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Grip

Me lo tomo a broma porque creo que no hay que alarmarse. Ya sabíamos que el primer caso comprobado de gripe porcina en España se dio en la provincia de Albacete, fronteriza con Valencia, y ahora sabemos que el segundo ha sido en mi propia ciudad.

Lo que me entero ahora mismo es que los dos jóvenes son estudiantes de la Universidad de Valencia, la mía, a lo que la presentadora agrega que el centro ha cerrado las puertas por diez días.
-¡Guay! -grito en silencio.
-Disculpen, ha sido un error. La universidad no cierra, pero ha recomendado no ir.
-Jo...
También es casualidad que el primer caso comprobado de Europa y uno de los siguientes estudien en mi misma universidad, pero es que ya ocurrió este año que recibí una carta de la consellería de salud, instándome a vacunarme de nosequé porque habían detectado tuberculosis pulmonar (la rarísima tuberculosis pulmonar, al menos en mi país) en uno de mis compañeros, y había riesgo de contagio. Dejando al margen que nunca acudí a la cita de vacuna y sigo vivo, no deja de ser curioso que la cosa vuelva a pasar. En tan poco tiempo. Con enfermedades tan raras. Y lo raro es que entre tanto ir y venir de los laboratorios de patologías, todavía no haya persona que se haya decidido erradicar la enfermedad más ridícula que ha padecido la Universidad de Valencia: el catalanismo. Qué ridículo hacen.

Una entrada pedida

Superadas las 666 entradas (ahorraos los "felicidades", satánicos de pacotilla), vengo a defender mis derechos. Porque mucho se me ha criticado aquí por poner en tela de juicio la ley de violencia de género, la campaña mediática que la envuelve, la ley de paridad y hasta los ustedes-ustedas. Para algunos soy un machista camuflado. Para otros, sólo pego palos a unos y dejo a los otros al margen. Pues bien: aquí viene la entrada que me han pedido en más de una ocasión, en la que demuestro que no soy ni lo uno ni lo otro.

La gente suele decir: "todos somos un poquito racistas", o "todos somos un poquito machistas", o... la gente, en resumidas cuentas, limpia su conciencia a base de generalizar sus propias patologías. Ahí es donde se supone que entramos todos los hombres, odiando un poquito al género femenino aunque sin ninguna mala intención. Sólo un poquito, nadie ha dicho que nada grave. Es algo natural, generalizado, lógico y aceptado.
No para mí.
No soporto que digan lo que soy sin siquiera preguntarme. No, no soy machista, ni siquiera un poquito. Siento decepcionaros, y lo siento para quien diga que lo tengo que ser por ley. Ni yo lo soy, ni creo que todos lo sean. Pero como parece que en esta vida hay que demostrarlo todo, vengo a decir lo que me da la gana.
A ver. Me considero una persona relativamente moderna. Educado en una familia conservadora, de derechas, y pese a ello (¿y por qué no?), feminista. Ellos no entenderán el término igual que yo, pero siempre me han dado de mamar, sin peroratas ni cifras, una igualdad de sexos que entiendo desde que nací. Nadie me dijo que mis primas tuviesen tanto derecho a helado como yo. Nadie reclamó los derechos de las mujeres de mi familia, ni tampoco de mis amigas o mi entorno. Las mujeres, sencillamente, están en el marco de igualdad desde que tengo uso de razón. Por muy conservadora que sea mi familia. Por muy apolíticas, de izquierdas o derechas que sean mis amigas.
He ido tanto a un colegio mixto como a uno de sólo chicos. Podría decir que empezar por el mixto me dio una cantera al llegar al de los Legionarios, pero no. Porque mis nuevos amigos llevaban ahí toda la vida y nunca los he considerado machistas, ni por asomo.  De derechas, vale, pero en absoluto machistas. En mi grupo de amigos del primer colegio las mujeres son la mitad. Nunca hemos ido chicos y chicas por separado, nunca se ha tenido en cuenta como un hecho diferenciador. Ahí estamos todos por ser nosotros mismos, no por cubrir cuotas de ningún gobierno. Pensamos distinto, pero yo también pienso distinto de Guille, igual que Ana de María. Mis amigas, las mujeres que conozco, nunca se han quedado cortas con sus ambiciones: me hubiesen decepcionado de aspirar a ser amas de casa, pero ellas quieren ser doctoras, notarias, bohemias, administrativas. Quieren ser, no que sean por ellas. Ninguna ahorra en ambiciones. Todas ponen medios para cumplirlas, y están a la altura (o para qué negarlo, por encima) de nosotros.
Detesto que la gente insista con eso de que las mujeres son inteligentes. Yo he conocido mujeres que daba vergüenza verlas, parásitos de sus maridos, parásitos de la contra-educación, parásitos de unos genes mal puestos que evidenciaban una clara inferioridad. Es una temeridad decir que todas las mujeres son tan brillantes como las que abanderan el género, pero es que entre los hombres también vamos curtidos, con especímenes a la altura de sus parejas. Pero no me cabe la menor duda de que en cómputo, en proporción, las mujeres válidas son tantas como los hombres. Y para rematar la entrada, y esto llego tiempo diciéndolo... (Polivalente me matará cuando lo lea) creo sinceramente que las mujeres conducen mejor que los hombres. En general. Ahí lo dejo.

La bala (ii)

Pues fui a una reunión informativa de UPyD, de cara a las elecciones europeas.

Y vi algo que me dio escalofríos.
Y el partido no tiene culpa de nada.
De hecho, el partido no es consciente de ello.
Y no sé la forma de abrirles los ojos sin verme salpicado por una historia la mar de incómoda. Muy, muy incómoda. Escalofriante. De cero dignidad.
Mi ilusión por el activismo político, tirado por la borda desde el momento en que abrí esa puerta.

Posdata: Os prometo que me hizo mucha ilusión que me imaginaséis en el PSOE, mucho más que si me dijeseis Partido Popular. Pero no. Creo que tienen demasiados prejuicios, los unos y los otros. Para uno sería un facha. Para otros, un rojo. Ninguno concibe el mundo sin Franco, pobrecitos niños.

De qué me quejo yo


Está bien relativizar, pero tampoco es plan de pasarse.


Titulares de despido

Leo en elmundo.es: "Despiden a una mujer en Suiza por usar Facebook mientras estaba de baja". Obviamente, el titular provoca consternación y rabia. ¡Qué asco de jefes!, piensas.
Pero luego lees la entradilla: "Dijo que no podía trabajar con el ordenador porque tenía que estar en la oscuridad, pero entró a su perfil de Facebook". La cosa cambia, ¿no os parece?

Estoy en Dénia. No venía desde Agosto. Lo noto en mil cosas, como que el portatil (que no uso si estoy en Valencia) no tiene ni Google Chrome. Me hacía ilusión ver a mi perro. Claro que mi perro, igual que mis padres, van a vivir a la ciudad a partir del lunes.
Me alegro por el perro.

Día del Libro

La Feria del Libro de Valencia, esa vergüenza de los valencianos gestionada por un vergonzosamente nombrado 'Asociación de Editores del País Valenciano' y con escasas ayudas e incentivos de una Rita a la que le gusta más la velocidad, ha abierto sus puertas. Imagino que haré mi visita (o visitas) de rigor con mi padre, pero echo en falta a Eme. Eso sí: ya no habrá zoo decrépito en el que apearnos.

Pero Día del Libro que es, os propongo mi último lectura conclusa: El Dios de las Pequeñas Cosas, de Arundhati Roy. No es un libro que muestre la India exótica (más bien muestra la India de castas y de convulsión política en una época muy concreta), pero tiene una historia fabulosa narrada con un estilo sensacional. Lo que se dice una obra maestra, vamos. La portada es horrenda, pero reconocedme que el título es genial (el título tiene que ir con mayúsculas, como yo lo he escrito. Tanto por respecto al original como por coherencia con la trama).

Y como si fuese también el Día del Cine (¿no era el Festival de Málaga por estas fechas? Me sirve) recomiendo una película, El lector, que si tuviésemos un poco más de vocabulario se llamaría El lector en voz alta, pero no hay palabra para resumir todo eso. Muy buena película. Y en cierto modo, un homenaje al libro. Todo está conectado.

La bala

Dije que me pegaseis un tiro si se me ocurría afiliarme a un partido político.

Ahora mismo cruzo los dedos porque tengáis las pistolas descargadas.
No, no me he afiliado a ninguno, todavía.

El otro día hablaba con un amigo al que no veía desde hacía unas pocas semanas. Mi primera respuesta fue en valenciano. Entonces se me ocurrió tener toda la conversación en valenciano, pese a que él me hablase en español (yo soy de los que dice castellano, pero por una vez me sonaba fonéticamente mejor "español". ¡Me debo a la fonética!). Antes de que me pidiese explicaciones, se las di yo:
-Es que me he afiliado al PSPV-PSOE y ahora sólo hablo en valenciano. No te mosquees, son cosas del partido*.
* Obviamente, debería haber escrito esta frase en valenciano. Pero prefiero evitarlo para que os riáis de mi bajo nivel de la lengua. Yo lo intento, pero soy cortito.
Lo triste, Dios, es que mi amigo se lo creyó.
Como lo oís. Y yo me enfadé, naturalmente.
-¿De verdad me ves metido en un partido político? ¿Y hablando valenciano porque sí?
-De tí ya me lo creo todo.
Jo. Qué hostia en la cara.

Pero bueno, dejo en vuestras manos la porra. ¿A qué partido se afiliará -si lo hace al final- este joven emprendedor? ¿Perderá sus principios? ¿Tardarán mucho en echarle? ¿Se convertirá en un lameculos como (casi) todos los demás? Yo soy el primer interesado en conocer las respuestas, palabra.

Busca la tuya

El cuello en los clásicos

Siempre me ha intrigado... ¿por qué antiguamente las madres estaban tan obsesionadas con que sus hijos mantuviesen limpio el cuello, más que la cara, las manos o cualquier otra parte del cuerpo que nos preocupa ahora? Basta ver películas y libros de antes para observar esta tendencia, que parece totalmente abandonada en nuestros días. ¿Qué hacían los niños de antes con sus cuellos, que no lo hicimos nosotros?

Pido vuestra colaboración. Yo por si acaso me froto un poco más de lo normal, no sea que esté haciendo algo mal.

Una confidencia

Como posiblemente ya sabes (básicamente, porque no he parado de repetirlo desde el mediodía), hoy he firmado el contrato para la publicación de un libro. No es una novela, no (¡valgame Dios!) sino un libro pottérico. El mismo por el que iba a firmar el año pasado y al final no salió, hoy se confirma con una editorial que no necesito ser pelota para decir que me llena de orgullo. Y en una colección que siempre me ha encantado, y no puedo creer que ahí aparecerá una contribución mía. Creedme si os digo que llevo medio mes entrando a diario a su página web para conocer, una vez más, los que serán compañeros de mi criatura. Es todo tan emocionante...

A ver. Yo no soy ningún estúpido. Sé que no tiene el mismo mérito publicar un libro fan de Harry Potter que una novela, y que me muero por hacer lo segundo, pero
  1. Publicar un libro fan de Harry Potter sigue siendo tremendamente jodido, por muchas posibilidades de venta que tenga. Y tengo la conciencia tranquila de haber escrito un libro fan muy bueno. Siento la soberbia, pero lo pienso de verdad. Si no, básicamente, no tendría la vergüenza de venderlo.
  2. Hacerlo en una editorial grande es todavía más difícil.
  3. Siempre concebí este libro pottérico como mi "conejillo de Indias" para una futura publicación de novela. Si tengo que pecar de primerizo, que sea con este.
Estoy muy ilusionado. Ché, ¡si estaba histérico por recibir el contrato! Y hoy ha llegado, con sus clausulitas y reunidos, y después de horas y horas, previo consejo de quienes saben mucho más que yo, he firmado. Es un contrato que me trata como un autor normal, que me da esa dignidad. No me canso de decir que en todo este proceso he aprendido muchísimo del mundo editorial... sólo por eso, y aunque se torciese (todavía se puede torcer, la editorial es la última que firma. Vale, es dificilísimo sobre todo si ellos me han enviado el contrato, ¡pero me voy a lo peor!), todo esto habrá merecido la pena por la experiencia que me llevo. Hoy soy un poco menos primo (en el sentido editorial) que hace un año.
Bueno, prometo manteneros informados. No sé si esto me abrirá las puertas de nada. Por lo menos ya tengo algo con lo montarme mi evasión. Las cosas de palacio van despacio, pero gracias a que la editorial quiere sacar el libro para el estreno de Harry Potter 6, eso nos sitúa a dos meses del lanzamiento. A correr...

Acertijo

-Se le representa con una raya amarilla sobre rojo y es multinacional.

-¿España?
-No, McDonald's.

Hoy estoy que me salgo, ya lo veis.

Entrecejo

Me gustaría hacer un viaje antes de terminar 2009. Queda mucho, ¡pero parece tan difícil! Y como nadie me quiere acompañar a la sabana africana (supongo porque temen que me quede a vivir allí para siempre, cosa que barajo sinceramente) propongo otros sitios y nada. Japón se escurrió de los dedos, el Polo Norte pinta muy frío y la Luna, ché, pilla lejos. Luego salió lo de la Ruta 66 en caravana, claro que sin mi carné de conducir tendría que confiar mucho en los conductores (y como Don J. lee este blog, como me dejó bien claro ayer cuando le recomendé el disco de Pastora, puede darse por aludido). Yo me veo de copiloto, dando conversación (siempre he sido un extraordinario copiloto: sumiso con la música del radio-cassette y animador en las horas bajas) y señalando con el dedo a todos esos granjeros de las películas. O en el asiento de atrás, leyendo cualquier libro inspirado en esa mítica carretera. No sé. Algún día. Todavía hay que convencer a los demás. Se supone que somos jóvenes, ¿no?

Hoy recomiendo un disco

El otro día recomendé un libro, hoy un disco. ¿Pero qué pasa con Crónicas Salemitas, que ya no pone a parir a nadie*?

El disco es Pastora Rmx Elegant Distortion, de Pastora (esa de No me llames Dolores, llámame Lola, ajá). Muy, muy bueno. Genial mezcla. Corred a descargarlo, spotifyarlo o, en su defecto, comprarlo.
Pero como me vais a tachar de moderno de tanto recomendar actualidades, yo, que daba consejos a los niños de la Transición, también os voy a recomendar algo así que suena más a clásico. Suena, ahí la clave. Do you hear the people sing, de la lista del Fry131434815162342. Ese es el mismo tipo que el otro día me descubrió que Quiero vivir en la ciudad no es original de La Casa Azul, sino de Mecano (sigo pensando que la reversión suena mejor, joder que sí). Algún día os contaré dónde me escondí yo en los noventa, porque merecéis saberlo.
* Nota mental:
  1. Pepiño Blanco no era cadáver político, como me hice creer una vez.
  2. Había una opción todavía peor que Magdalena Álvarez, aunque pareciese absolutamente imposible.

Viñetica

Lealtad

Hace días, no diré dónde ni con quién, hablaba sobre un accidente de calle. Un joven, que cruzaba borracho un paso de cebra, fue golpeado por un coche que le rompió un hueso de la pierna (¿o era la pierna en sí?). Era madrugada y el semáforo estaba en rojo para los peatones. Mi conocido, igual que el resto de amigos del chaval, testificaron que el semáforo estaba en verde para ellos y que era el coche el que se lo había saltado. La multa ascendía a una barbaridad que ni recuerdo, supongo que adiós carné y quién cargue con los traumas de ese buen hombre que juró que no se había saltado el semáforo pero tenía en su contra a la "víctima" con un puñado de amigos por testigos. Él no tenía a nadie. Pero decía la verdad.

No recuerdo la cifra porque estaba sobrecogido. Me parecía gravísimo.
-¿De verdad mentiste? Ese tío decía la verdad y le jodistéis la vida, o por lo menos una buena temporada.
-Eh, era mi amigo. ¿Es que tú no habrías hecho lo mismo?
Durante un buen rato me quedé pensativo. Busqué apoyo en otras personas, que tampoco tenían muy clara la respuesta.
-Eso es mentir con pésimas consecuencias -me defendía yo.
-¿Y a mi amigo qué? ¿Que le jodan?
-¡Tu amigo se saltó el semáforo porque iba borracho!
-Era mi amigo. Todos testificamos a su favor -y lo dice como si fuese la mayor obviedad del mundo.
Hasta el día siguiente me vi en un mar de dudas. Porque si bien tenía clarísimo que no mentiría en contra de nadie, por mucho dinero que pudiese ganar alguien, me pregunté si yo era un mal amigo. Vista la rotundidad con la que defendía su caso este conocido, dudé si yo haría o no lo correcto. Hasta entonces siempre lo había tenido claro, pero por una noche pensé que podía ser mala persona.
Pero entonces razoné. El debate no está en si un amigo debe mentir a un juez para beneficiar a otro amigo, por mucho que le joda la vida a un desconocido; el debate está en que un amigo jamás le pediría a otro que mintiese por él si eso le jodiese la vida a un desconocido. Yo no lo haría. La simple idea me parece repugnante. La multa de ese hombre desconocido pesaría toda la vida sobre mí. No es que todo valga en la amistad: es que un amigo jamás pediría algo tan repugnante. Me considero muy leal, extremadamente leal, pero tengo claro que la lealtad a los demás empieza con la de a uno mismo. Y me estaría traicionando si llegase a caer tan bajo por algo que, risa me da, se atreven a llamar amistad.

Tobi Lolness

"No tenía nada de mágico. No daba ni la juventud eterna ni inteligencia. No convertía en invencible o invisible. No permitía ver a través de una pared, de un vestido o de un cerebro, ni hacía volar, hablar a los insectos, pronunciar frases como: "¡La fuerza del árbol está conmigo!". No se transformaba en duende saltarín, en hada hermosa, en espada, en dragón, en lámpara o en genio. Su único poder se lo otorgaba su precio. La piedra del árbol era carísima. Punto final".
No sé la de veces que me he dejado Tobi Lolness en la última semana y la de veces que he vuelto a él, pero ayer fue un sprint por llegar al final. Es tremendamente original. Lento. Pero muy bueno. Inteligente. Y la portada es sencillamente sensacional.
Tengo un problema con las sagas. No puedo tenerlas incompletas. A ver: si no me gusta la primera, está claro que no voy a seguir por un afán de coleccionismo, pero si la primera la he sacado de la biblioteca, y me compro la segunda, tendré que acabar comprándome irremediablemente la primera, aunque ya la haya leído. Me temo que eso es lo que voy a tener que hacer (¡déu! ¿cómo seguirá?), y no es que me guste llenar el saco de Salamandra, pero suerte que el libro lo merece. Este fragmento que os he puesto arriba me gusta especialmente: no describe la trama en absoluto. La piedra del árbol, de hecho, no es el tema central ni mucho menos (no, no lo es), pero esa descripción es muy del autor. Lo que sí describe muy bien es el estilo del libro, que describiré de una forma muy sencilla: imagina unos humanos de dos milímetros de altura que viven en las ramas de un frondoso árbol. A partir de ahí, Tobi Lolness habla por sí sólo. Me encantan los libros que te cambian un poco la percepción de las cosas, y yo estoy seguro que a partir de ahora miraré de otro modo las ramas. ¿Y si...?

Gran Hermano

Creo que el caso Jade Goody ha puesto de manifiesto que Reino Unido no es tan respetable como en otros tiempos. Yo cada día me fijo más en Francia: eso que es un país.

Mi vida con Gmail


Me entero que el correo de Google cumple cinco años y reviso el tiempo que hace desde que creé mi primera cuenta (hoy en día administro unos cuantos @gmail, cosas del ciberespacio): fue el 19 de Junio de 2004, hace casi cinco años, y recuerdo que recibí la invitación de uno de los reporteros de entonces de HarryLatino, nombre que no se me olvida porque era musulmán (no hemos tenido tanto equipo musulmán, esas cosas se quedan).

Hoy puedo medio-celebrar el lustro, considerando que tengo Gmail practicamente desde el principio (bueno, dos meses y medio después, pero como si lo fuese) y tengo que admitir que este correo tan práctico me ha hecho la vida mucho más fácil. Puedo prometer que lo usé como correo principal desde el primer día, dejando al vejestorio Hotmail en el peor de los olvidos.
A lo largo de todo este tiempo he repetido una y otra vez las maravillas del correo de Google, y he ido convenciendo a mis amigos poco a poco (algunos, ejem, fueron muy reticentes hasta que lo probaron). Me resulta terriblemente práctico y agradable de leer, lo reviso incluso cuando estoy fuera de casa gracias al iPod y hasta me he activado algunos de los "extras" de laboratorio, como Task (con la última novela que escribí iba tachando uno a uno cada capítulo que terminaba; era muy emocionante), superstars (muy útil en el correo de ElDiccio, que también es el mío de Cronista@. Las estrellitas azules son datos pendientes de agregar, el interrogante morado es para El Quisquilloso), la firma por delante del texto citado (antes me pasaba la vida borrándolo. Me encanta esta opción), el deshacer envío, el title tweaks, el Google Calendar (con los SMS gratuitos que me recuerdan con quién he quedado, en qué lugar y a qué hora) y alguno que otro más. Por cierto: uso Gmail en inglés. Al principio, no sé si sigue pasando, la traducción al castellano deformaba un poco la pantalla. Además, que no es muy difícil entenderlo...
De los "themes" o diseños, sigo usando el clásico: me parece perfecto. Y también utilizo el Google Notifier, una herramienta imprescindible en mi vida. No lo oculto: si Gmail fuese de pago, yo sería de los que pagaría. ¿Cómo sería nuestra vida sin él?