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2011 en salemita

Cierra 2011, el año V del blog. Y si se trata de sacar estadísticas, las de los primeros días rompen con todo lo de antes y después: El mejor 2 de enero de nuestras vidas (la de casi todos), que apenas inauguró el año, es el artículo más visitado del blog, de este año y de su historia, por culpa de haber sido portada de cierta red social. 22.722 visitas.
El segundo y tercer artículo son pottéricos: Ascenso y caída: «La guía secreta de Harry Potter» será descatalogada es un artículo de 2009, pero incluso este año se ha llevado la plata en visitas. El bronce es para La saga que vivió: «Harry Potter» a posteriori (el cuál, en verdad es el único artículo que he dedicado a la obra de J.K. Rowling en cinco años de blog).
Si hablamos de novedades blogueras, me quedo con la sección de La historia secreta de la literatura en cómic, donde he podido dibujar y bromear sobre la vida de un puñado de escritores. Seguiré haciéndolo en 2012, palabra.
Aunque si se trata de elegir los artículos que más he disfrutado escribiendo, lo tengo muy claro.  Este es mi «reader's digest» más elemental:


Y aunque no es un artículo que prefiera sobre los demás, el de Lo que de verdad vi en Egipto os podría interesar. Porque visité el país poco antes de estallar la Primavera Árabe.
Actualizar el blog nunca está entre mis propósitos de año nuevo, porque ya me sale solo. Lo que no sé cómo ocurre, porque no me lo merezco, es que sigáis comentando. No es falsa modestia: es que con lo poco que respondo, no me extrañaría que nadie opinase. Gracias a todos por seguir leyendo Crónicas Salemitas.

HACKED by HAPPY TROLLS! (DÍA DE LOS INOCENTES)

Vaya, otro 28 de diciembre que termina. Esta fue la inocentada del año (sumada a un twitter bastante trol). Especial agradecimiento a Vito, por dar su toque mágico al encabezado:
ESTE BLOG Y SU TWITTER HAN SIDO HACKEADOS POR LOS HAPPY TROLLS. APROVECHA PARA INSULTAR AL BLOGUERO NARCISISTA DE TURNO. EN ESO CONSISTE UN HACKEO.

        Atentamente,
            Los Happy Trolls
            Trolleando desde 1963.

ACTUALIZACIÓN: LE ROBAMOS FOTOS COMPROMETIDAS DEL MÓVIL:

Feliz Navidad 2008

Esta es la postal navideña que he enviado por correo, aunque la escena ocurra en realidad en diciembre de 2008. Feliz Navidad a todos, ya sea 2008, 2011 o 1 a. A. (antes del Apocalipsis). He perdido la cuenta de los años que llevo dibujando postales...

Un judío contra Crónicas Salemitas

Jhossy tiene diecisiete años, es judío y nació en Beerseba, una antiquísima ciudad del sur de Israel. No es ningún fanático religioso, le gusta guardarse los sábados para disfrutar y está a punto de celebrar Janucá, una de tantas festividades hebreas. Es consciente de dónde vive, y no faltará a su compromiso, el próximo año, de iniciar el servicio militar. Un país en guerra, no es baladí. Jhossy, a miles de kilómetros de distancia, visita Crónicas Salemitas periódicamente y el otro día sintió curiosidad por los artículos sobre Israel. Qué sorpresa se llevó nuestro lector judío cuando descubrió que este blog profesa una profunda aversión hacia su país. Con lo que le gustaba (el blog. Y el país).
Jhossy hizo lo que muy pocos: buscó mi correo electrónico al final del blog, respiró hondo y me escribió. Lo que recibí lo reproduzco a continuación (con su permiso, por supuesto), porque no tiene desperdicio:

Hola, bueno no se por donde empezar esta carta,creo que empezare felicitándote por todos los proyectos tan exitosos que has realizado, siempre sentí gran admiración hacia ti. Hoy leyendo tu blog, sentí curiosidad y busqué Israel en tu blog, para mi sorpresa descubrí después de tantos años de seguir tus trabajos (principalmente en HL) tus tendencias anti-Israel. Debo confesar que sentí gran desilusión al leer todas tus entradas sobre Israel, aunque no entiendo por que ese sentimiento, ya que como israelí estoy acostumbrado a ser insultado y minimizado por muchas personas, creo que fue por pensar en ti de manera muy diferente cuando leía lo que escribías y todo lo que hacías. Es molesto saber que hay personas que consideran que la existencia de tu país no vale nada, y que tu pueblo no es considerado "raza" (obviamente no somos una raza, ya que estas no existen, solo existen las etnias), pero me gustaría decirte que si somos un grupo étnico, descendientes del antiguo pueblo de Israel (Estudios de ADN lo comprueban). 
No te empezare a hablar de los logros del pueblo judío tales como conservar su idioma, cultura, etc; ya que considero que eres una persona bastante culta por lo cual no creo que necesitas que te hable de eso. Leí que no crees que el estado de Israel deba de existir, y estoy seguro que no eres el único, pero Cronista, dime, ¿Quien no querría un país para su pueblo después de haber sido masacrado y perseguido por 2 mil años?, ¿Quien?, en tu país España, fuimos perseguidos y expulsados, en el resto de Europa igual. Israel representa mucho para mi y para mi familia, mi abuela se vio en la necesidad de escapar de Francia ya que eran perseguidos y el único lugar en el cual encontró refugio fue en la tierra que seria llamada Estado de Israel unos años después. Nosotros no somos racistas, en el país el 20% de la población es árabe y tienen plenos derechos y representación parlamentaria (somos la única democracia en la región). Tenemos un problema grande con el pueblo palestino, pero este no puede pretender ser arreglado expulsando a los judíos una vez más de su tierra. Yo soy de los que creen en una solución de 2 estados uno palestino y otro el ya existente estado de Israel.
Vi que criticabas a Israel por sus acciones en Gaza, pero esta ofensiva solo se dio después de varios ultimátum a Hamas el cual lanzaba cohetes días tras día contra nuestra población civil,con esto no pretendo cambiar tu punto de vista, pero solo te pido que reflexiones un poco tus palabras, ya que al igual que los palestinos, nosotros somos personas, personas que han dado mucho de sí mismas para mantener Israel viva, y aunque tenemos a más de la mitad en nuestra contra lo seguiremos haciendo,ya que aunque para ustedes somos igual que los nazis, nosotros no hemos causado ningún genocidio contra el pueblo palestino, su población aumenta cada año.
Para concluir quiero decirte que nosotros, Israel, no somos un país perfecto, como no lo es ninguno, ni España, ni EE.UU., ni Reino Unido, ni Francia. Todos esos países tienen historias oscuras, mucho más oscuras que la de Israel, mas aún así yo no cuestiono su derecho a existir. Al leer tus entradas me sentí bastante ofendido ya que alguien piense que si un soldado israelí muere defendiendo su país no tiene valor es bastante ofensivo, ya que toda mi familia a prestado su servicio militar, y el próximo año es mi turno, pero yo no pienso en matar ningun niño o a un civil, yo solo voy a defender a mi país y a mi pueblo, que si a alguien le da por intentar masacras a los judíos nuevamente, esta vez tendremos como defendernos, al igual que lo querrías tú, para defender a tu madre, padre y todo lo que amas, y lo que yo amo es mi hogar y mi hogares Israel.

De los cuatro correos electrónicos que recibo a lo largo del año por culpa del blog, tres comienzan con un «Seguro que recibes miles de e-mails diarios de lectores», lo que me provoca una carcajada de humildad. Porque ni este blog es el Huffington Post, ni yo su fundadora Arianna. Sin embargo, el correo de Jhossy no comenzaba así. Lo hacía pidiendo que leyese hasta el final, como si no fuese a hacerlo. Y escribía de un asunto tan serio como la dignidad, porque servidor ha menospreciado su país y lo que es peor, la vida del soldado israelí muerto. Jhossy está a punto de iniciar el servicio militar. No es para reírse.
Lo primero que hice antes de responder su e-mail fue buscar los artículos donde menciono Israel, para saber bien a qué se refería. Aunque apenas recordaba alguno, podía repetirlos todos. Vamos, lo que digo siempre: que la creación del Estado de Israel es una aberración internacional, y que la responsabilidad es de los israelíes y no de los judíos (que pueden estar por todo el mundo y no haber pisado ni cinco minutos Israel). Sin embargo, los judíos tienen la responsabilidad de haber generado racismo con tanta distinción de la suya (muy controvertida, por cierto) y la exigencia cuestionable de que una religión necesite un país, cosa con la que no puedo estar menos de acuerdo. Por lo menos, no donde ya están otros.
Lo que me ponía los pelos de punta era esta declaración de mi autoría: «(...) el agnóstico del ejército israelí que fallezca en una ofensiva contra Palestina, merece todo menos mi compasión.» Eso no podía quedar así, no con Jhossy, tan educado y amable, a punto de marchar al ejército. Que no es agnóstico, vale, pero tampoco muy religioso. Es igual. Tenía que enmendar mi error parcial, y por eso escribí esta respuesta:
Estimado Johnssy:
Primero de todo, muchas gracias por tomarte la molestia de escribir y hacerlo tan bien y con tanta educación. Yo nunca he escrito el blog pensando en que lo pudiesen leer israelíes, así que reconozco que tu e-mail me ha sorprendido bastante. Lo he leído con atención y también he hecho lo mismo que tú: revisar los artículos del blog relacionados con Israel. Lo cierto, después de leerlos todos, es que es indudable que Crónicas Salemitas mantiene un discurso durísimo al respecto.  
Sin embargo, no puedo rectificar. No puedo evitar mantener mi oposición a un país creado en el siglo XX, en un territorio donde los palestinos han sido los últimos en ser preguntados, y en virtud a una historia antigua de la que ya había pasado demasiado tiempo. Sí, ahí vivió el pueblo judío pero ¿hace cuánto tiempo? ¿Acaso eso es argumento para retomar por la fuerza el lugar? ¿Qué ocurriría si todos los pueblos desplazados hiciesen lo mismo? ¿Habría un sólo país en el mundo que se salvase de la ocupación? Lo dudo. Todos venimos de distintos lugares si echamos la vista a siglos o milenios atrás. Tratar de retomar los mapas de la Antigüedad es una barbaridad que nunca debería haberse consentido, y cuyo único aval ha sido el dinero. Israel jamás hubiese existido si el pueblo judío no tuviese más dinero que el palestino.
Hay un punto en el que sí quiero rectificar y pedirte disculpas: cuando infravaloro la muerte de un soldado israelí. Jamás hay que despreciarla. Punto. Como tampoco debería haber ocurrido todo lo anterior, pero es lógico y respetable que estos soldados defiendan su país, por muy controvertido que sea. Os entiendo. Otra cosa muy distinta es que os apoye.

Lo siento si te he ofendido porque no era mi intención. Pero soy de los que cree que Israel no tenía que constituirse, y que ni un millón de holocaustos son motivo para hacer algo así. En todo caso, muchas gracias por escribir con tanto respeto y educación.
   Un saludo,
         C. 
Este sólo ha sido el primero de una serie de e-mails que nos hemos cruzado en los últimos días. Jhossy no me ha convencido en la mayoría de cuestiones, pero en otras me ha obligado a replantear la situación, que no es poco. ¿La tradición es suficiente para ocupar un lugar? ¿Qué responsabilidad tienen los soldados israelíes? ¿Quién contamina más a la imagen del otro: el israelí al judío o el judío al israelí? ¿Hay final para el conflicto?
Todas estas preguntas son para ti. Por si las quieres responder todas, en parte o ninguna. Por si sólo quieres expresar tu apoyo a Jhossy con la que se le viene. Por si crees que Israel se merece su espacio como si opinas que no se merece ni agua. Ahora hablas tú. A Jhossy gracias.

Dicen que es la película del año (tráiler de «The Artist», una de cine mudo)

La favorita para el Oscar a Mejor película se titula The Artist y es cine mudo en blanco y negro. No, no han rescatado un rollo inédito de la cisterna del váter de Welles, es que el cineasta Michel Hazanavicius lo ha decidido así en pleno siglo XXI. Los cien minutos de metraje, lejos de hundir a su productora en la ruina, son la apuesta más inesperada de los críticos para este 2011.
Hace ochenta años, los blogs se preguntaban: ¿Estamos preparados para el cine sonoro? Hoy la pregunta es otra. Después de que los diálogos se hayan convertido en una parte tan circunstancial del séptimo arte ¿seremos capaces de soportar una película muda, o nos estresaremos de tanta música de orquesta?
La de The Artist, cuento menos, es una apuesta interesante. Aun cuando todavía no he visto la película, no creo que volver a ciertas técnicas del pasado sea en absoluto un retroceso. El color ¿es un avance o un cambio? ¿Acaso no es posible contener más emociones en un blanco y negro que en los almacenes de Pantone? Lo mismo se puede decir de los diálogos. Quizá The Artist sea la prueba que necesitábamos (o un toque de atención, después de casi un siglo de «establishment dialogal») de que una imagen vale más que mil palabras. Habrá que verla para juzgar.
En verdad, el estreno de The Artist me ha hecho pensar en la literatura actual y la que se nos viene. Con unos lectores electrónicos cada vez más desarrollados, no faltarán los editores que quieren llenar los libros de accesorios tecnológicos: escenas con sonidos ambiente, descripciones con fotos, diálogos con voz real. Si a eso se le suman unos niños cada vez más acostumbrados a lo digital, todo apunta a que las próximas generaciones verán el papel como un simple gasto medioambiental. Al final, en el 2099, y cuando la novela transmedia sea tan normal que la llamarán solamente «novela» y a lo de antes «novela sin extras», un escritor publicará un libro como los de ahora, sin aplicaciones ni descargas aparte ni gaitas. Y un blog del futuro quizá escriba: «Dicen que es la novela del año. ¡En blanco y negro, al modo antiguo!» Nosotros sabemos que hoy se pueden escribir historias que no superen las de dentro de cien años ni con todos los gadgets del futuro. ¿Cómo somos tan ingenuos de pensar que con el color y el sonido no pasa lo mismo?

Pi y Sha

Ella lo tiene todo. Él también. Provocaron la pareja más inesperada del año y no hicieron ningún esfuerzo por ocultarlo. Shakira y Piqué elevaron a la universalidad la relación de famosa-famoso (dejando lo de Casillas y Carbonero a un mero tortolado nacional) e hicieron para sí aquello del «¿Y a mí qué?» para que no quedase niño, adulto, anciano ni googlebot que no se enterase de su amor.
Sobredimensionaron algo ya de por sí bastante sobredimensionado como es la popularidad. Ir al supermercado y aguantar veinte miradas antes de llegar a los congelados. Hacer una cola en el cine y escuchar un poco «Ese es el de...» mal disimulado. Tener un mal día y soportar a más maleducados de lo normal, como si hacerse fotos por la calle, firmar autógrafos o sencillamente responder un «Muchas gracias» a cualquier entrometido fuese con el sueldo. Los famosos me dan lástima, qué cosas. El hermetismo de celebridades como J.D. Salinger me resulta más lógico que cualquiera que pasea sus virtudes y miserias por el ¡Hola!
Por eso no podía comprender la política de Shakira y Piqué. Ellos, que podían hacer un esfuerzo por esquivarlo, se pusieron a tiro de los paparazzis. Para qué un fin de semana en las alejadas Bahamas, cuando puedes pasear tu ñoñismo por las Ramblas. Para qué tener fotógrafos persiguiéndote, cuando puedes ahorrarles el trabajo y subir tú mismo la foto más esperada a tu Facebook o Twitter. Para qué hacer del amor algo secreto, cuando puedes compartirlo con todo el mundo, un amor 2.0.
¿Para qué? Para que se cansen y no hablen más de ti. Se exhibieron tanto y de tantas maneras que consiguieron lo que ninguno antes: que nadie se interese lo más mínimo por su relación. Provocaron tal congestión informativa en las revistas que ya no había quien se tragase una píldora más. Ni Wikileaks con El País. Y hoy, los dos cursis que nos hartaron con sus besos, declaraciones y piquetones, no salen en los medios si no es por su profesión. Como debería haber ocurrido desde el primer día.

Dante Alighieri en «La historia secreta de la literatura en cómic (viii)»

El autor de La divina comedia es el octavo protagonista de la serie. Si te gusta el cómic, puedes colaborar con el blog pinchando al Me gusta de Facebook, retuiteándola, comentando o dando al +1. También recomendándolo en la frutería, que estas cosas ilusionan.
En anteriores capítulos de La historia secreta de la literatura en cómic: las hermanas Brönte, el genio Roald Dahl, J.R.R. Tolkien, el anónimo de El lazarillo, Agatha Christie, Julio Cortázar y Antoine de Saint-Exúpery.

Mis veintiocho días sin chocolate

El reto era complicado. También necesario, después de los atracones de chocolate de finales de octubre (muy relacionados con el retorno estacional del turrón). Ha pasado año y medio desde el último R.S.C. (Reto Sin Chocolate) y me veía capaz de afrontar un mes de abstinencia. Ya sé que en la vez de 2010 tuve picos de mono y la típica ansiedad alucinoparanoicaviolenta, pero esta ocasión contaba con un aliado de primera línea: el café. Me iba a inyectar un chupito cada vez que el cuerpo me pudiese un poco de chocolate.
Comencé el día uno, que es un día muy recurrente para iniciarse en retos personales (por eso de simplificar las cuentas). Lo hice concienciado, seguro de mi decisión y con el apoyo de los míos. «C., estamos orgullosos de ti», me decían en privado. O lo pensaban, porque el apoyo moral es una cosa que, como el dolor, es más decente llevar por dentro. Yo superé el primer día sin darme cuenta. Al segundo recordé mi reto, R.S.C., y sonreí por mi fuerza. Mantenía el cacao lejos de mi vida igual que los libros de Federico Moccia.
Al quinto día empezó lo duro de verdad. Primero fue un mensaje al móvil ofreciéndome material de primera calidad (cruasanes de chocolate de Mercadona, el éxtasis del mundo de la repostería), que tuve que rechazar igual que un drogodependiente dice no a un regalito navideño del camello. Para entereza la mía. A la semana sufrí una nueva tentación que ni Eva en el Edén: una llamada de teléfono desde el aeropuerto de Málaga: «Tengo delante un expositor con M&Ms Crispy, ¿te compro?» (no sé vosotros, pero yo tengo scouts del chocolate repartidos por todo el mundo). Tuve que hacerme de tripas corazón y responder que sí, que los comprase, pero que no quería ni verlos antes de concluir el mes. Y todo esto con el labio inferior temblándome mientras lo decía.
El resto del mes no fue más sencillo: ignorar las Chips Ahoy! en el supermercado, cambiar tarta de chocolate por la de queso o manzana en los restaurantes, y si alguien me regalaba algo con cacao, separarlo del resto de la masa de la manera más digna posible. Así pasé las cuatro semanas de noviembre, ignorando el chocolate como un auténtico campeón y consumiendo como un loco toda clase de sustitutivos de peor colesterol y calaña.
Mi vida era un tiovivo de exchocoadicto reinsertado hasta el Día Internacional de los Compañeros de Piso (también conocido como Acción de Gracias). Aunque mi preocupación número uno tenía que ser cocinar un pavo de los siete kilos y pico (ahorraos el chiste del «y pico», por favor), mi cabeza estaba más en el postre. Sobre todo después de que una invitada se prestase a prepararlo ella misma.
—Pero ¿y si cocina algo con chocolate? —pregunté preocupado—. No nos cuesta nada hacer un pastel de manzana para salir del paso.
—Me ha dicho que no llevará chocolate —prometió S.— Es una receta tradicional de Acción de Gracias.
La invitada en cuestión, a la que llamaremos T. de «tentación», llegó pasadas las nueve y media. Cuando entró por la puerta, no pudimos evitar la curiosidad de descubrir cuál era ese postre. Suspiré aliviado: cumplía con todos los requisitos. Le di mi certificado R.S.C. en el acto.
Por poco tiempo.
Después de comer el pavo (me refiero a esa capa superficial que conseguimos comer entre todos: todavía queda suficiente pájaro para rellenar las doce uvas de todos los asistentes a las campanadas de Sol), y en el momento de partir la tarta, tuve a bien agradecer (por algo se llama Acción de Gracias) la suerte de convivencia en el piso, la asistencia de invitados y, por supuesto, que el pastel de Oreo no tuviese chocolate.
Lo que siguió fue un silencio sepulcral de antología de cine mudo.
Luego varias caras mirándome con estupefacción, cuando no con culpa.
—¿Se puede saber qué ocurre? —No os imagináis sus rostros—. T. ha dicho que la tarta es de Oreo. Lo de encima no es chocolate —dije con tono paternal—, ¡es mermelada de fresa!
Las miradas continuaron. Yo no entendía nada hasta que alguien dijo:
—Pablo, a ver cómo te decimos esto sin hacerte daño: las Oreo están hechas con chocolate. Es así. Desde siempre. Lo sabe todo el mundo.
—¿¡De chocolate!? —Estuve a punto de reír, pero vi que nadie me seguiría con las risas. Aquello parecía un funeral—. Por supuesto que no tienen chocolate. Están hechas de Oreo. Estoy seguro de que las Oreo no son chocolate porque existe el helado de Oreo y si fuese chocolate sería helado de chocolate. Además, gracias a que llevo todo el mes merendando galletas Oreo —Entre tú y yo: en noviembre compré unas cuaaantas cajas de Oreo—no he sentido el mono del chocolate.
Mis amigos me miraron con cara de Dedúcelo-Tú-Solo. Quise morir.
Corrí a la despensa y busqué un paquete de Oreo. Encontré uno de tamaño familiar casi acabado, así, para empeorar las cosas. No vi nada sospechoso en los ingredientes, pero cuando estaba a punto de cantar victoria, alguien señaló con el dedo el rótulo GI-GAN-TE de «galletas de cacao» en la parte frontal. Tan visible que no lo había visto nunca. Por segunda vez en un minuto, quise morir.
S. vino hasta mí y me puso la mano sobre el hombro. Puso la misma voz que cuando me reveló a quién votó.
—Lo he sabido todo este tiempo, pero no quería hacerte sufrir. —Con amigos así, no necesito ir al infierno—. Conste que el día uno te pregunté si las Oreo llevan chocolate cuando te vi merendar, pero no quise romper tu ilusión cuando negaste con la cabeza.
—Ha sido todo un fraude. Pensaba que lo estaba logrando. Creía controlar el mono cuando seguía enganchado día y noche sin saberlo.
S. se encogió de hombros y me invitó a volver con los demás. El resto de la noche fingimos que nada había ocurrido e incluso, por unas horas, que las Oreo no son chocolate. Mientras tanto, puse a prueba a los lectores de @el_croni y descubrí que de haberlo tuiteado antes, otros me habrían dado la alerta.
Desde entonces no me atrevo a dar un bocado sin asegurarme de que no tiene cacao antes. La fruta, las verduras, los lácteos o el pescado: desde el caso de la Oreo, veo sospechosos en todas partes. Pero mi R.S.C. sirvió por lo menos de algo: durante todo el mes de noviembre no me salió ni un solo grano de los de cuando me doy atracones de chocolate. Al final va a ser verdad eso del efecto psicológico.

La duda

No hace mucho tuve una duda. Fue después de ver una película, no importa su título, en la que tres religiosos de un colegio católico se enfrentaban por una cuestión de presunta pederastia. Un sacerdote que las hacía de sospechoso, una madre superiora que a la par enarbolaba la superioridad moral y por último, una monja joven que no sabía a quién creer. Sólo hacía falta un niño marginado con todos los síntomas de los abusos para que la duda asaltase a los demás.
La película no se contenta con enturbiar a los protagonistas, que también arrastra hasta el fango de la incertidumbre a quien la ve. Nos obliga a posicionarnos, a elegir quién miente y quién dice la verdad. Que la duda no se quede en el despacho de la directora, sino que nosotros, los que pasábamos por ahí, también formemos parte. La película nos obliga a transformarnos en los monstruos que acusan sin pruebas suficientes al pederasta o en monstruos que dejan al pederasta hacer lo que quiere hacer, dos papeles, en cualquier caso, horrendos. Pero la película no es fantasía ni ciencia ficción. Es de un realismo que apabulla.
De todas las miserias que puede cometer el hombre, ninguna me produce tanto miedo y desprecio como el abusar de un menor. No puedo imaginar tanta bestialidad y tan cerca, y algo dentro de mí me dice que hay motivos suficientes (y los niños, lo primero) para prescindir de la presunción de inocencia si se trata de arrancar de raíz un problema que marcará de por vida a tantas criaturas como alcance a tocar. Comprendo a la madre superiora que lo quiere apartar del colegio para proteger a todos los chicos de su influencia, ¿quién no actuaría así? Cuando sabemos que la falta de pruebas no demuestra siempre la inocencia, ¿cómo esperar un mes, tres o quince años de dudas y posibles abusos para saber la verdad, si es que alguna vez se descubriese? ¿Qué presunción de inocencia es esa, que protege la honorabilidad de un posible pederasta más que a unos niños demasiado débiles, demasiado desamparados y demasiado inocentes para recoger pruebas?
Pero es que es la grandiosidad del mal que nos hace querer prescindir de la presunción de inocencia la misma que justifica la misma. Entonces recuerdo que todos, sin excepción, somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario, y eso se aplica desde al que roba una barra de pan para tener algo que comer, hasta el que ha puesto sus manos sobre un niño. Y el hecho de que sea el peor delito de todo no es motivo para bajar las alarmas y olvidarnos de la presunción: es más importante si cabe, porque si bien debemos emplear todas las herramientas posibles para proteger a un menor de algo así, no debemos preocuparnos menos de preservar la honorabilidad de quienes pueden ser acusados de semejante monstruosidad sin pruebas. Así que comprendo las dudas de la monja joven. Comprendo que no se atreva a señalar. Y comprendo que retire su dedo índice y lo guarde en su puño tenso, incluso con dudas, lo comprendo incluso si su decisión de callar la boca da a un pederasta alas para volver a actuar. Lo comprendo, lo respeto y al mismo tiempo me repugna.
Al final no sé qué pensar. Quizá ese sea el éxito de la duda. Se instala en nuestra serena tranquilidad y enturbia las aguas hasta volverlas tormentas. Transforma nuestro pensamiento y visión. Quiero creer en la inocencia de todos los hombres, pero cuando pienso que otros como yo creyeron a los que más tarde se demostraron pederastas, o a los que siempre lo fueron pero actuaron con impunidad, se me quitan las ganas de los presuntos. Que me llamen lo que quieran, pero hay que tener la sangre muy fría para dejar a tus hijos con alguien sospechoso de ser pederasta, y confiar en que el tiempo demuestre que lo es (si es que alguna vez se puede demostrar). No quiero yo semejantes ejercicios de ciudadanía. Porque lo peor que te puede pasar no es cargar con la duda: existe algo peor, y es cargar con la culpabilidad.

Feliz Día Mundial de los Compañeros de Piso

Hace unas horas he recibido un e-mail procedente de una isla a más de ocho mil kilómetros de distancia de Madrid, en el océano Índico, al sudeste de África. Lo firma B. y me desea un feliz Día Mundial de los Compañeros de Piso con un trillón de exclamaciones. Yo, lejos de sorprenderme o consultar a toda velocidad el calendario, sé perfectamente lo que celebramos hoy. Es cuarto jueves de noviembre, Acción de Gracias. Esa es la expresión que ha utilizado B. para felicitarme el día, pero para el caso es lo mismo.
En verdad, lo de los colonos e indígenas estadounidenses me importa bastante poco. A ver, que nadie se eche las manos a la cabeza: me parece súper bonito que los miembros de la tribu Wampanoag echasen un cable a los hambrientos colonos de Plymouth, pero tampoco voy a encender dos velas por ellos. Lo que me gusta de esta fecha es el hecho de dar gracias, como lo hicieron los primeros, aunque en mi caso no sea por una buena convivencia entre indígenas y colonos sino entre compañeros de piso, que no tendrá flechas y pistolas, pero no por ello es menos complicada. Nos preguntamos por el día y compartimos sartenes. Nos echamos miraditas mientras vemos la tele en el sillón y nos prestamos libros. Por eso había que crear el Día Mundial de los Compañeros de Piso para agradecer que todavía no nos hemos matado, con lo dura que es la convivencia.
B. se tomará esta noche un pollo a mi salud (o ya se lo ha tomado: cosas de la diferencia horaria, a estas horas irá por el quinto sueño), porque los pavos no son muy autóctonos de un sitio tan exótico como la isla de Reunión. Yo sí lo cenaré, aunque esta vez sea con S. y N., para quienes es su primer Acción de Gracias. También he escrito a D. y E. para felicitarlos igual que ha hecho B. conmigo, aunque ya no lo celebre con ellos. Los hubiese invitado si estuviesen aquí.
Todos, los de ayer y los de hoy, comprenden por qué celebramos Acción de Gracias en Madrid, tan lejos de Estados Unidos. Es el Día Mundial de los Compañeros de Piso, antes de que se le ocurra a un alto ejecutivo de El Corte Inglés o a un publicista de Ikea. La cena más especial del año para aquellos que tenemos familias con quien pasar Nochebuena, la otra cena más especial del año. Porque los compañeros de piso son, en cierto modo, nuestra otra familia. Vivimos de todo con ellos y lo hacemos durante casi los trescientos sesenta y cinco días del año. Me parecía muy injusto olvidarlos precisamente en Navidad, como si no fuesen importantes. Así que sirva Acción de Gracias para eso, dar gracias por compartir piso (y experiencias, y vida) con gente a la que queremos y que nos importa, y a la que ya tocaba dedicar un día del calendario. Aunque después del banquete nos matemos igual que hicieron los colonos e indígenas, lo mismo. Felicidades a todos.

Las diez viñetas de UPyD y un anuncio: Las viñetas políticas estarán en Twitter. ¡@el_croni y Crónicas Salemitas se separan!

Durante diez días, he tuiteado desde @el_croni una propuesta diaria de UPyD en viñeta. A riesgo de que me acusen de partidismo, he hecho lo que creo más honesto: implicarme, como me obliga mi conciencia, en unos ideales que creo justos. Y sin sectarismos: lo que defiendo por encima del resto es la democracia y quiero de verdad que todos vayan a votar, sea a quien sea, si están convencidos. De ahí la carta Querida Silvia, que alguien me dice que la ha fotocopiado y repartido por su universidad. Espero que sirva.
Estas viñetas me han dejado con ganas de más. Por eso voy a seguir publicando nuevas en mi twitter aunque pasen la campaña y las elecciones. Las publicaré en Twitter y Facebook porque no quiero monopolizar el blog con política (aunque sean viñetas) y criticarán (o si se presta, aplaudirán) a todos por igual. Los políticos saldrán mejor o peor parados según lo bien que se porten. Eso sin detrimento de las viñetas no políticas, que seguirán como siempre. Ahora no tenéis excusa para no seguir a @el_croni y visitar cronicassalemitas.com al mismo tiempo. Tranquis, que el ritmo de política de los últimos tiempos va a bajar. Pero es que no tenemos elecciones generales todos los días.
Reformar la Ley Electoral para que ningún voto valga más que otro.
Justicia independiente. Que los políticos dejen de elegir a los jueces que los juzgan o juzgan las leyes que aprueban.
Defender el bilingüísmo. Que ningún ciudadano se vea privado de utilizar una lengua oficial, sea cual sea, en España.

Reformar la Constitución Española.
No era tan difícil como nos decían, ¿verdad?

Sanidad y Educación, competencia del Estado.
Para que no pasen cosas como esta.
Estado laico (y respetuoso). Todos conocemos de sobra la gran labor social que hace la Iglesia española, pero eso no es incompatible con la laicización.
Ahorrar en lo prescindible (duplicidades como diputaciones) e invertir en lo necesario (Sanidad y Educación).
Regeneración democrática: listas abiertas, entre otras medidas.
Fin de ETA sin concesiones.
Lucha contra la corrupción. Que los imputados no puedan estar en las listas.

Querida Silvia

Querida Silvia:
Siento escribirte ahora, cuando menos te lo esperas. Siento que estés tan decepcionada y no quieras oír ni una palabra más del asunto. Siento hacerlo por este medio, a la vista de todos, siendo tu decisión tan personal y secreta. De verdad, lo siento. Y supongo que te enfadarás, o que mirarás a otro lado, eso si no echas estas palabras al contenedor y das media vuelta. Pero me da igual, asumo las consecuencias. Tengo que convencerte de la importancia de votar. ¡Por favor, no dejes de leer ahora! Aguanta un momento.
Sé que te has rendido. Has decidido que no merece la pena, que no vuelves a pasar por la desilusión de hace unos años. Te da lo mismo quién gane: todos representan lo mismo y no te fías de ninguno. En parte te comprendo, con esos políticos que se pasan la mitad del tiempo equivocándose de buena fe y la otra mitad haciéndolo con dolo. El Mesías no se aparecerá el 20 de noviembre, y menos salido de una urna. Tienes razón, lo sé, pero sólo en parte. Porque la decepción que te empuja a no votar esta vez es consecuencia de los que no votaron la última. Los políticos malos deben más a la abstención a ti y tantos como tú que a sus propios votantes. No les des el gusto de ganar con tu renuncia. La democracia necesita de todos. Si le damos la espalda a este derecho que nos costó tanto conseguir, abriremos la puerta a la dictadura de los mediocres. Democracia, porque pudimos votar. Pero dictadura porque sólo habrán elegido unos pocos. Quien calla, otorga. No des la victoria con tu silencio, Silvia.
No te trato de idiota. Ya sé que sabes lo que afecta la política en tu vida y que no puedes escapar de ella aunque quieras, como cuando quitas el telediario en los deportes o rechazas los cupones-regalo de Carrefour: lo que provoca tu indiferencia es otra cosa, la sensación de que tu voto no va a cambiar nada. Pero no es así, o la democracia no tendría sentido. Un ganador (o un diputado, o un grupo parlamentario) no se consigue con un «ente etéreo»‎ de votos. Sólo se consigue con miles de personas como tú, y ninguna vale más ni tampoco menos. Tu voto, entre los demás, es tan importante como un minuto de estudio para un examen final de carrera: no lo apruebas con tan poco tiempo, pero cuando lo apruebes, recordarás cada segundo que le dedicaste.
Mi querida Silvia: tampoco pretendo endulzar las propuestas. Los partidos son mejores o peores, pero no los hay perfectos. Esto, que para ti ya es motivo de insumisión, es la verdad de la vida. No hay políticos tocados por la mano de Dios porque tampoco lo están las personas. A nuestros amigos les perdonamos infinidad de defectos, ¡y cuántos nos perdonan ellos a nosotros! Ni hablar de los que yo tengo, y que tú pasas por alto a diario. ¿Por qué engañarnos y creer que la política va a ser distinta? ¿Para qué decepcionarnos, cuando conocemos el final desde el principio? No son dioses, pero la mayoría de ocasiones, Silvia, son personas dignas. Como tú y como yo. Gente que dijo: «Quiero una solución a los problemas y la quiero ya». Gente que también ‎dudó, como nosotros, pero que en vez de mirar a otro lado afrontó la situación. Gente con proyectos, que espera tu voto, o el mío, para terminar con este pesimismo democrático y recordarnos que democracia no es un asunto de altas esferas: democracia somos todos, y tú también.
Si todavía no te he convencido, ya llegarán otros que lo harán. Te mirarán y te dirán: «Y tú ¿a quién votaste?», y tendrás que reconocer, si eres sincera, que preferiste quedarte en casa. Con la que estaba cayendo, y te quedaste en casa. Quizá te lo pregunte tu hijo, que no tendrá una infancia tan cómoda como la nuestra. Qué cosas, si tú has vivido mejor que tus padres. Si eso ocurre, no te excuses en que las cartas ya estaban echadas. Alguien te enseñará las cifras de abstención, los que no rompieron la baraja ni quisieron hacerlo, y se te helará la sangre. Pudimos y no lo hicimos. No te cargues con esa culpa cuando todavía estás a tiempo.
Espero que me perdones por esta carta abierta. La decisión, hasta el final, es sólo tuya. Pero las oportunidades son muy pocas, y no se volverán a presentar hasta dentro de mucho tiempo. Te escribo porque me importas. Vota a quien quieras. Si no te gusta ninguno, aun perdonándoles sus defectos, aprovecha los mecanismos‎ democráticos para ser tú esa opción electoral que falta. Pero por favor, Silvia, no renuncies. Nos jugamos mucho el domingo. Y esta vez no sirve apagar la televisión.
Con cariño,
C.

No maten al mensajero

De tanto en tanto, un medio de comunicación entrevista a un criminal para poner a prueba nuestro moralismo. La mayoría de veces pasamos por alto la acción y nos enfrascamos en debates sobre el contenido (cuando la entrevista provoca algún interés. Otras veces ni eso) pero en ocasiones, sin saber quién tiró la primera piedra, abanderamos de dignidad y convertimos al mensajero en asesino, como si fuese el culpable de todos nuestros males, como si el periodista fuese el autor mismo del crimen.
¿Se debe entrevistar a un criminal? No sólo se debe, sino que tendría que ser un compromiso de la información: intentar conocer, aunque cueste, la mente de quien ha hecho daño. No se trata de dar un micrófono desde el que soltar una arenga, sino de escuchar, preguntar y no olvidarse de la contrarréplica, única arma posible contra quienes nos dañan. Si es que nos dañan, porque una entrevista puede ser la misma puerta para demostrar la inocencia. O no: las entrevistas no nacieron para convencer. Lo hicieron para formarnos opinión, cuando no confirmarnos.
Los buenos periodistas no tienen miedo de entrevistar a terroristas, líderes totalitarios o pederastas, y no hay nada de indigno en su trabajo. Lo indigno es lo que hacen los entrevistados, no los entrevistadores. Gracias a su trabajo, podemos conocer mejor a todos nuestros monstruos porque tanto si mienten como si dicen la verdad, como si callan o hablan demasiado, si son claros o amigos de la retórica, en cada respuesta que dan, incluso la más vaga, nos dan un nítido retrato de su personalidad, de cómo son y cómo quieren que los veamos. El único error que puede cometer un periodista es dejarse ganar por el entrevistado. Pero que no nos lleven a engaño: el peor periodista es el que dice no a una entrevista de máximo interés, no el que la hace y se sienta frente a un miserable.

El mejor grupo indie español

Si definir indie es complicado, hacer un repaso de lo mejor del indie, que parte del hecho de que si es demasiado conocido deja de serlo y se convierte en comercial, es una tarea tan complicada que jamás se la encargaríamos a un redactor de los 40. Al final, entre pitos y gaitas, sólo podemos fiarnos de un criterio: el nuestro propio. Y esta que sigue es mi personalísima selección de lo mejorcito entre lo mejor del indie, del quinto puesto al primero:

QUINTO, PASTORA, capaces de canciones geniales de pop electrónico y aún mejor, de reversionarse y superarse. Ya escribí sobre ellos.
CUARTO, LORI MEYERS, unos andaluces que están a un tris de entrar de lleno en lo comercial. Mientras sigan en la categoría indie, pueden presumir de los mejores puestos. Ya escribí sobre ellos.
TERCERO, MANEL, por producir dos de los mejorcitos discos de los últimos años y sin necesidad de abandonar su catalán habitual. Ya escribí sobre ellos.
SEGUNDO, LOS PUNSETES, por tener tan mal y buen gusto a la vez. No tienen canción mala. Detrás de sus letras escatológicas hay mucha música. Escucharlos es un camino de no retorno.
PRIMERO, LA CASA AZUL, quintaesencia de la música indie. Guille Milkyway, intérprete y compositor, demostró hace tiempo que no es un fenómeno de tres días. Sus discos son adictivos e incombustibles. Para mí, lo mejor del indie español, en un indie ya de por sí muy nutrido.

Una selección exquisita necesita un corte y elegir cinco grupos (y/o solistas) entre todas las opciones no es un reto fácil. Han quedado fuera otros geniales como Astrud, Joe Crepúsculo, Hola A Todo El Mundo, Los Planetas, La Bien Querida, Antònia Font, Vainica Doble, Triángulo de amor bizarro, Dorian, Klaus & Kinski o Sr. Chinarro. Pero claro: si incluyese a todos estos, la selección ya no sería tanto. Y tú ¿estás de acuerdo con el ranking? ¿Quién te falta o sobra, y en qué posición?

Antoine de Saint-Exupéry en «La historia secreta de la literatura en cómic (vii)»

El autor de El principito, el francés Antoine de Saint-Exupéry, es el protagonista del séptimo capítulo de la serie La historia secreta de la literatura en cómicSi hay un artículo que me gusta que retuiteéisfacebookéis o comentéis es este, ¡gracias por adelantado! A ver si hacemos récord de retuits y Me gusta, salemitas (siempre y cuando no os dé vergüenza ajena, claro). Antes pasaron por la sección la sección las hermanas Brönte, el genio Roald DahlJ.R.R. Tolkienel anónimo de El lazarilloAgatha Christie y Julio Cortázar. ¿Quién será el próximo?

100% aleatorio (cuarta edición, ya)

Cada año tomo pulso a mi iPod y publico una lista con las diez primeras canciones que me salen en el modo aleatorio del reproductor. Con esto pretendo mencionar canciones que de normal no recomendaría (pero que están ahí por alguna razón) o me echo las manos a la cabeza por vergüenza de qué-hace-este-tema-aquí, pero todas las canciones, todas, están ahí porque un día (me guste o no) las guardé. Espero vuestra lista en los comentarios (y no vale hacer trampas). Mi 100% aleatorio de 2011 a continuación:
  1. My love life, Morrisey.
  2. See the world, The Kooks.
  3. Charlie y la fábrica de chocolate (tema de créditos), Danny Elfman.
  4. Barely legal, The Strokes (he necesitado investigar el nombre real de la canción. Hace años renombré todos los temas del grupo en mi iPod y este se llamaba «Guitar»).
  5. Poor Leno, Röyksopp.
  6. Diferentes, Ellos (lo que mismo que dos atrás. En mi iPod la rebauticé como «Lo que dicen de mí» porque perdí el nombre de la canción).
  7. All these things that I've done, The Killers.
  8. Perdiendo el tiempo, Napoleón Solo.
  9. Hey, La Bien Querida.
  10. It's wonderful night, Fat Boy Slim.
La mitad de los temas no son nada representativos entre las 1810 canciones de mi iPod, pero están ahí. De hecho, hace mucho tiempo que no me paro a escuchar a los Strokes, Killers o Kooks, y no recuerdo haber puesto dos veces a Morrisey o los Sunday Drivers. Ninguna canción de la lista me entusiasma a fecha de hoy, a excepción de la de Danny Elfman (que es precisamente una banda sonora).
Y quien tenga morriña, puede consultar los 100% aleatorios de 2007, 2008 y 2010. En 2009 se me pasó por completo. Os dejo con Recession song, de Yan Wagner. Una canción que no ha salido en el 100% aleatorio, pero que ya podría haberlo hecho.
Posdata: ¡publica tu lista!
Posdata dos: si tienes Spotify, puedes seguir la lista de cronicassalemitas.com con todas las recomendaciones de estos años.

El candidato

Voy a ser sincero: en las elecciones municipales y autonómicas de mayo, participé (humildemente, como lo puede hacer un no afiliado) en la campaña de UPyD. Y voy a ser sincero hasta el final: critiqué la presencia del actor Toni Cantó en la tribuna de cada mitin. Me gusta UPyD por muchos motivos, y uno de ellos es porque no representa la izquierda sectaria y escaparatista del PSOE y «los de la ceja». No veía razón para que Cantó tomase el micrófono igual que Rosa Díez, Álvaro Pombo o el resto de candidatos. El único motivo es su popularidad y eso no tiene nada que ver con UPyD.
Hasta ahora. Toni Cantó, al que puse a parir por figurar sin ser nadie (nadie en UPyD, se entiende. Un afiliado más, pero igual que otros tantos miles a los que no invitan a los mítines), decide presentarse a las primarias del partido por la lista de Valencia al parlamento nacional. Se moja. Y Toni Cantó, en el ejercicio democrático de presentarse y ser votado, se gana su candidatura a diputado del Congreso de los Diputados. Abandona su estatus de simple afiliado, o afiliado famoso, para ser un candidato con las responsabilidades que eso conlleva y volcarse en una campaña que le exige más que la firma en una manifiesto progresistoide o la foto junto a un candidato demodé. Toni Cantó ya no es lo que era, aunque eso no significa que sea peor.
Los que saben que simpatizo con UPyD (lo cuál no significa que idolatre el partido, ni tampoco que odie o infravalore el resto de opciones. Que nadie se confunda), sobre todo los que no sienten ningún tipo de afinidad con el partido (ya sea porque «es la izquierda camuflada» o, qué cosas, «la derecha con piel de cordero». Según quién ladre), me preguntan qué opino de la candidatura de Toni Cantó. Se han enterado hasta los que no saben ni dos propuestas del partido. Y lo hacen con una mirada anhelante, la de quien espera que le den la razón, convencidos de que ajá, UPyD ha demostrado ser como todos. Como todos o como lo peor.
Pero yo, que cuando me preguntan por El Hecho comienzo mi respuesta con un «Voy a ser sincero: en las elecciones de mayo...», y veo la sonrisa satisfecha de mi interlocutor, giro de golpe con la palabra «primarias» que para mí cambia por completo el análisis final. Toni Cantó tiene tanto derecho a ser candidato del Congreso de los Diputados como el resto de ciudadanos de España. Y no tiene menos derecho a que lo voten, como si ser famoso de antes fuese motivo para desprestigiarlo. Tampoco ser actor, ni lo bueno o malo que sea sobre las tablas, porque aquí no se vota la Interpretación del Año ni se reparte el Goya honorífico. Nadie juzga al número uno de Izquierda Unida de Ávila por su carrera como conductor de autobuses, abogado o viñetista anterior a la política. Ni al número tres del PP en Castellón por su antigua profesión de procurador, nutricionista o quién sabe, parado. O político profesional, sin más experiencia que la de su partido. Entonces no entiendo por qué vamos a someter a un doble juicio a Toni Cantó por ser actor, cuando ahora aspira a diputado y es un candidato que ha salido de elecciones primarias. Eso es mucho más de lo que puede decir Rubalcaba, candidato presidencial del Partido Socialista Obrero Español.
Al final, Toni Cantó me obliga a rectificarme. Se ha alejado de los típicos rostros conocidos que sólo sirven de floreros en actos de campaña (y que nadie les pida después responsabilidades. Donde dije «digo» digo «Diego») para dar la cara por él mismo, por unos ideales, y responder con sus actos a lo que los votantes exigen con sus votos. Se adscribe a un programa y se coloca en primera zona de tiro. Puede gustarte más o menos como actor, pero como político se acaba de estrenar y pasa con prueba cada nuevo reto que le exigimos (porque le exigimos más que a cualquier candidato que no es líder de partido. Rosa Díez sigue siendo la número uno, no lo olvidemos). En las últimas semanas lo he visto superar con nota entrevistas de prensa, radio y televisión. No lo consigue por sus dotes de actor: lo hace porque las propuestas de UPyD se defienden desde el sentido común, y es muy fácil esquivar embistes cuando las críticas que recibe el partido son de patio de primaria. Lo único relevante que tiene la otra profesión, la original, de Toni Cantó, es que no le hace ninguna falta meterse en estos jardines. Lo hace simplemente porque quiere. Porque como miles de ciudadanos, cree en la alternativa necesaria. Ya no vale eso de que lo hagan otros, cuando está visto que los otros hacen lo mismo una y otra vez, desde siempre, mientras les dure el chiringuito del bipartidismo.
Esta vez ya no voto por las listas de Valencia sino por Madrid, pero tengo claro, a fuerza de observar, comparar y rectificar (y en este caso he rectificado, palabra), que el voto de Toni Cantó, el voto a UPyD en Valencia, es lo más coherente y sabio que podría permitirme. Votamos candidatos que hacen posible programas. Y en ese último aspecto, más que nunca, prefiero el programa de UPyD al resto. Sin sectarismo. Sin menosprecio ni demagogia. Si tú lo leyeses y comparases con el resto, seguramente pensarías lo mismo. O no. Pero lo que está claro es que UPyD trabaja con más fuerza que nadie por una democracia justa y eso, casemos con su ideología o no, nos conviene a todos.

Mi patronus o daimonion (Guía básica para descubrir el tuyo)

Cuando nos sumergimos en el imaginario de las novelas, lo hacemos como si fuésemos un personaje más de la historia. Por eso es normal que nos preguntemos de qué raza idhunita seríamos, en qué rincón de la Tierra Media nos gustaría pasar las vacaciones de Navidad o cuál sería nuestra casa en Hogwarts. Pottermore, la nueva web de J.K. Rowling, ya responde a esta pregunta en su versión beta (HarryLatino lo ha hecho muy decentemente durante años), pero todavía falta un tiempo para que la página alcance los eventos del tercer libro y podamos conocer qué forma adopta nuestro patronus.
Mientras tanto, Cheryl Klein, editora estadounidense de la saga, propone una alternativa muy interesante: como ella está segura de que la forma del patronus es idéntica a la del daimonion (el daimonion es el animal que acompaña a cada humano en el mundo de Lyra, en La materia oscura, una especie de alma visible), se puede adoptar el sistema Philip Pullman para descubrir daimonions. El escritor británico propone un sistema muy práctico y lógico para que cada lector averigüe cuál es su daimonion, y por extensión, su patronus.
El procedimiento es muy sencillo: sólo tienes que juntar a dos amigos (dos personas que te conozcan. Que hayan echado un vistazo a tu «alma», vamos) y que sean ellos mismos los que decidan entre los dos y de mutuo acuerdo el animal que más se ajusta a tu personalidad. No el que más te gustaría. El que más te representa, con tus virtudes y tus defectos.
Yo ya he hecho el experimento y el resultado me ha dejado satisfecho. Porque si bien mis animales favoritos son africanos, me hacía a la idea de que no tengo la buena memoria del elefante, la sangre de horchata de la jirafa ni la bravura de un león. El patronus (o daimonion) que han elegido para mí es un perro de raza fox terrier. Quienes lo han elegido no saben que es el animal que siempre he considerado mi auténtico patronus porque tenemos mucho en común, bueno y malo (quienes hemos tenido uno en casa sabemos que a los fox terriers les sobra tanto de lo uno como de lo otro). Ahora te toca a ti someterte al veredicto y pedir a dos amigos que elijan tu animal. Luego, si quieres, puedes volver aquí y contar tus impresiones.

La ciudad bajo la ceniza

Visitar Roma está bien. Uno no pasea en vespa ni vive historias de amor para mocciacos (¿por desgracia?), pero tiene tantas cosas que ver que cualquier guía de viajes se queda corta en folletín. De hecho, es la sensación que transmite Roma: que tienen más patrimonio del que se pueden permitir. Están desbordados de tanta historia, de tanto arte.
Florencia resulta muy distinta a la capital y en sus calles no se respira menos cultura. Y qué voy a decir de Venecia, archirreproducida en todas las artes. No importa las veces que nos lo cuenten: hay pocas cosas comparables a pasear por la ciudad. Es una vivencia que ni las canciones, ni los libros ni tampoco los cuadros pueden transmitir con fidelidad.
Sin embargo, de todos los rincones que he conocido de Italia de Norte a Sur no hay ninguno que me sorprendiese tanto, y tan positivamente, como Pompeya. No es porque no tenga italianos, que os veo venir. Lo de la antigua urbe romana es algo superior. Mejor que cualquier recreación cinematográfica o parque temático de Benidorm. Pompeya es una maravilla, una oportunidad imprevista para que los de nuestro tiempo paseemos -de verdad, no es maquetas o decorados- por las calles y casas de una auténtica ciudad de la antigüedad.
Pompeya, que desapareció bajo las cenizas del Vesubio en el 79 después de Dios, está casi como la dejaron los que la disfrutaron entonces. Con sus panaderías y prostíbulos. Con sus «Cuidado con el perro» y hoteles Parador. Su vida pública y la doméstica, sin versiones edulcoradas que la quieran reinterpretar.
La ciudad momificada no es un simple envase fosilizado. Guarda además buen registro de todo lo que sucedió allí hasta un minuto antes del desastre, y nos revela con más fidelidad que muchas crónicas cómo era vivir en la Roma imperial. Pompeya, por ahora, sigue abierta a los turistas, y mientras los arqueólogos desentierran nuevos capítulos de su historia, nuestro tiempo, el mismo que la disfruta, la destruye con más fuerza que un volcán. Es su suerte.
Si podéis, no os perdáis Pompeya. En los últimos años se han destruido algunos muros que habían «rescatado» por culpa del viento. Si su maldición es que pisemos su suelo antes de convertirse en polvo para siempre, habrá que visitarla para que los dioses se salden de una vez por todas su deuda.
Después, nos quedará esta canción para imaginar lo que fue.

Los que brindan y los que ya nunca podrán brindar

Supervivientes de MSN Messenger

Pensaba que ya lo había visto todo con los usuarios de Yahoo, pero no.

Quién matase a Astérix

Cuando el escritor y guionista René Goscinny murió en el setenta y siete, muchos creyeron que Astérix el galo, su creación más popular (con permiso del pequeño Nicolás), no viviría más aventuras junto a Obélix y compañía. Se equivocaron. Albert Uderzo, hasta entonces dibujante de la serie, asumió todo el trabajo y se encargó también de los guiones, asegurando la continuación del principal cómic francés por unas décadas más.
Pero Uderzo tampoco es inmortal, y a sus ochenta y cuatro años sospecha que hasta él puede abandonar a Astérix. Lo que debería ser el final del personaje galo por antonomasia (y cuando digo «galo» no me refiero sólo a su tribu. Hablo de toda Francia) y un icono imprescindible de su cultura, podría convertirse en su tránsito en la inmortalidad. Y es que Uderzo se ha propuesto encontrar sustituto a sus manos y cerebro. Astérix vivirá nuevas aventuras incluso cuando Uderzo y Goscinny se reencuentren en el Parnaso de los historietistas.
La pregunta se formula hasta en los coloquios literarios más elitistas: ¿Puede continuar la historia sin su último creador? Con Astérix, el debate viene de antiguo, porque muchos acusaron a Uderzo de no respetar al personaje cuando siguió la obra sin Goscinny. A nadie debe extrañarle que ahora busque un sucesor incluso para él mismo, con tal de que el cómic (y la franquicia) continúen por mucho tiempo.
En la historia del cómic tenemos dos ejemplos muy próximos que tuvieron desenlaces diferentes. El primero Tintín, que nunca vivió más aventuras después de la muerte de su creador Hergé. Los tintinólogos conocen bien lo que es dejar una creación a medias. La pasión por el joven reportero y su amigo capitán es tal que El arte alfa, un volumen que su autor dejó con unos pocos bocetos, se vende a pesar de todo.
El caso de Spirou es radicalmente opuesto. Fue iniciado por Rob-Vel y popularizado por Franquin, uno de los grandes del cómic del siglo XX (quien, a pensar de convertirlo en una celebridad, no fue el legítimo creador de la serie, aunque sí quien le imprimió más personalidad y tramas). Como los derechos de Spirou y Fantasio pertenecen a una editorial, esta ha encontrado guionistas y dibujantes para cada época, de modo que el botones convertido en investigador nunca se iba del todo. Los volúmenes de Franquin son los más venerados, pero los del tándem Tome y Janry merecen consideración. Ahora es imposible imaginar la serie sin sus múltiples padres. Si Rob-Vel no hubiese soltado a Spirou, Spirou sería hoy en día un auténtico desconocido en la historia del cómic. Sus infinitas adopciones tampoco han puesto en peligro los números de Franquin. Son distintas visiones para un mismo personaje. Que cada uno se quede con la que más le guste.
Uderzo, que conoce bien todos los casos, apuesta por esta última opción. Si él pudo «usurpar» el puesto de guionista, no ve por qué otro no iba a poder hacer lo mismo con el de dibujante. Muchos pusieron el grito en el cielo cuando él se puso a escribir, pero yo prefiero La odisea de Astérix, su primer volumen en solitario, a otros goscinnyanos como Astérix y los juegos olímpicos. No es que sea partidario de que los autores cesionen sus derechos para que unos recién llegados perpetúen la línea «oficial», pero en el caso de Uderzo, que ya abrió el pastel cuando sustituyó a Goscinny, no creo que haya mucha diferencia. Quién sabe si los mejores astérix no están por llegar.

Artículo relacionado: Autores que se aprovechan de otros.

Si mañana se despide E.T.A.

Dicen que ETA anunciará su fin antes de las elecciones de noviembre. Que la peor pesadilla de los españoles desde la muerte de Franco dirá adiós para siempre a través de un comunicado que reproducirá la BBC. Agur, señores, hasta aquí llegó la sangre. Ahora voten bien.
Los españoles esperamos este punto y final desde que tenemos memoria. Es echar un vistazo al extranjero y comprobar que el terrorismo no es cosa de todos, y menos aún de países desarrollados. ETA nos separa del resto. Pero al margen del lastre que supone frente a otros, ETA es un cáncer que nos daña por dentro. Un cáncer que duele pero que, más quieran, no destruye. ETA es la quintaesencia del fanatismo, con un puñado de monstruos que han dejado la conciencia en casa para llevar el odio por montera. No hay justificación que valga en un Estado de Derecho. Lo de imponer credos tendría que haber muerto con Franco.
ETA dirá adiós, si Dios quiere, como un enfermo terminal que se entrega a la eutanasia. Por qué no ponerse fin hoy cuando la naturaleza los va a finiquitar mañana. O los finiquitó ayer, pero es que en ETA no se habían dado cuenta. En cualquier caso, la despedida de nuestro grupo terrorista, así, como una vergonzosa propiedad, es una noticia que esperamos con ansias y no poca alegría. Un titular así puede hacer sombra a la elección de un presidente. Pero ante todo, los españoles, que estamos tan ansiosos por verlos salir, somos prudentes. Cautos porque ETA nos hizo así.
Sabemos que engañan. La mentira es su código de honor desde los inicios. Y aunque el comunicado del fin final es inédito hasta en su poco creíble historial, no sabremos cómo tomarlo hasta que pase un tiempo y los hechos acompañen a las palabras. Nos morimos de ganas por contemplar la caída, pero no queremos decepcionarnos. Los últimos años sin atentados son importantes. También lo es la eliminación del «impuesto revolucionario»‎, que no es sino un eufemismo para referirse al dinero que algunos vascos tenían que pagar a los etarras con tal de que no les hiciesen nada a ellos o a sus familias. Queda por ver la libertad, expresarse por cualquier pueblo vasco sin que se cierren todas las ventanas, y que los que apoyaron a ETA comprendan hasta qué punto apoyaron el horror más profundo. El camino es largo, pero menos cuando te quitas de encima el peso del terrorismo.
Si mañana se despide ETA en su primera carta sincera España tendrá que celebrarlo como la mayor alegría desde nuestra democracia. Porque ETA, a fin de cuentas, era quien más la empañaba. Junto a la libertad que tanto nos había costado. Si mañana se despide ETA, que lo haga sin condiciones, y que lo haga entregando las armas. No hay lugar para condiciones o medias tintas. Tampoco debemos consentir que nadie se ponga medallas ni busque atribuirse el mérito. La única responsable ha sido la ley y su determinación, además de la unidad de un pueblo que cuando se trata de terrorismo, no entiende de matices. Es ETA, son asesinos y punto. Punto y final, ojalá pronto, porque ni los vascos, ni el conjunto de los españoles, queremos compartir ni un segundo más de nuestra historia con ellos. Ni este blog quiere tener la sección de artículos sobre ETA por más tiempo.

Julio Cortázar en «La historia secreta de la literatura en cómic (vi)»


El argentino Julio Cortázar es el protagonista del sexto capítulo de La historia secreta de la literatura. Si no pilláis el chiste, podéis retuitearlo, darle al Me gusta, al +1 o comentarlo hasta que alguien os lo explique. Antes pasaron por aquí las hermanas Brönte, el genio Roald DahlJ.R.R. Tolkien, el anónimo de El lazarillo y Agatha Christie.

Genio ¿de qué?

Que Steve Jobs creó un filón lo sabemos todos. Que era un genio visionario de los de primer nivel no estoy tan seguro.
Si repasamos su trayectoria, destaca más por su talento como director que como creador. El Apple I, por ejemplo, fue creado por su compañero de entonces. Jobs tuvo el genio de comercializarlo. Participó más intensamente en el desarrollo del ordenador Apple II y Macintosh, pero lo hizo con un equipo que no merece menos créditos que él. En un momento dado, Steve Jobs sale de Apple para regresar años después como presidente ejecutivo. Es a partir de aquí cuando el empresario trabaja a fondo en la imagen que lo rodea: la de sus productos y la suya propia, el único ítem de Apple que no se vende pero que también afecta a la bolsa.
De Apple han surgido grandes éxitos comerciales. El iPod no fue el primer reproductor musical, pero su diseño y prestaciones (más su diseño que sus prestaciones) lo convirtieron en el más vendido. El iPhone tampoco fue el primer móvil, ni siquiera participó en las primeras generaciones, pero de nuevo un gran trabajo de desarrollo detrás y una no menos meritoria labor de publicidad delante lo situó como el teléfono por excelencia. Apple se ha permitido sus propias excentricidades, y ha creado necesidades como la de la tableta, un mercado en el que nadie se había fijado porque no prometía futuro.
Sin embargo, Jobs queda como un visionario comercial, no como el genio indiscutible de la tecnología que quieren grabarnos. Sus productos tampoco han sido siempre los mejores en su gama, pero sí los más codiciados por el gran público. Glorificar una carrera por su éxito comercial está bien, pero no se debe extrapolar a otros ámbitos donde la contribución de Steve Jobs es más cuestionable. Pero nos lo hemos creído, claro que sí, porque si en algo ha sido un genio ha sido en imagen. La suya no iba a ser menos. Sus productos con el característico blanco, él con su característico cuello alto negro. Hasta el punto de convertir la figura de un director ejecutivo en un show man, hasta el punto de hacernos creer que Apple es sólo una persona, o que Apple no funciona sin él. Hasta el punto de hacernos creer que lo ha revolucionado todo, cuando lo que ha hecho ha sido meterse en carreras que ya estaban empezadas y correr como si participase desde el primer minuto. Es como decir que Google inventó Internet.
Steve Jobs ha sido un incuestionable fenómeno en sí mismo. Pero no me interesa como fenómeno tecnológico, que no lo ha sido tanto, sino como fenómeno sociológico. Ahí radica su principal hito: crear aduladores de una marca, personas que compran un producto sólo porque lleva un sello. Ser capaces de crear una necesidad cuando no existía, como con las tabletas. Su principal éxito es sociológico y no es fácil lo que ha logrado ni pretendo quitarle mérito. Pero seamos razonables: ¿en qué cambiaría el mundo sin iPods, Macs e iPads, cuando ya existían productos muy parecidos? Cuesta dar una respuesta que encaje con el genio visionario del que hablan hoy todos los obituarios, pero pensémoslo por un momento: sin Apple, nosotros seríamos, lo admitamos o no, los mismos. Los contemporáneos de los grandes visionarios de la Historia no podrían decir lo mismo, porque ellos vivieron revoluciones que traspasaron lo comercial y afectaron a su modo de vida. Si a nosotros nos quitasen todos los productos Apple, no retrocederíamos ni medio paso en la evolución.

Dejad que los presos vengan a Euskadi

Desde hace tiempo, la política penitenciaria con ETA consiste en dispersar a los terroristas por todas las cárceles de España (y por una vez y sin que sirva de precedente, el País Vasco no les debe parecer España, porque queda fuera de cuestión) como medida de presión con los propios criminales y sus entornos. De este modo, a los miserables que atentaron contra el Estado de Derecho no sólo les queda claro de qué va el Código Penal, sino que además, y de regalo, se suma un castigo extra llamado «dispersión »que no estaba contemplado.
Al reo lo mismo le da una celda en Basauri que en Picasent: me figuro que el blanco de las baldosas no será muy distinto en un sitio que en otro. Lo que preocupa al reo es la distancia con quien lo quieren visitar, y esto, a fin de cuentas, afecta a quien se desplaza. Itxue López tiene derecho a que lo vea su madre. Es un terrorista, con todos los adjetivos monstruosos que eso conlleva, pero la juez no ha decretado aislamiento ni su régimen de visitas es distinto a lo normal. Entonces ¿por qué la política de dispersión crea una especie de aislamiento de facto? ¿Acaso no es lo que provoca la situación cuando la familia vive en la vasca Lizarza y el terrorista cumple pena en la isla de Lanzarote? ¿No es eso una pena a la familia, cuando nuestro Código Penal y Penitenciario -todavía- no sentencia a los parientes por el mero hecho de serlo?
Las familias de los presos de ETA podrán ser las máximas simpatizantes del grupo terrorista, o quizá no lo sean. Lo más probable es que dentro del colectivo existan adalides y detractores de ETA, estos últimos doblemente sufridores por la pena, pero en cualquier caso, no se les puede penar por un lazo de sangre o amistad. La política penitenciaria no los puede emplear como instrumento de presión, porque al final lo que ocurre es que ETA hace lo propio. Y lo que está claro, por repugnantes que sean sus vidas, es que lo humano -incluso para quien no se merece ese nombre. Pero los demócratas deben marcar la diferencia con los verdugos- es que sus seres queridos puedan visitarlos. O les prohibimos que lo hagan por ley si tenemos huevos. Pero obligarlos a cruzar el país, cuando no el mar, para abrazar a sus monstruos, merece repulsa. No hay excusas de cárceles pequeñas ni celdas con vistas. Que se invierta en aislarlos de entre sí y resociabilizarlos. Cualquier cosa menos este despropósito inmoral. A los monstruos, humanidad. Eso es lo que nos diferencia de los monstruos.

L nick d l @}-'- (o cómo destrozar un clásico)

Umberto Eco, autor de El nombre de la rosa, se ha propuesto adaptar su novela más famosa para los nuevos lectores, que no son otra cosa que los no lectores, mediante un proceso que consiste en aligerar la trama y simplificar el lenguaje. Umberto Eco pretende, en otras palabras, hacer del clásico adaptado de siempre (El Quijote en cien páginas o La celestina en cincuenta y seis) una obra en sí misma, con tijeretazo y transformación por el propio escritor. El asesino es el asesinado, como diría el pupilo Adso de Melk ante un crimen más desconcertante que el de su primera aventura.
Cada autor puede hacer lo que quiera con su obra, desde luego, pero mi yo lector mira hacia otro lado cada vez que se le cruza una lectura adaptada. No entiendo el beneficio de leer un Dickens descuartizado antes que un libro sencillo que, mejor o peor, no ha sufrido recortes. Lo entiendo menos cuando este mercado editorial funciona principalmente gracias a las lecturas obligatorias, y me pregunto qué profesor, o qué respeto le tiene a las joyas de la literatura, si cree que una adaptación es igual de válida. Si se lo tiene, que deje que los alumnos la lean íntegra. De lo contrario, sólo consigue que la mayoría de ellos jamás lea el texto completo «porque ya me he leído el libro», cuando se refieren a un simple folleto de protección oficial. Las lecturas adaptadas tienen la virtud de contar muy poco del original, pero destripar los puntos claves y el final con una exactitud envidiable. Que la lean, si les da la gana, cuando estén listos.
El caso de Eco es ligeramente distinto, porque no es la típica adaptación escolar, sino más bien una para lo que llama el nuevo público. El de Internet, tan acostumbrado a la rapidez y el lenguaje sencillo. Quizá Eco achaque a esto que su best seller no siga vendiendo los millones que antes, aunque nunca haya dejado de demandarse. A lo mejor cree que si los personajes de la nueva versión de su libro están registrados en Twitter o Facebook, enganchará nuevos lectores. Claro que se olvida de que con tantas violaciones de privacidad, Guillermo de Barkerville hubiese descubierto al asesino en la segunda página, cuando al culpable diese una pista en un tuit.
El nombre de la rosa está bien como está, a menos que Eco se haya propuesto que sea otra cosa distinta.
Lo que surja de su adaptación seguirá siendo un libro, pero dudo que permanezca como la obra que enganchó a millones de lectores y les hizo chupar la yema del dedo índice para llegar a toda velocidad hasta el final. Cuando llega a mis manos un clásico que tuvo revisión del autor, tiemblo por ignorar si el cambio fue positivo a funesto. Con el clásico moderno del italiano, que disfruté siendo joven y en plena era de Internet, no tengo dudas de que lo que resulte será más simplón, menos literatura. Si el nuevo siglo no está preparado para el libro, tendremos que aceptarlo como un treintañero que ya no tiene edad para ir en patinete.