúcar y por mi aspecto xD
Es una droga muy potente. De verdad.
Sólo quería compartir mi experiencia por aquí.
Un saludo ;)