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Anuncio de Coca-Cola

Nunca vi un anuncio de Coca-Cola tan delirante. Una cosa es pedirnos que reciclemos la lata, que sí, y otra muy distinta que nos conozcamos la red de distribución internacional de la bebida de la felicidad, que ni siquiera tiene nombres de ciudades sino de las empresas. De chiste. Se les ha ido la olla con este anuncio...

La esvástica

Como soy un opositor incansable del terrorífico Estado de Israel, y defensor de la dignidad y creación jurídica de Palestina, algunos de mis amigos se creen que soy antisemita. La cosa empezó con una broma, jijí, jajá, conste que yo la alimenté con mi humor negro, pero ha llegado al punto de cansarme, sobre todo cuando hay personas que no me conocen en la mesa y se pueden llevar una impresión racista de mí. Como que no.

Si de entrada no me creo que los judíos son una raza (y si lo son, no lo son ni el 10% de los que se dicen judíos), y me parece bastante racista que ellos mismos se lo crean (como si yo creo la raza valenciana, ¡oiga! Trate de localizar un judío por la calle sin caer en los estereotipos. No podrá), no sé qué mal me han hecho los judíos en este mundo. Porque para mí, digo, los judíos no son ni una raza ni mucho menos una nación. Los judíos son mucho más que una raza y que una nación, mejor dicho. Los judíos son los practicantes de una religión, ni más ni menos. De ahí a otras extrapolaciones, me buscan en el café que no tengo tiempo para cuentos.
Por eso me parece inconcebible sentir odio por los judíos. ¿Cómo puedes sentir odio por unos creyentes? Si no lo sientes por los cristianos o los musulmanes (y no siento ni odio ni prejuicios por ninguno de los dos, -su- Dios me libre) no sé por qué los judíos iban a ser una excepción. Lo que luego haga Israel, ya es cosa de los israelíes. Que podrán ser judíos, sí, pero también cristianos, o musulmanes, o del Atleti, o directamente ateos o agnósticos. Me parece terriblemente injusto cargar al judío de mi calle con las bombas de Israel, y no seré yo quien tire la primera piedra. Igual que el agnóstico del ejército israelí que fallezca en una ofensiva contra Palestina, merece todo menos mi compasión.
Así que amigos míos, ¿habéis entendido la diferencia de una puñetera vez? Porque creo que esta explicación la he dado algo así como un trillón de veces, y si queréis hacer la broma yo la puedo seguir también, pero con extraños ni media. Porque yo a un desconocido no le tengo que explicar de ná. Pero tampoco es justo que se lleve una falsa impresión de mí por un chiste interno que se ha ido de rosca.
Exabrupto fuera, todo viene porque hoy he visto algo terrible en el metro. Volvía de Madrid (segunda vuelta en lo que va de semana, última antes de instalarme allí. Ya tengo piso, gracias a Dios) con un vuelo terrible, con más turbulencias que en cualquier otra ruta de mi vida. Temía por mi vida y al aterrizar he besado el vuelo cual Papa de la paz. Subo al metro de siempre, con mi maleta entre piernas, compartiendo vagón con españolitos de a pie y turistas de allá, todos felices, cuando por el rabillo del ojo veo a un enorme hortera de esos de camiseta sin mangas y lorzas al aire. Andaba yo perturbado por semejante visión cuando observo, perturbado, que el caballero de marras lucía una esvástica tatuada en el brazo, que por si alguien no lo sabe, es el símbolo que lucían los nazis cuando salían a trabajar. Una esvástica laureada, para más inri.
Andaba yo preocupada por si el neonazi advertía que no soy ario -discretamente me he echado un poco de desodorante en el pelo para aclararlo. Mi vida corría serio peligro- cuando me he puesto a pensar en si se puede tolerar algo así. Diré.
En mi discursito súper pogre de siempre, defiendo que cada uno debe poder expresarse. Y que si hay un impresentable que defiende la eliminación del catalán, pues adelante, que lo diga, que ya estaremos el resto para echarnos unas risas. Que si está el locutor mandando a la pira a los homosexuales, bienvenido sea, porque España es libre hasta para idiotas. Claro que del dicho al hecho, hasta Cronista se entremece, y tengo que admitir que ni yo mismo me creía mis argumentos mientras trataba de poner un basto acento alemán cuando una señora mayor me ha pedido las señas para llegar a Mar de Cristal.
He llegado a casa y bueno, no, no he pensado en el tema durante un buen rato. Pero pasa la medianoche y el asunto vuelve a mi cabeza. Y a mí, que me ha molestado horrores ver a un fill de puta con un símbolo nazi en el brazo, imagen representativa de genocidios y falta de libertad, se me ha quedado la mosca detrás de la oreja (suerte que he salvado mi vida bajando a toda prisa en Benimaclet). Soy partidario de respetar los símbolos cuando son historia, contrario a retirar placas y estatuas, pero Díos mío, todo con sentido común. No podemos consentir que esos símbolos de dictaduras sigan como si nada en las calles. Y si siguen en las calles, como me gustaría que fuese, que les acompañen siempre placas hermanas que expliquen a las nuevas generaciones quienes fueron, quienes hicieron, y a quién dejaron morir. Oye, y si les debemos pantanos y el tour Evita, pues también. Pero nunca sin faltar a la información. Hagamos un país libre en el que no falte ni la mentira, ni de esa mentira la verdad.

Cro en Madrid #1: Cómo evitar un precio de alquiler excesivo

Si Cronista se marcha a Madrid, habrá que darle una vuelta a todo esto. Ya habrá tiempo de cambiar el diseño del blog, pero batallitas empezamos hoy. Esta tarde vuelo a Madrid (benditos precios de ryanair.com. Más barato que un menú de McDonalds) para pasar un par de días de intensiva búsqueda de piso. Por eso insisto: si tu caso es el mismo que el mío, o te falta uno para completar, avísame. A ver si mis futuros compañeros de piso son unos salemitas y yo no me he enterado, pardiez.
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Posdata: El próximo viernes haré una firma de libros de La guía secreta de Harry Potter en Dénia, Alicante, España, Europa. No sé cuántos lectores alicantinos se pasan por aquí (¿hay alguno?) pero por si las moscas lo digo. Más información de la firma en www.laguiasecretadeharrypotter.com

El traje

Hace un año conocí a un chaval cuyo sueño era vestir de traje todos los días. Bueno, vale, no sería su sueño propiamente dicho, pero apenas le acababa de conocer y ya me estaba contando lo mucho que le gustaban, la elegancia que emanan, el señorío y nosequé. El chico estudiaba -y estudia- para enfermero, así que salvo en bodas y bautizos, me temo que el traje apenas lo va a oler.

Yo soy todo lo contrario. Mi concepto de éxito en el futuro consiste en que nadie me obligue a vestir traje. Que pueda ponerme lo que me dé la puñetera gana, resumiendo, lo que hago todos los días. Y que la gente de mi alrededor pueda hacer lo mismo. Que lleven piercings, rastas, que acudan al curro en camiseta de tirantes si quieren, o vestidos con total pulcritud si eso es lo que quieren, pero a su gusto. No comparto eso de que a mayor "elegancia", mayor seriedad. Será porque he conocido tipos muy miserables con corbatas de seda, pero las apariencias me importan bastante poco. Pero mi irreverencia a las etiquetas no sólo va con los trajeados, va con los demás. No entiendo por qué los góticos necesitan vestir así. Ni qué tendrá que ver la música heavy con el pelo o la ropa, como si ese aspecto, un código de vestimenta como los demás, no hubiese sido inventado por un tío con nombres y apellidos. A ver si vamos a creernos que todo esto es innato. Me gustaría que me lo expliquen. Prefiero que no me digan que con su ropa quieren expresar su personalidad, porque entonces qué poca personalidad tendrán que tienen que expresarlo con la ropa. Heavies, necesito vuestra ayuda. Es evidente que apenas os he conocido y necesito que arrojéis un poco de luz a mi ignorancia.

Una experiencia literaria

Imagino que no hay forma perfecta de hacer las cosas. Siempre hay éxitos y errores, y no me resignaba yo a ser tan rematadamente humano como los demás. Así ha sido la publicación de La guía secreta de Harry Potter.

Cada vez que alguien me viene a preguntar por qué no sale mi nombre en portada, le tengo que explicar que eso de 'El Cronista de Salem' es mi seudónimo. Entonces salen con que vaya tontería y decepción, y a mí, que no me gusta dar explicaciones a quien no se las tengo que dar, le digo que la editorial lo quiso así y santas pascuas que fin del tema.
Lo cierto es que me alegro mucho de que lo que aparezca en portada sea el seudónimo. Esa fue mi pretensión durante todo el tiempo y sólo, muy al final, me decidí a que apareciesen nombre real y nick, por presión de mis amigos. Así se lo puse a la editorial y luego, requetetachán, en la portada se quedó 'Cronista' a secas. Me quejé de vicio, pero oye, en realidad es lo que había querido todo el tiempo. Por dos razones:
  1. Porque ese libro lo escribió El Cronista de Salem, que ha sido el auténtico fan durante todo este tiempo. Le debo mis respetos cuanto menos.
  2. Porque cuando salga mi nombre muggle en portada, creo que sea con una novela completamente original.
Hoy hace un mes desde el lanzamiento oficial. Vale, no hace un mes desde el lanzamiento de facto, pero no es culpa mía si un error informático echó al traste la distribución. Ni siquiera hoy puedo encontrar el libro en Casa del Libro (Casa del Llibre, perdón) de Valencia, aunque paradójicamente La guía es actualmente el sexto más vendido de la versión online. Me he dado cabezazos cada vez que me decían "el libro no ha llegado todavía" o "nos han preguntado varias veces, pero no nos lo envían ni a tiros". Algún ingenuo de la vida me decía que llevase yo personalmente los libros a las librerías, como si además de autor fuese imprenta y distribuidor. No, las cosas no son así. Hay una maquinaria que hay que respetar. Una vez se publica el libro, mi autoridad viene a ser más o menos nada.
Pero oye, las cosas han ido guay. Mucho mejor de lo que jamás hubiese pensado. Además del flamante sexto puesto en Casadellibro.com (que no sé qué margen de error tendrá, pero si estuviese en el puesto cien ya me daba con un canto en los dientes) descubro el libro entre los más vendidos de algunas tiendas de Fnac, El Corte Inglés y en FantasyTienda me dicen que es lo más vendido del verano, sin contar esos sangrientos Crepúsculo contra los que no hay dios -ni hombre lobo- que compita. Todavía estaba protestando por la pésima distribución del libro cuando la editora, la misma que sale en Agradecimientos, me llamó para decirme que habían mandado a imprimir la segunda tirada. Por eso es doble nuestro orgullo, el mío y el de todos los que han trabajado en esta publicación: pese a todos los inconvenientes de los puestos de venta, y sin presupuesto para promoción, habíamos logrado cuasi-agotar la primera tirada en dos semanas. La pregunta era cómo, si el libro no se vendía en la mitad de sitios, pero está visto que la otra mitad lo ha vendido por todos los demás.
No sé qué sentirán otros autores, pero a la frustración de la mala distribución (problema informático, recuerdo) se suma lo mal que colocan el libro muchos libreros. De verdad, es desesperante. Siendo novedad y con la película recién estrenada, no se explica que en algunos sitios lo escondan como si no lo quisiesen vender. En otros lo tienen enterrado bajo pilas de libros desfasados. Hay librerías que lo colocan entre Pocoyó y Kika, como si se tratase de un libro infantil. Lo siento pero no.
Digo que hay libreros muy especiales porque cuando hace un mes fui a Madrid, los de Ediciones B me dieron un montón de pegatinas de 'Ejemplar firmado por el autor'.
-Así podrás ir a librerías y dedicar unas cuantas copias. Tú ganas, nosotros ganamos, ellos ganan.
-¡Guay!
El plan suena genial: autor se ofrece a dedicar al momento un montoncito de los ejemplares que hay en tienda para que el librero pueda venderlos a mayor velocidad. Suena genial, pero no. No he conseguido gastar ni una puñetera pegatina: librería a la que he ido, librería que me ha puesto pegas.
-Pero si no se venden los ejemplares, no está comprometido a quedárselos. Puede devolvérselos al distribuidor.
-No sé, no sé... vuelve otro día.
Me acabé hartando y desistí. El único sitio donde me hicieron caso, previa llamada a la responsable de planta, previa llamada al director del local, fue en Fnac Callao. Se vendieron rápido. Las pegatinas las pusieron ellos, mi gozo en un pozo. No entiendo por qué las librerías ven tanto problema a algo que les beneficia mucho más que a mí.
Uno siente presión por dos frentes: la primera, con la editorial, que es a la que uno convence para que edite el libro. El autor escribe, los otros invierten. Si el libro vende todos contentos, pero si resulta un fiasco, y anda que no ha habido fiascos en este país, la editorial tiene pérdidas y se acuerda de todo el árbol genealógico del autor. En España se publica muchísimo e igual funciona que no lo hace. Mi alivio con la editorial, y también el suyo, fue comprobar que ha funcionado.
Pero esto no tiene sentido si el libro no gusta. Soy lo suficientemente serio como para negarme a publicar algo que a mí no me entusiasma, pero creí en La guía desde el principio. Creí en el libro pero no sabía que iban a pensar los demás, y he leído -creo- todos y cada uno de los comentarios que han salido en la red, igual que los e-mails que he recibido. Los he leído y los he disfrutado, porque las críticas son estupendas, hasta el punto que me he mortificado pensando que la gente exageraba por amabilidad y he buscado también las críticas de los que no pensarían que yo iba a leerles. También son buenas. Suspiro aliviado. Muy aliviado, porque lo importante no es lo que vendas, sino no decepcionar a quien lea el libro. Supongo que habrá quien prefiera ser un best-seller que un libro recomendado, no sé. Yo me sentiría muy deprimido si mi libro se vendiese como churros pero a los lectores les pareciese una bazofia. Menudo fracaso como escritor.
Y ahora, a esperar. El libro va camino de América (no ha pasado un día que no me pregunten al menos cinco veces cuándo llegará a tal o cuál país. Septiembre, esa es la fecha que he oído). Todavía tengo que conocer las opiniones de los latinoamericanos y quién sabe, quizá pueda ocurrir algo más. Este mes no ha sido ajetreado (yo no vendo los libros, lo máximo que puedo hacer es ver cómo de bien -o mal- los han colocado en el expositor de la librería), así que me he limitado a observar la colocación en librerías y críticas en Internet.
Pero se me abren puertas con este libro. Y de nuevo me alegro de haber utilizado el seudónimo, porque así nadie podrá aprovecharse del nombre que salió en la portada, ni siquiera yo. Será ganárselo de principio a fin, y para eso no hay que tener prisa, sino tener la cabeza bien amueblada y paciencia para demostrarme a mí lo que quiero antes que demostrárselo a los demás. Estamos a 2009 y tengo la sensación de que este año va a ser simplemente especial. Ja vorem.

That's not my name, de The ting tings

A veces imagino que trabajo en Nebraska, en un boticario, y que los viernes no me dejan salir hasta las diez. En eso estoy leyendo el final de un libro muy bueno cuando me viene un cliente con unas hierbas en la mano y me dice:

-Excuse me, mister Reynolds.
Y entonces salto sobre la mesa y empiezo con esos de That's not my name. Si alguna vez alguien me estropea el final de un libro, imaginando también que trabajo en un boticario de Nebraska y que no salgo hasta las diez los viernes, esto es exactamente lo que haré. Lo prometo.

De por qué los valencianos votan a Camps

Los de fuera se preguntan, y no con razón, cómo puede ser que el presidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps esté tan apoyado por los ciudadanos cuando se le ha acusado de corrupción. Sé que he retrasado esta entrada y no ha sido por ningún motivo interesado: a mí Camps no me debe nada y yo a él tampoco. Afinidad no le tengo, y él a mí no me conoce. Lo que pasa es que la entrada se ha retrasado por pereza y asuntos de más urgencia, no hay más. Pero aquí va.
Creo que es necesario adentrarse en la mentalidad valenciana para entender las elecciones de nuestro pueblo. Camps puede caerme mejor o peor, igual que Rita, pero hay algo que me resulta indiscutible de ellos, y es que su forma de gobernar es en gran medida un reflejo de las conductas de los valencianos. Para no aburrir: podemos hacer la vista gorda con el dinero que se lleven de las arcas siempre y cuando nuestra vida vaya a mejor. Podrán decir lo que quieran en la oposición, pero los valencianos llevamos muchos años viviendo muy bien. No creo que podamos darle pena a nadie.
Pensando en los valencianos, mi impresión es que somos capaz de perdonar "pecados" siempre y cuando tiren las cosas p'alante. Nadie dice que vayamos a pasar por berlusconnadas, pero lo cierto es que a Zaplana se le toleró lo intolerable mientras fue presidente de aquí.
-¿Acaso no vivimos mejor?
-Pues eso.
Será porque el valenciano da por hecho que todos los políticos roban o también porque se compara con otras regiones de España y ve que están mucho peor, pero con Zaplana pasó pro el aro. Por misterios del CNI, el expresidente es hoy un auténtico apestado en nuestra tierra (¿qué ha pasado para que la gente haya abierto los ojos después de irse, si le despidieron con el pañuelito años atrás?), y por eso, cuando El País nos cuenta que Camps ha recibido trajes por valor de 30.000€, lo primero que pensamos es: ¿sólo?
Y como ese "sólo" es lo único que se ha podido demostrar, Camps es recibido con aplausos de su absolución. En la Comunidad Valenciana se mueven trillones de euros. Que nos digan que el máximo dirigente, que ha tenido la llave a todas esa fortuna, no ha cogido ni un euro de las arcas y que su "único" delito ha sido recibir un regalo de un amigo, nos suena a bastante poco. Sobre todo cuando la misma semana te enteras de que el alcalde (socialista, pero lo mismo da) de un pueblo sin nombre perdido por la Sierra ha robado un millón de euros del dinero público. Y Camps, que tiene a su alcance infinitamente más, simplemente ha recibido un regalo pagado por un particular.
Por eso el valenciano de a pie no se escandaliza. Incluso si se hubiese probado el cohecho, que esos regalos tuvieron contraprestación en contratos inmerecidos, el escándalo no hubiese ido a más. El valenciano sólo se levantará cuando las cosas vayan mal, que llegará, pero por ahora está más ocupado con su paella. Creo que no hay un sólo ciudadano aquí que de verdad crea que Camps pagó los trajes de su bolsillo. Lo que pasa es que siendo un presidente de comunidad, y con tantas tentaciones al alcance, que lo máximo que le puedan sacar para desacreditarlo sea eso queda hasta bien. Y qué decir de Rita, una eternidad en el cargo, y de la que lo único que tienen es un pinchazo telefónico en el que uno va a comprarle un bolso de Vuitton pese a que ella no le sigue el juego, como se da a entender.

Último párrafo (TERMINÓ): estoy tan quemado de los falsos prejuicios y estereotipos que quiero hacer algo por combatirlos. Lejos de ser un erudito, mi única forma de derrotarlos es aprender, y aunque los viajes son un remedio envidiable, Internet nos da unas ventajas que a veces desaprovechamos. Los programas de televisión y revistas dedican horas y páginas a contarnos cómo son los rincones del mundo, pero ni por esas nos hemos quitado las imágenes anticuadas de nuestros vecinos del mundo. Quiero que me ayudéis a parar eso. Quiero iniciar una nueva sección en este blog que sirva para rehacer la visión que tenemos de delincuentes mexicanos, vascos independentistas, catalanes peseteros y vagos andaluces. Sin renunciar a la parte de la verdad, quiero que sean ellos mismos los que reconstruyan su propio carácter. Por hacernos un favor a todos, vamos, porque detesto destilar incultura con estas descripciones tan simplistas como estereotipadas.
Si te prestas al experimento (que consiste en responder a unas preguntas que te haré cuando se tercie, que esto no es para hoy ni mañana) escribe a cronista arr0ba harrylatino.com. Tengo ganas de conocer a los ciudadanos del mundo tal y como son en realidad. No te olvides de indicar tu sexo, edad, ciudad y país. Si lo hacemos bien, puede ser tan divertido como instructivo. Ya tengo ganas de empezar con Cataluña. Ni el País Vasco con su terrorismo sufre tanta "manía" como los catalanes.