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HarryLatino y yo [y el documental]

Siempre he pensado que como mi sueño más repetido es un recuerdo de cuando me cambié de colegio a los doce años, aquello tuvo que ser por fuerza el hecho más significativo de mi vida. Luego estaría el cambio a la universidad, también importante, y por supuesto el día que me fui a vivir a Madrid. Sin embargo, ahora no estoy tan seguro de que nada de esto haya afectado tanto a mi vida como otra razón. Una razón que de hecho, ha afectado a todo el orden de mi vida. Estoy hablando de HarryLatino. Para quien no la conozca, HarryLatino es una gran comunidad de Harry Potter en castellano de alcance mundial. Es un sitio fan, sin más oficinas que los ordenadores de nuestras habitaciones, pero creció tanto y tanto que produjo un fenómeno social al que no encuentro referentes en el resto de la red, a excepción de las webs multinacionales que participan en la bolsa. Quizá por eso nunca se tomó en serio, y eso fue lo mejor que nos pudo pasar: creamos un espacio de dimensiones que nos sobrepasaban, pero no teníamos que rendir cuentas a nada ni nadie. Nosotros plantamos una semilla y creció tanto que no alcanzamos a ver el final. Somos responsables de la raíz, pero no sé hasta qué punto podemos atribuirnos los frutos. Ni nosotros mismos podíamos imaginarlo. HarryLatino cumple hoy diez años, una edad impresionante tratándose de internet. En realidad, diez años ya son muchos para cualquier cosa, pero mucho más en internet. Y son diez años sanos, maravillosos, de continua transformación, en los que se logró lo máximo cuando ya teníamos lo mejor, y posteriormente, mantuvimos el tipo pese a que la llama de la saga se apagaba después de publicarse el último libro. HarryLatino ha vivido todos las emociones humanas a lo largo de una década, ha conocido cientos de colaboradores y puede presumir de haber sigo el máximo referente en una de las principales búsquedas de Internet, algo que muy pocos consiguen. Pero es que además de sus contenidos variopintos (nadie tenía noticias exclusivas como nosotros, ni una galería de imágenes tan grande, ni una enciclopedia, ni una web de fanfics, ni nada parecido a lo que nos hizo y la hace la favorita), HarryLatino consiguió crear un fenómeno social que sobresalía al creado por la propia J.K. Rowling. Porque sí, ella creó los libros, pero lo que surgió en HarryLatino excedía todo aquello: congregaciones en todos los rincones de España y América Latina, personas que se conocían y enamoraban, personas que se han casado y tenido hijos, personas que utilizan muletillas de HL en su vida diaria, personas que son hoy esas personas porque pasaron por HarryLatino y los marcó para siempre. Hablamos de miles y miles de personas. Y uno más de todas esas personas fui yo.

Aunque siempre me esforcé (más después de unos primeros desengaños de los primeros años) por mantener mi vida personal de la "profesional" (por más que HarryLatino fuese una afición), siempre afectó en mi vida. No quería que mis amigos fuesen los de la web, pero no pude evitar que algunas personitas que colasen en mi mundo de la forma más discreta, para quedarse hasta nuestros días. He hecho amigos donde a simple vista sólo había bits, he aprendido en psicología lo que no enseñan los manuales y tengo dotes de dirección, consecuencia de ser director de una comunidad con más de cien colaboradores, que bien le vendrían a cualquiera que se lance ahora al mundo empresarial. He aprendido en diez años lo que uno puede no aprender en toda una vida. Sin HarryLatino jamás hubiese visitado América Latina (al menos, como lo hice) ni conocido a actores del reparto en Londres. Tampoco hubiese estado ante la mismísima Rowling dentro del Museo de Historia Natural, dedicándome el séptimo libro. Con mi experiencia pottérica llegué a publicar un libro que fue uno de los más vendidos del verano de 2009. También gracias a HarryLatino he viajado por España y, aunque quisiese negarlo, jamás podría ignorar un hecho trascendental: que hoy por hoy me dedico a lo que me dedico gracias a mi paso por HarryLatino. Toda mi experiencia profesional, la misma por la que hoy vivo en Madrid (¡algo tan importante como mudarse de ciudad!), tiene su origen en que un día fui el director de esta gigantesca comunidad. Aquello me facilitó conseguir algunos trabajos, y si hoy los que me contratan no saben qué es HarryLatino ni lo que yo tengo que ver, yo sí tengo muy claro que si hago marcha atrás en mi vida laboral, todo se remonta a la misma web. Hoy no me dedicaría a lo que me dedico ni tampoco viviría en Madrid si HarryLatino no hubiese existido para mí. ¿Cómo no voy a estar feliz porque esta web cumpla hoy diez años, cuando le debo prácticamente la mitad de mi vida? La otra mitad no tiene nada que ver con Harry Potter ni HarryLatino. La mayoría de mis amigos ni siquiera han leído la saga, y siempre lo he preferido así. Pero nadie puede ignorar, y yo lo veo ahora con más claridad que nunca, que hoy estoy donde estoy porque una vez me crucé con la mayor comunidad del niño mago y fuimos de la mano durante diez años. Que la deuda de vida que tengo con HarryLatino no la tengo con nada ni nadie. Feliz décimo aniversario. Diez años es casi la mitad de mi vida. Pero es que HarryLatino ha afectado tanto a mi vida y futuro, a mi trabajo y la ciudad en la que vivo, que media vida me parece poco para compensarlo. Y para terminar, un documental de HarryLatino que ha preparado Vito:

Sexo en Nueva York

Acabo de terminar de ver las seis temporadas de Sexo en Nueva York, que gracias a mi buena dosificación me han durado casi cuatro meses, y vaya, estoy un poco en ese estado en el que nos quedamos todos cuando termina una serie que nos gusta (nada que ver el fin de Perdidos, cuando mi estado se paseaba entre la indiferencia y la indignación). La serie de las cuatro neoyorquinas me ha parecido sobresaliente, con cuatro personajes apasionantes, y lo que más me ha gustado (como cabía de esperar, porque siempre es mi trama favorita), la fuerte amistad entre ellas. El tema de la amistad es mi favorito en cualquier serie o película.
No se puede tener un mínimo de cultura de televisión e ignorar Sexo en Nueva York. Sin embargo, mis prejuicios la clasificaban como una historia hembrista, exclusiva para público femenino, con el sexo como principio y final y nada más con lo que entretenernos. Me equivocaba: Sexo en Nueva York es una serie protagonizada por cuatro mujeres, sí, pero cuatro mujeres que quieren aspirar a lo máximo -y lo pueden conseguir- en un mundo donde los hombres, admitámoslo, hemos gobernado sin su permiso durante demasiado tiempo. La justa igualdad a la que nadie puede decir ni pío, vamos, y en cuanto al sexo, es un tema tratado con comicidad y sin -casi- vulgarismos,  igual que las relaciones, tan importantes a lo largo de las seis temporadas. Tanto las relaciones entre ellas como con sus parejas están cuidadas al detalle. Uno puede emocionarse con los avances sin necesidad de ser mujer. Solamente es una historia humana.
Reconozco que la segunda mitad de la última temporada me ha tenido con los ojos húmedos todo el tiempo, pero es que ya veía el final. Los dos episodios del desenlace, sin embargo, tenían los guiones más flojos de toda la serie, lo cuál es para enviar a los guionistas al cuartelillo, porque una serie así no se merece unos diálogos tan insulsos, aunque la historia siguiese siendo buena. Un poco de espóilers: detestaba el personaje del ruso y lamento que haya salido tantos episodios. Tampoco entiendo el final de Samantha, es innecesario (y su pareja sólo podía aspirar a un cameo. Su interpretación durante taaaantos episodios empaña todo el final. ¿A quién se le ocurrió? Todo lo que lo rodea es un error). Sin embargo, me encantó el final de Miranda, Carrie y Charlotte. Después de tantos episodios, uno no puede evitar empatizar con sus finales y emocionarse como si estuviese en la misma mesa de su café de Nueva York.
Qué lástima que la serie haya terminado. Las películas ya las veré, pero con la serie he cerrado un círculo. Ahora tendré que buscar otra serie que me enganche, a poder ser de no más de veinticinco minutos el capítulo, y situarla en mi parnaso televisivo personal. ¿Alguna sugerencia para empezar?

PROYECTO ENTRADA N.º 1.000 (necesito tu colaboración. No ignores la entrada)

Jopé, tengo que empezar a pensar en algo, porque en cuestión de un mes o dos Crónicas Salemitas alcanzará la entrada número mil desde su creación. A ver, focos, que hay que dar rigor al momento.

CRÓNICAS SALEMITAS.
CASI MIL ARTÍCULOS.
Mil artículos es algo mucho más emocionante que celebrar tres años de blog. El tiempo pasa para todos, pero a mil sólo se llega cuando se tiene constancia y, para qué engañarnos, bastante verborrea y ganas. Quedan menos de veinticinco entradas para llegar a la número mil, y al ritmo de publicaciones de Crónicas Salemitas, eso significa que el día llegará a finales de 2010 o comienzos de 2011. Se me ocurren algunas cosas que puedo hacer, aunque todo se parece a las entradas de los aniversarios (que no son nada interesantes, para qué engañarnos). Pero hay otra opción, alternativa a la posible entrada lacrimógena de siempre que todos preferimos evitar. Dado que Crónicas Salemitas es lo que son sus lectores (por mucho Cronista de Salem que sea servidor, me diréis qué es Salem sin sus habitantes salemitas, es decir, vosotros). Estaría bien que la entrada 1.000 la hicieseis vosotros, pero como daros a todos acceso al panel de administración puede ser un poco desastroso, y tampoco me gusta dar directrices, quiero que os animéis a hacer lo que se os ocurra. El caso es celebrar las mil entradas de Crónicas Salemitas a lo grande, pero no para regodeo del autor, sino de todos vosotros. La cifra de tres ceros puede servir para cantar las cuarenta a Cronista, sacarle los colores con sus incongruencias o señalar todo en lo que está equivocao. También podéis escribir sobre qué debates os han resultado más interesantes, en qué habéis cambiado de opinión (ya sea por mí o por el argumento de otro comentarista) e incluso si alguna vez ha afectado a vuestras vidas. Podéis expresarlo por escrito, con dibujos, por escrito-y-dibujos-en-lo-que-se-llama-comúnmente-viñetas, canciones, grafittis, fotos, videos (o videoblogs), cartas abiertas, ¡lo que se os ocurra! Pero si lees Crónicas Salemitas desde hace tiempo, ya sea desde la entrada número uno, la doscientos doce o la ochocientos dieciséis, y el blog significa algo para ti (aunque ese algo sea algo tan valioso como rellenar los minutos que tarda en hacerse la tostada. Yo con eso estoy más que satisfecho), anímate a participar. Yo he escrito un millar de artículos, he superado de largo el medio centenar de viñetas (y algunas eran cómics con muuuchas viñetas) y en ocasiones hasta me he dejado fotografiar, aunque vale, esas ocasiones han sido bastante anecdóticas. Crónicas Salemitas me apasiona por vosotros. Ahora os pido, amo de casa del Perú o ingeniera de caminos de Tous, estudiante de Montevideo o librero de Santander, que seáis vosotros los que hagáis, con la suma de todos, la entrada más especial, la que da auténtico sentido a todo esto. Sé que puede dar pereza, pero el resultado puede ser muy chulo y gratificante. Que luego no participará nadie y diréis "¡si lo llego a saber...!", que os conozco bacalaos, pero sé que este blog tiene un buen puñado de lectores aunque lo lean en la sombra, y sería absolutamente maravilloso que salieseis a la luz por una vez, de la forma que queráis, del modo en que os sintáis más cómodos. Se trata de hacer una entrada número mil que cuando uno la vea/lea/escuche, se pueda entender todo lo anterior.
Para participar: enviad vuestras participaciones a cronista.salem [arroba] gmail.com con el asunto "Entrada mil". Hacedlo pronto, porque aunque la entrada mil no tenga fecha, cada día se acerca un poco más. Si conocéis a antiguos salemitas que se desengancharos también podéis comentárselo. Gracias de antemano. Ahora sois vosotros los cronistas salemitas.

No sé cómo te atreves


Los Planetas con La bien querida. Ya sé que las canciones que pongo en el blog son lo más impopular de Crónicas Salemitas, pero este tema refleja sorprendentemente bien mi vida reciente, y lo expresa mucho mejor de lo que lo podría hacer yo. Tomadlo como una entrada en verso.

Pis en el saco de dormir: los resultados

Hace meses descubrí que aquella cancioncilla de "Pepe se ha hecho pis en el saco de dormir" cambiaba radicalmente de región a región. Lo comprobé con Valencia, Santander y Palencia, pero después de escribir aquella entrada, muchos aportasteis vuestras particulares versiones de la canción. A continuación reúno la compilación total, por si un día llegan los alienígenas y quieren estudiar nuestro comportamiento sociolingüístico. Es interesante porque los que sois de la misma ciudad coincidís con las mismas versiones, lo que demuestra que son rimas muy locales, pero una vez se sale de la población, no hay coherencia con las poblaciones más próximas (aunque sí puede hacerla con una población que está en la otra punta del país, lo cuál enrede más las cosas). También es curioso que existan versiones tan parecidas y a la vez tan distintas con América Latina, o que se cambie plaza por casa, o san Juan por don Juan. Es un caso perfecto de transformación geográfica de la música. ¿Cómo se habrá extendido esta canción, y cuándo? Podría ser de hace siglos, aunque es evidente que versiones como la del Cola Cao son más modernas. Sin embargo, no hay otro modo de explicar su extensión por toda España y América, además de su evolución. Qué interesante es la lengua.
Nota para los extraterrestres: Menganito se puede sustituir por cualquier nombre.

Asturias (España): Menganito robó pan en la casa de san Juan.
Barcelona (España): Menganito se hizo pis en el saco de dormir.
Canarias (España): Menganito se hizo pis en el saco de dormir / Menganito se hizo caca en una lata.
Castellón (España): Menganito se ha cagao en el bote de Cola Cao.
Cataluña (España): Menganito se ha hecho pis en el centro de París.
Chile: Menganito le robó la manzana al profesor.
Colombia: Menganito se robó un pan en la esquina de su casa.
Galicia (Huelva): Menganito se hizo pis en el saco de dormir.
Granada: (Huelva) Menganito robó pan en la casa de san Juan.
Huelva (España): Menganito robó pan en la casa de san Juan.
Madrid (España: Menganito se hizo pis en el saco de dormir / Menganito robó un pan en la fiesta de san Juan.
Málaga (España): Menganito robó un pan en la fiesta de san Juan.
México: Menganito se llevó las galletas sin decir.
Murcia (España): Menganito robó pan en la plaza de San Juan.
Palencia (España): Menganito fue a llamar a la puerta de San Juan.
Puerto Rico: Menganito se comió el pan en la casa de don Juan.
Santander (España): Menganito robó un pan en la fiesta de san Juan.
Sevilla (España): Menganito le robó veinte duros al profesor.
Valencia (España): Menganito se hizo pis en el saco de dormir.
Valladolid (España): Menganito se ha meao en el saco de dormir.
Valparaíso (Chile): Menganito le robó el sombrero al profesor.
Zaragoza (España): Menganito se ha cagao en un bote de Cola Cao.

Seguro que todavía faltan cancioncillas por agregar. Si tu versión no está en la lista, anímate a escribirla en los comentarios.

Mi tarde con los monjes tibetanos

En estos días de principios de curso, uno puede asistir en Madrid a todo tipo de clases inaugurales de forma libre y gratuita, de esas de "ven a verlo sin compromiso". Me resisto a que los días pasen sin ser recordados para siempre, de modo que pensé en actividades que pudiese hacer para mi máxima satisfacción. Lo de estudiar valenciano en la capital de España puede parecer un pelín friki y surrealista, aunque no puede ser peor que suajili, opción que he tenido que descartar por cuestión de tiempo. Barajé la posibilidad de volver a ir a clases de pintura (más de diez años después de la última vez) aunque soportar los humos de algunos artistas es un arte del que no puedo presumir, de modo que también me rajé con esto. A lo que no he renunciado esta vez, después de años esperando el momento, es a visitar un centro budista y participar en un curso de meditación y relajación.
La primera vez que fui hasta allí me tuve que ir porque no veía el centro por ninguna parte. Fue mi primera desilusión, aunque si hubiese sido listo como para sacar el móvil y buscar al instante en internet, sabría que el centro no está en ningún bajo comercial, como esperaríamos de cualquier iglesia o mezquita. Está en un quinto piso, discreta e imperceptible.
Para cuando descubrí la auténtica ubicación, temía que fuese demasiado tarde para apuntarme a la clase inaugural. Menos mal que escribí, porque me dijeron, con toda la amabilidad de oriente, que todavía estaba a tiempo de ir. No necesitaba más, sólo confirmar mi asistencia para "avisar al maestro".
Hasta el último minuto no supe lo que iba a hacer. Por mucho que me guste ir a mi aire, detesto entrar solo a sitios desconocidos. Ni qué decir de ir al cine o a un restaurante, caray. Son experiencias por las que yo no paso, pero tenía que hacerme de tripas corazón y ser un poco valiente por una vez en la vida. Así que fui.
Llegué demasiado pronto, de modo que hice una parada en la cafetería de la manzana de al lado. Allí, haciendo tiempo leyendo el periódico sobre la barra, bebiendo a sorbos largos un café apenas azucarado, me sentí mayor como no lo había sentido nunca. Aunque uno tenga muy claro lo lejos que dejó la adolescencia, hay golpes de efecto que son como bofetadas. Momentos en los que uno se da cuenta de lo parecido que es a su padre y dice bueno, podría ser peor. El paso de los años que pasa por todos.
Si no me había costado entrar a tomarme un café, lo de entrar a un centro budista debía ser pan comido. Me acerqué al portal, llamé al telefonillo (por cierto: el otro día oí una niña en Córdoba llamarlo "teleportillo". Me hizo gracia) y subí andando varios pisos. Dentro había el ajetreo de media tarde, pero mi consuelo era que hubiese más cabecitas locas estrenándose esa tarde. Se me acercó un responsable de la congregación (con ropa occidental muy elegante, y yo que había intentado ir lo más cutre posible para no desentonar. Mierda de prejuicios) y me invitó a entrar al templo. Eso sí: primero quitándome los zapatos.
Me alegré de haber tenido una sospecha al respecto, porque cinco minutos antes de salir de cada me cambió de calcetines porque tenían un agujero. Estaba satisfecho con mi gran visión cuando me quité el suéter y advertí la camiseta que llevaba: una de La rebelión de Atlas, un libro muy polémico que defiende apasionadamente el individualismo, y que no sé si pegaba mucho en un ambiente budista de buen rollo. Demonios: yo cuidándome de no desentonar con la ropa y no me doy cuenta de que voy con una camiseta con un mensaje ideológico claro.
Dentro de la sala, llámese templo, todos los cojines se dirigían hacia una pared repleta de figuras de Buda, retratos del Dalai Lama y más cosas que no podía reconocer con muy educación bien avenida de presunto cristiano. Nos dijeron que eligiésemos las posturas con la que nos sintiésemos más cómodos y yo, culo inquieto, intenté dar con la menos mala. Nos preguntó si estábamos relajados, a lo que recordé el café que me había tomado cinco minutos atrás y murmuré algo que no se parece a ¡maldición!. Estaba interesado sobre todo en la gente de mi alrededor, gente que seguro que son tildados de excéntricos o esnobs por acercarse a un centro budista y todo lo que buscan es una experiencia nueva y sacar algo en positivo, si acaso aprender. No era gente más rara que yo. Y todos íbamos con los mismos conocimientos inexistentes, lo que era de agradecer.
Por fin entró el maestro a la sala, un español con el pelo rapado al cero, gafitas a lo Gandhi y la vestimenta típica naranja de los monjes budistas. No es un disfraz: es su ropa. Uno tiene que cambiar el chip cuando va a un sitio así.
El hombre se sentó sobre un cojín y nos explicó en qué consistía eso de la meditación y relajación. Su voz invitaba a lo segundo, y con semejante calma, uno no podía menos que meditar. Nos enseñó una técnica de relajación con nombre sánscrito, aunque yo fracasé desde el minuto cero. Mi pierna derecha se había dormido al poco de sentarme sobre el cojín y con semejante incomodidad era imposible relajar el resto del cuerpo. Lo cómico llegó después, cuando otra novata se despertó después de pegarse una siesta involuntaria. Tuve que morderme los labios para no reír.
En qué consiste la meditación y relajación oriental es algo interesante que no está de más conocer, sobre todo si puede ayudarnos en nuestro día a día. Me intriga en qué puede mejorar nuestras vidas la sabiduría oriental. Vivimos demasiado encerrados en nosotros mismos, ahogados en nuestros propios prejuicios inmovilistas, y a veces la solución no está en un centro budista ni en la Swajilian master class, sino en lanzarnos a dar un paso y probar lo que nos ofrece el mundo y nunca nos atrevimos. Aunque a veces hagamos el ridículo.

Lo pueril del canon o cómo beneficia la noticia a los derechos de autor

Entro a la prensa digital esperando cualquier nuevo eco de los cambios ministeriales cuando un titular me saca los ojos de sus cuencas: El tribunal de la Unión Europea declara ilegal el canon digital y de los CD. El canon, el archiconocido canon, ese impuesto revolucionario que nos han cobrado los artistas de turno en calidad de compensación por vete tú a saber qué. Una barbaridad por dos motivos principales:

  1. El canon se impone en productos que se pueden utilizar para uso privado pero no hace distinción. Se supone que en España existe la presunción de inocencia, pero aquí se nos culpa de un delito y se nos obliga a pagar la correspondiente compensación antes incluso de preguntar. Les da igual que la fotocopiadora sea para fotocopiar novelas con copyright que escrituras notariales. Ellos sacan pasta de todo.
  2. El canon es todavía más grave de lo que parece porque el dinero está destinado a la SGAE, una sociedad privada. Ya me parecería mal que existiese el canon por el motivo primero, aunque el beneficiario fuese un departamento del Ministerio de Cultura, pero el asunto cobra dimensiones desproporcionadas y demenciales cuando encima descubres que nuestro impuesto injustísimo ni siquiera se administra desde las arcas públicas, sino desde una entidad particular. Es amargar más el mal chiste.
Como defensor convencido de la protección intelectual y los derechos de autor, no puedo estar más satisfecho con este fallo de la Unión Europea, que ha terminado con una injusticia largamente denunciada. Yo pago por mis libros, pago por mis cedés (aunque me cabreen los precios, pero pago) y me jode sobremanera que me obliguen a pagar un canon que no tiene ninguna justificación, a unos tíos que no representan a los artistas. El canon ha hecho muchísimo daño a los autores, a excepción de los cuatro gatos que se han lucrado de lo lindo con este impuesto impudoroso. Esta locura de la SGAE dio argumentos a los comunistas de la cultura para descargar lo que les viniese el gana, como si un extremo justificase el otro. Pues bien: ya ha terminado la dictadura del canon y es hora de trabajar duro para defender los derechos de autor con honradez y sentido común, logrando que la piratería sea sólo una anécdota y no el pan de cada día de los españoles. A ver qué dicen ahora los descargadores. Seguro que encuentran nuevas excusas para justificar lo que a todas luces es un robo de propiedad intelectual. Mi fe en ellos está por los suelos, pero hoy la he recuperado un poquito en el tribunal de la Unión. Gracias.

Caspar David Friedrich

Adoro todo lo que hace este pintor. Es increíble la fuerza que pueden tener unos paisajes aparentemente estáticos y figuras que dan la espalda al que mira y sin embargo expresan más que muchos rostros. Yo mientras aquí, pintando monigotes. Acabo de abandonar mi plan de hacerme retratista a euro en el Retiro.


Ideas de después de irse a dormir

Siempre que estoy escribiendo en serio, es decir, que la novela ya va lo suficientemente encauzada como para creer a ciencia cierta que la voy a terminar (no me ocurre con más de una cuarta parte de las cosas que empiezo, así que es un acontecimiento personal) me asalta la duda de qué es lo próximo que voy a escribir. Miro en el cajón y tengo unas cuantas opciones para seguir, proyectos que llevan años planeados pero que están esperando su momento de maduración, y entonces me asalta el pánico de que todo lo que me quede por escribir sean precisamente las ideas que tuve en el pasado, y que el futuro no me reserve ningún proyecto nuevo más. Vamos: el miedo a que se me acaben las ideas y sólo escriba las que surgieron tiempo atrás. Siempre que avanzo lo suficiente con una novela ocurre la misma situación.
Pero entonces, a la una y media de la mañana, enciendo la lamparita de la mesa de noche porque acaba de suceder. Sólo tengo que estirar el brazo para coger un cuaderno y un bolígrafo, colocados estratégicamente para tomar notas después de irme a dormir, y volcar sobre el papel todo lo que ha aparecido en mi cabeza de pronto, sin avisar, cuando ya creía que no volvería a tener ideas. Apunto hasta la última idea, por descabellada que sea, con una caligrafía que demuestra que escribo sobre el colchón. Es igual. Vale la satisfacción de vivir siempre el mismo miedo porque después siempre llega el mismo impulso creativo de puro placer.

Zapatero dueño de España

Pongo por delante que el Estados de las autonomías me parece tan legítimo como el centralismo o la corriente independentista. Yo tengo muy clara mi opinión, pero no me atrevo a anteponerla a ninguna otra. Lo que no puedo respetar, porque es anteponer el interés personal al de más de cuarenta y seis millones de personas, es que Zapatero utilice el mapa de España y lo reinterprete sólo para mantener su culo pegado a la silla de la Moncloa. Por un lado su apoyo a las políticas de Montilla en Cataluña, tan controvertidas por culpa (estoy casi seguro, pero a estas alturas sólo me juego los garbanzos) de los socios del tripartito, y ahora en las tierras vascas, donde mira tú por dónde, acaba de prometer transferir competencias autonómicas que antes no soltaba ni cayéndosele los platos al suelo.
Yo no cuestiono que la transmisión de esas competencias sea lógica y legítima (no es de lo que quiero escribir, al menos), sino que Zapatero utilice privilegios tan importantes y propiedad del Estado, que es de todos y no suyo, a golpe de oportunismo. Si los vascos merecían estas competencias desde hace tiempo, que se las hubiesen concedido entonces. Y si entonces no se les concedió por no considerarse justo o equitativo, entonces no es de recibo que lo hagan hoy sólo para que Zapatero, que a fin de cuentas no es ni el primero ni último de los cuarenta y seis millones de españolitos, mantenga la presidencia, que a duras penas soportaría hasta 2012 de no ser por los pactos.
Cuando Zapatero ganó sus segundas elecciones y renunció a los pactos tan dañinos de la anterior legislatura, lo felicité por valiente y responsable con el país. Ahora tenemos de nuevo al penoso Zapatero de pactos de la primera legislatura, el mismo que nunca hubiese ganado sin un 11M, con la diferencia de que hoy gobierna además con una crisis de la que no nos saca. Existió un Zapatero malo en una época decente. Luego tuvimos un Zapatero decente en una época horrible. A partir de ahora se combina lo peor de los dos.

El fantasma de la transición

Escucho esta canción (Sr. Chinarro + Hola a todo el mundo) y os juro que no me explico cómo no le puede gustar a todo el mundo. Si alguna vez me eligen presidente de escalera, éste es el tema que debería sonar antes de mi discurso.

Reconozco que sigo recomendando música en mi blog más por autoterapia que por lo que os pueda interesar. Tengo asumido que la música que me gusta a mí sólo gusta a un grupo reducidísimo de los lectores, al tercero de los cuatro gatos. Lamento no conectar con vuestros gustos. En fin, qué se le va a hacer.

Esta entrada tampoco admite comentarios

Las edades de los quehaceres

A veces tomo un camino distinto para ir al centro, y así me aprovecho para pasear por calles increíbles de Madrid por las que no transita tanta gente. En una de esas descubrí una galería de arte, en cuyo escaparate se exhibían cuadros de un pintor realista que me apasiona. La primera vez que pasé por enfrente me quedé boquiabierto contemplando las pinturas. La segunda vez también. Creo que mi reacción es exactamente idéntica cada vez que me acerco y excuso la mirada en esa dirección.
Sin embargo, nunca me atrevo a entrar. Es una estupidez, pero creo que desentonaría completamente en una galería de arte. Yo, que no voy a comprar nada, paseándome por la sala como si fuese un intelectual. Es una imbecilidad, lo sé, pero a fecha de hoy todavía no me he atrevido a cruzar la puerta. Es sólo por la cuestión de edad: demasiado joven para entrar solo a una galería de arte, como si fuese una sala equis y me fuesen a exigir el dni. No es no.
Otras veces veo a gente mayor de copas, en una actitud de quinceañeros, y siento vergüenza ajena. Lo mismo cuando llevan ropa que no les corresponde, o correspondería, de existir un canon mundial de ropa para cada edad. Parece, porque la sociedad nos lo ha impuesto así, que existen edades para todo, cuando no hay ni una razón lógica -o justificable- para que yo no entre a una galería de arte o para que un señor de cuarenta diga "lo flipas con tuenti" si le da la gana. El problema es de cada uno. Pero los prejuicios nos siguen allá a donde vamos, por más evidente que sea el sinsentido. A ver si empiezo a quitarme de los míos.

Crónica de Cro en Egipto

Si ya sé que estáis deseando que me olvide de publicar mi crónica del viaje a Egipto, pero no vais a tener esa suerte. Eso sí: aprovechaos de que esté en plan vago y salga del paso con unas viñetas hechas en treinta minutos, dibujadas y escritas directamente con boli bic. No se puede ser más cutre, a diferencia de Egipto, un país que tenéis que visitar.

En proyecto

Hoy me toca ponerme ante la cámara para un proyecto que va a molar. Detesto que se me vea la cara, pero lo merece la ocasión.

Ser Nobel de Literatura

Admito que no he leído nada de Mario Vargas Llosa, pero el Nobel tiene eso: que te anima a conocer. A diferencia del resto de nóbeles, el de literatura es inconfundiblemente el más comercial, porque es el único que tiene repercusión económica directa en el ganador, además de la dotación económica que viene de Suecia. Mario Vargas Llosa empieza a multiplicar por veinte las ventas de sus libros esta semana, mientras que ni el de Paz, ni Física ni Química verán más dinero que el que les corresponde por el premio. Quizá becas para investigación, pero nada que vaya directo a sus bolsillos. El de Literatura sí.
Como el premio me pilló en Egipto, lo primero que leí fue el titular de "Pensé que era una broma", citando a Vargas Llosa. Lo que yo pensé al leer eso es que le habían gastado una broma telefónica cuyas respuestas habían sido tan polémicas que habían tenido gran repercusión, pero no, el siguiente titular me abrió los ojos: Premio Nobel de Literatura 2010. Me sentí terriblemente feliz al momento, y eso que a este autor lo conozco más por entrevistas que por su obra de escritor, porque ya hacía falta un nuevo nobel para las letras hispanas. De los anteriores galardonados hispanos, admiro a García Márquez y Cela. Paz, Neruda y Asturias me aburren. Del resto no tengo nada que agregar.
En otras lenguas, me cuesta entender el premio de Kipling, pero me entusiasman algunos como Saramago o Böll. Ser nobel de Literatura significan muchas cosas pero en resumen, la más importante, es que después de este premio ya no te queda nada por ganar. Hasta el nobel tiene su toque amargo. Desde aquí mando un saludo solidario con todos los libreros del mundo, porque la próxima semana van a tener que soportar preguntas estúpidas como el libro que ha ganado el nobel (como si lo ganase un libro), que les den algo de Manuel Vargas Llosa (y se enfadarán si lo que les dan es de un tal Mario. Entonces no lo querrán) o cualquier estupidez más.

Mi edificio moderno favorito de Madrid

Admito que me sentí tocado y casi hundido cuando vi que las Torres de Colón, mi favorito entre los edificios modernos de la ciudad, había sido elegido como una de las peores construcciones de la ciudad. ¡Pero si es maravillosa! Lo entiendo del edificio Valencia (lo único feo que tiene mi tierra está precisamente en Madrid), pero no de las Torres de Colón. Me parecen dos edificios gemelos geniales. Estos madrileños no valoran lo guay.


Algún día tendré que hacer un repaso de mis rincones favoritos de la ciudad, de ésta y la otra. Mientras tanto os animo a que me recomendéis los mejores sitios de las vuestras y, si encima sois de Madrid, tanto mejor. Seguro que después de un año todavía me queda mucho por ver. Ser un ignorante es la mejor de las noticias, porque eso significa que todavía te queda mucho por conocer.

Expresiones que irrumpen en mi vida, ya van cuatro

Nunca había oído la expresión "si es un perro me muerde" (para referirse a algo que se busca y se busca y no aparece, y cuando pedimos ayuda a alguien aparece en el lugar más visible), y este verano me he cansado de oírla en Madrid. Pero bueno, en Valencia también tenemos las nuestras, que el otro día dije la de "para lo que me queda en el convento" a unos amigos de fuera y les tuve que explicar lo que quería decir (en resumen: que no vas a tomarte molestias en algo para el poco tiempo que te queda en un lugar. Es como empeñarte en aprenderte el plano del metro de Londres cuando estás a punto de irte de la ciudad). Me encantan las expresiones, ¿lo he dicho ya?

Cro está en Egipto