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Por qué la final de PERDIDOS me pareció un engaño al espectador [ESPÓILERS]

Terminó Perdidos y los espóilers, y tras una semana agitada, digo yo que volveremos a continuar con nuestras vidas y ya no oiremos ni una vez más el ¿Lo has visto? al entrar al autobús o en la cafetería. Que los losties hagan lo que les plazca. Que digan que no hemos entendido el final si así se quedan contentos.
No soy un fan perdido de la serie. De hecho, ni siquiera me considero fan. Mi perfil como espectador es el del que puede leer el periódico a la vez que ve el episodio (o lo oye de fondo) y que perdió el interés por la serie cuando Dharma dejó de ser clave. Fue moverse la isla y decir "esto ya no es para mí". Las dos últimas temporadas han significado para mí más suplicio que placer. Suplicio del tipo dos-horas-de-cola-en-la-Seguridad-Social, no os llevéis a engaño. Nada de suplicio del tipo oh-qué-gran-serie-no-puedo-creer-que-se-acabe. Pero lo que no es justo es que se nos trate de inferiores a los que creemos que los guionistas son mediocres, porque definitivamente lo son.
Me explico: de Perdidos me enganchó su isla surrealista, ese pedazo en el mar donde podías cruzarte con un oso polar y en el que unos números se repetían aquí y allá sin dar más razones. Me gustaba el Ben que conocía la vida pasada de los visitantes, lejos de ser un náufrago desconectado de la realidad, y los personajes que vivían presos de sus propios pasados. Era una serie que aparentaba tener un rigor, porque por un tiempo dieron respuestas. Vimos lo que había bajo la escotilla; conocimos el hogar de los Otros; incluso descubrimos los orígenes de Dharma. Y en un momento dado, cuando el rayo de la lucidez sacudió a los guionistas, la isla viajó de un sitio a otro y comenzó la mediocridad. No del todo, sin embargo: vimos cómo algunos personajes regresaban al exterior para volver tiempo después. Lo que sucedía en los setenta tampoco estaba del todo mal. Pero vaya, ya empezaba a oler a chamuscado.
La última temporada, esa en la que los fans, lo reconozcan o no, confiaban en tener respuestas a todos sus enigmas (o por lo menos a un 5%) ha sido un despropósito argumental que me ha provocado carcajadas de verdad por momentos. No sé con cuál me quedo: si con la coreana olvidando el inglés (en una subtrama argumental que no aportó nada a la historia, nada, salvo un poco cutrerío extra a un final ya de por sí demencial), con las dos realidades, dentro y fuera, de los protagonistas (que hubiese sido interesante si consistiese en cómo sigue su vida de no estrellarse el avión, pero no. Ellos tenían que modificar también los eventos de antes, así que dime tú para qué hizo eso Juliet, si las cosas ya fueron de otra manera desde mucho antes), el Locke malote o el lío de Jacob y su hermano gemelo (otra prueba de la falta de capacidad de los guionistas para crear nuevos misterios, es que hicieron del nombre de él un nuevo enigma. A mí me tenía intrigadísimo, vamos. Su nombre escondía el futuro de la humanidad por lo menos). Podría seguir, pero no voy a ser cruel. Me he reído cuando no tocaba reírse. Si fuese el padre de uno de los guionistas, esta temporada lo hubiese dejado sin cenar.
Pero eso no significa que no me haya reservado mis minutejos para apartarme en una esquina, bajar la frente y teorizar. Por supuesto que lo he hecho, aunque no ha sido exactamente de lo que estaba por pasar. O sí, pero no con la serie, sino con los fans, esos que ya no son seguidores, sino que han hecho del programa un culto digno de fe. Son creyentes. No juzgan el final, lo creen y punto. Lo creen como mi abuela se toma en serio las revelaciones de Fátima o el Misterio de la Santísima Trinidad. No se juzga: se cree y punto. Y cuídate de dudar.
Ellos dirán que el final está perfecto, o que no está del todo mal, pero si yo lo critico no es porque no haya satisfecho mis expectativas: es que me parece un fraude argumental. Y doy razones: es un engaño porque cualquier serie o película del mundo puede terminar así. La que quieras. Muy parecido fue El sexto sentido y Los Serrano por ahí fue (oh, sacrilegio, ésta última no se puede mencionar en uno artículo de Perdidos. Pero es que el final se merece esta comparación y alguna más mortal). Esta serie fue un éxito porque enganchó a millones de telespectadores utilizando unos ganchos misteriosos que prometían resolver. No faltará el que diga que no, que él sólo veía la serie por la selva y que con eso le basta el final, pero que me diga el resto qué le atrajo tanto de la historia. Supongo que no serían las interpretaciones, así que pienso que lo mismo que a todos: la esperanza de conocer respuesta a los interrogantes que se abrían sin parar. Vaya, si hasta resolvieron unos pocos. Señal de que el resto del solucionario estaba por llegar.
Nunca lo hubo. El final era esa broma de "todo fue un sueño" (que sí, que no fue un sueño, que era el Limbo o como lo queráis llamar, pero no caigáis en la tontería: en resumen, todo se explica con algo tan simple como que lo que se sueña, aunque se esté muerto, no atiende a ninguna razón. Y aplausos en la bancada lostie, silbidos en el del resto de la humanidad). Si todo fue un sueño, o no pertenecía a nuestra realidad, los guionistas ya no tenían que molestarse en responder nada. Fin del show.
Por supuesto que es un final legítimo. Lo han emitido, a la vista está. Pero es un fraude, porque ese final podría ser la solución para cualquier otra obra de ficción. Harry Potter descubre que en realidad murió a los once años y que lo que ha "vivido" en esos siete años no ha sido sino fruto de su imaginación subterrenal: el asesinato de sus padres, el bando de Snape, la muerte de Dumbledore (¿y los fans de Harry Potter deberían haberse sentido igual de satisfechos? ¿Por qué con Perdidos sí y con la saga de Rowling no?); o Frodo, o Lisbeth Salander, o vete tú a saber quién más. Ese final encaja en cualquier historia de la literatura, cine y televisión universal, y en todas produce el mismo (lamentable) efecto. Insisto, losties: ¿por qué sí debe valer en Perdidos y en el resto nos tendría que decepcionar?
Perdidos no merece pasar al olimpo de las series. Sólo el fanatismo de sus más fervientes han hecho que perdamos de vista el poco nivel de la interpretación (salvada por muy pocos actores), un escenario verde que varía en poquísimas ocasiones y una trama que se perdió a mitad de su andadura, cuando ni siquiera supieron provocar interés por la galería de nuevos personajes que acudían, y que iban matando a golpe de plumilla. La prueba de cuán decepcionante es este desenlace es que cualquiera podría haberlo escrito, sin haber visto de la serie más de un minuto o dos. El resultado hubiese sido el mismo. La Palabra de Dios hubiese llegado a los fans por el mismo camino.

El mundo dentro de diez años: La Porra

¿Qué nos deparará el mundo dentro de diez años? ¿Cómo será todo tal día como hoy, el 28 de mayo de 2020? Aquí un test que las hará de prueba. Podéis copiarlo y responder en comentarios o vuestros blogs. Al margen de que Crónicas Salemitas se actualice o no, aquí seguirá esta entrada para comprobar nuestros vaticinios para una década. Y será muy interesante leerlos (por cierto, podéis sugerir más cuestiones).

Dentro de diez años...

¿Habremos llegado a Marte?
No, pero ya habrá fecha para el primer amartizaje con humanos. Y para rizar más el rizo, la primera en pisar Marte será una mujer. Cosa de cuotas.

¿Quién gobernará España? ¿El PP, el PSOE u otro?
Será el turno del PSOE otra vez, después de dos legislaturas con los populares.

¿El sida tendrá cura?
Sí, aunque casi al final de la década.

¿Google mantendrá su hegemonía?
Absolutamente no. De hecho, dentro de diez años nos reiremos de esta pregunta.

¿Habrá un nuevo papa?
Sí (qué gafe puedo llegar a ser).

¿Algún Nobel de Literatura hispano?
Sí, ya toca. También es cosa de cuotas.

¿Seguirá existiendo ETA?
No. Y esto es lo que más feliz me haría de la porra.

¿Se venderás más ebooks por libros?
No. O fifty fifty.

¿Palestina será un Estado independiente?
No. ¡Qué más quisiera!

¿Y Cuba democrático?
Sí. Ocurrirá algo que acelerará el proceso a una cuestión de pocos años.

¿Madonna será una estrella acabada?
Sí.


¿España habrá abolido los toros?

No, por desgracia.

Anímate a responder y a agregar tus propias preguntas. ¡Venga! :)

Curas y pederastas

En relación a la pederastia, hace meses leí la declaración de no sé qué mujer que decía que el Estado debería quitar la custodia a los padres que llevaban a sus hijos a colegios de curas. La frase me pareció injusta y de juzgado de guardia, de esas cosas para las que a uno le deberían apagar el micrófono. Yo fui a un colegio de curas en primaria y a otro hasta que cambié a la universidad, y no creo que mis padres fuesen irresponsables por ello. Nunca sufrí ningún tipo de acoso y de hecho me gusta la educación que recibí. Por supuesto que me enseñaron cosas de colegios de curas, de esas que olvidas antes de que terminen la oración. Pero si se trata de lo que quedó, no fue poco y le he sacado provecho. Por eso me molestó el acoso de esta desconocida, porque yo nunca fui víctima. Y eso que estudié seis años en un colegio de los Legionarios de Cristo, cuyo (recientemente) fallecido fundador fue un pederasta demostrado, y no hay mes que no saquen un nuevo escándalo para empeorar su memoria. Una memoria que por cierto, nosotros niños de bien celebrábamos con hamburguesas y coca-cola el día que se celebraba el aniversario de su orden sacerdotal. La risa de bocao.
A Benedicto XVI le está tocando todo lo de la pederastia, cosa que no acabo de entender. No porque no deban salir los casos, que por supuesto que sí, sino porque salgan ahora y no antes, cuando hace siglos que dijimos adiós a la Inquisición y pensaba que ya no había nada que temer. En cualquier caso, bienvenidas las revelaciones, pero tampoco creo que demonizar a los curas sea la mejor respuesta. Los hay buenos, la mayoría, y una pequeña parte, repugnante donde las haya, empaña el trabajo de todos los demás. Pero, y volviendo a la cita inicial, ¿existe relación entre ser cura y ser pedófilo? No me refiero a la perturbación sexual que puede provocar rezar diez avemarías al día, sino al hecho de que un hombre que promete castidad pueda sentirse tentado por un niño. Nos metemos en terreno peligroso.
Siempre me he negado a creerlo, y todavía me cuesta de aceptar. Porque nunca he entendido la pederastia como una enfermedad mental provocada por la falta de sexo, sino como un auténtico problema de nacimiento: es igual que seas cura que si te casas y tienes veinte hijos, la pederastia seguirá estando ahí, torturando tus pensamientos. Al menos es como yo lo quería ver. Y como creo, pero ya dudo, que lo sigo viendo.
Cuando digo que equis es lo peor del mundo, suelo exagerar. Lo he dicho con la hipocresía, el pillaje y las malas intenciones, pero no, nada de eso puede ser tan malo como la pederastia. Me horroriza más que cualquier acto humano. Y digo humano porque tengo que considerarlo tal, pero es monstruoso y no me puedo creer que quede persona en el ser que cae tan bajo, ya sea de acto o de pensamiento. Es la mayor bajeza a la que se puede caer. No hay palabra para definirlo.
Me niego a creer que alguien pueda sentirse atraído por niños por el simple hecho de tenerlos al alcance y haber votado castidad ante sus superiores. Me niego a creerlo porque pienso en mí, véase un hipotetiquísimo padre Pablo Cayo para servirle en las misiones de la fe, y no creo que jamás, bajo ninguna circunstancia, pudiese sentir apetito sexual al tener un niño al lado. Jamás. No veo la posibilidad. Y como violar a un niño viene ser una desobediencia de votos en sí, la misma desobediencia la podría cometer con un adulto. Problema resuelto. No le veo más.
De ahí mi reticencia a sospechar de los curas, porque ni todos son así, ni tampoco los profesores casados son una garantía de éxito: de todo se ha visto en el bestiario del Señor. Pero si se demostrase que mi teoría está equivocada, que no es más que lo que yo sé que no soy, entonces lo tendría muy claro. Si las cifras pueden demostrar que hay más abusos en colegios de curas que en los laicos, lo tengo decidido. Ahora puedo entender lo que dijo esa mujer, tenga o no razón: porque si tienes la mínima sospecha de que tu hijo puede recibir un abuso de ir a un colegio religioso, la más mínima sospecha, entonces no mereces llamarte padre. Que te quiten la custodia cuanto antes.
Si se demuestra que hay conexión entre curas y pederastias, claro. Si se demuestra.

tf

Hoy sale a la venta Tempus fugit y como soy un pijo asqueroso puedo presumir de haberlo terminado hace días. Disfrutad la lectura.

Posdata: como me lo van a prohibir expresamente, pido que alguien que vaya a la presentación del día 4 en Fnac lo pregunte por mí: ¿Nuevomundo es una república o una monarquía? Eso es todo. Compensaré al que haga la pregunta.

La segunda mejor película de Disney

He tardado veintitrés años en verla, pero que digan que no ha merecido la pena. El otro día, aprovechando que nuestra tele por fin tiene utilidad como dvd (porque lo que es tdt, no tenemos ni pretendemos comprar), cogí prestada La bella durmiente de casa de una amiga y nos hicimos sesión nocturna. Es la peli de animación favorita de Be. Yo, sin embargo, nunca la había visto. Así empezó la cinta.
Disfruté cada plano, cada escena. Es, para mí, la mejor animación de Disney, con los personajes más elegantes y los fondos más impresionantes. La historia no es soberbia, y es posible que al acabar la película sólo seamos capaces de hacer una descripción psicológica -breve, eso sí- del hada Primavera. Sin embargo, esta deficiencia argumental no la desmerece en absoluto. La bella durmiente es una auténtica obra de arte como no se ha sabido repetir en Disney. Desde hoy, me declaro fan total. De hecho, voy a buscar a ver si tiene grupo en faceboook. La bella durmiente me mola.

Qué hizo Jesucristo en esos tres días, EL CÓMIC

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Crónicas Salemitas cumple tres años (así que comenta algo, anda, aunque sea para poner a parir)

A los que habéis llegado ahora, bienvenidos. A los que os enganchasteis a mitad, rehola. Y los que seguís el blog desde el inicio, ya me explicaréis de dónde sacáis la paciencia. A los que entráis a la web (desde hoy, también disponible en cronicassalemitas.com, ¿mola o no mola?), leéis por RSS, Blogger o Facebook, a todos gracias.
Crónicas Salemitas me divierte, para qué os voy a engañar. Espero que también a vosotros. No pretendo convenceros de nada. Con ayudar a que matéis esos minutos de aburrimiento, me doy por satisfecho.
Y ahora, a por los cuatro.

posdata: el nuevo diseño no me entusiasma, pero el anterior ya me cansaba. Pensé hacer un montaje fotográfico, pero a lo mejor no lo soportabais. Al final me fui a lo fácil, en fin. Pero vamos, que si no estás leyendo esto a través de la web, entra a cronicassalemitas.com y mira en qué ha cambiado. Espero tu comentario, ya sea para decir lo feo que ha quedado, la entrada que más te ha enfadado o tu viñeta favorita. Rara vez pido que participéis, así que no me hagáis el feo. Gracias.

I've seen it all, de Björk

La letra me pone los pelos de punta. En el contexto, es una mujer que se queda ciega y no le importa renunciar a las imágenes que la rodean.

CRÓNICAS SALEMITAS CIERRA

Vaya titular tan sensacionalista. Pues vengo a desmentir al que ha escrito eso, porque ni cierra el blog (sólo estamos en obras) ni se van a dejar de leer las entradas antiguas. Lo único es que Crónicas salemitas cumple mañana tres años en red, y a ver si trae algo nuevo.

De hecho llevo pensando en el aniversario desde hace dos meses y es la tarde del día anterior y todavía no he hecho nada. Soy lo peor. Pero el diseño lo cambio, por la gloria de mis ancestros valencianos.

Mis primerísimas lecturas (iii)

He hablado de Busi, la Bruja Aburrida y hasta los Leo Leo, pero he olvidado mencionar una lectura clave en mi infancia, piedra angular de mi pedante civismo. Me refiero a Buenas maneras. 201 normas de urbanidad, editado por Susaeta en 1986. A juzgar por lo que veo en la red, lo han reeditado con nueva cubierta (la que muestro aquí, que no tengo ánimo para escanear la mía).

Recuerdo la influencia que este libro ejerció sobre mí, obligándome a ser el niño más educado del barrio para que, Dios sabrá cómo, me convirtiese en el más crápula de la escuela. O no tanto. Pero casi sí. Suerte que los años me han dejado en un punto intermedio.
Lo que sí tengo claro es que este libro es el culpable de muchas de mis manías desde más pequeño: no poder sentarme a comer sin lavarme antes las manos (a menos que quiera coger un buen sitio, o sea, contra la pared, en cuyo caso soy capaz de enviar la higiene a tomar viento; eso y si corro el riesgo de sentarme en el lado de la mesa en el que no me atrae la conversación), no soporto que la gente me hable con gafas de sol (será que yo nunca he tenido unas) o el horrible vicio de mascar chicle, que me hace perder el respeto por quien tengo delante.
Este libro, que está dedicado a los más pequeños, bien podría ser releído por los adultos. Así me ahorraría ver cómo la gente mira hacia otro lado para no ceder su asiento a un mayor, adultos cuarentones con sueldos astronómicos que ven divertido robar la taza de Starbucks o la falta de decoro en el vocabulario cuando se tiene un niño delante. Yo también tengo que aplicarme un buen puñado de artículos, seguro.

Os dejo con un poemaconsejo:
Está muy feo colarse.
Para ser el primero en la fila,
recoge en seguida tus cosas,
date prisa y espabila.

Consejo para escritores

Hace una semana escuché un consejo muy interesante en la presentación del libro Hermosas criaturas. La cita, que reproduzco más o menos, era de una tercera persona que no recuerdo:

"No existe un libro malo, sino un libro que todavía no está acabado."
Que se lo aplique quien quiera. A mí personalmente me encantó. Lamento no recordar quién era el autor de la cita.

Un favor (porque no quiero tener lectores borregos, y me temo que alguno hay): PIENSA

Querido lector:

Si eres tan ingenuo como para creerte eso de que el juez Garzón queda suspendido "por investigar el franquismo", no hace falta que sigas leyendo este blog. Lo escribo para personas sin altas pretensiones, pero qué menos que con un mínimo nato de curiosidad. Si has sido capaz de creerte ese titular falso donde los haya, que obvia presuntas prevaricaciones, escuchas ilegales y viajes pagados por bancos cuyos pleitos estaban sobre su mesa, entonces es que el Estado de derecho te da absolutamente igual. Si eres capaz de anular una causa justa por quién la promueve, y no por lo que sostiene, también.
Así que a mí, honestamente, me da igual lo que decidas hacer. Mi humor está por los suelos al ver tanto borrego suelto. Mi conclusión de todo esto es que según algunos, como Garzón persigue el terrorismo -un hecho real- tiene derecho a hacer lo que le salga de las pelotas, aunque sea ir contra la ley -algo no tan guay, pero que está visto que vale-. También he comprobado que la gente, que pasión tiene un poco, es capaz de juzgar un caso no por su causa, sino por quién la promueve, sea Falange o Pepito el de los palotes. Claro que Falange da asco, pero su causa tiene un sentido real y nunca hubiese llegado tan lejos si Garzón no hubiese hecho lo que le hubiese entrado en gana.
Ni en ese caso ni en los otros que tiene contra él, que ya son varios y variopintos, relacionados sí, con el franquismo, pero también con bancos y políticos.
De verdad, no caigas en la fe del titular. Sé un poco más inteligente. Si quieres apoyar a Garzón estás en tu derecho, pero que los argumentos no sean el del resto de borregos. Y estos son los argumentos que, siguiendo la lógica, deberías utilizar para no parecer un imbécil ignorante:
  1. Si Garzón cometió prevaricación investigando el franquismo, cuando legalmente no se puede investigar, lo que debemos pedir es que se cambien las leyes para que se investigue, pero nunca consentir que alguien se salte las mismas. Es un argumento distinto al que utilizan de "¡Garzón, sáltate las leyes que te salga de los huevos!", ¿verdad? Aunque en realidad el 99% de la gente ni tiene ni la más remota idea de lo que es prevaricación ni de qué va la ley de la Aministía. Tampoco de que el PSOE y EL PAÍS la apoyaron ciegamente en su día.
  2. Si a Garzón le paga un viaje a Nueva York el mismo banco del que archiva una causa en su contra, entonces te aconsejo que pidas una reforma de ley para que los jueces puedan recibir lingotes de oro de los acusados. Es lo que estás pidiendo cuando apoyas a Garzón, ¿verdad? Aunque de nuevo sospecho que esta parte te la has saltado.
  3. Si Garzón ordena hacer escuchas ilegales de imputados con sus abogados, algo ILEGAL donde lo haya, ¡sigue apoyándolo! Pero hazlo con coherencia: pide una reforma legal para que todos los jueces puedan hacer esas escuchas. Carguémonos el derecho procesal, pero salvémosle el culo al juez de los niños. ¿De nuevo es lo que quieres?
"Pero Garzón es súper bueno y lucha contra los terroristas...". Garzón ha hecho lo mismo que muchos otros jueces; la diferencia es que otros jueces han preferido la discreción, ya sea por seguridad propia o por humildad, y a él le ha gustado estar bajo el foco para que al final todos los borregos del reino se crean que es el adalid de la democracia y la justicia. Já. Y no va a faltar el que venga a comentar aquí "¡Pues el PP promovió su Nobel de la Paz...!", como si a mí me fuesen a picar con ese argumento. No voto al PP. Me importa un bledo lo que hiciese, haga, o vuelva a hacer el PP. Me importa vivir en un país justo, con sentido común, y eso empieza porque los que juzgan a los delincuentes, sean juzgados cuando cometen los delitos. Por favor, piensa. No seas borrego. PIENSA.

Posdata: Admito que puedo cometer una equivocación, pero en ese caso me gustaría que alguien me corrigiera. Ya sea para decirme que lo que hizo no fue delito, o de serlo, por qué no lo debería ser. Soy todo oídos. Demostradme que el idiota soy yo.

Una entrada sobre política (oh, sí, en Crónicas Salemitas todavía se habla de política. A veces)

Si hay algo que no me gusta de mi vida en Madrid, es que no hablo de política con nadie. En Valencia era tema constante y aquí, caray, lo único que puedo hacer es soltar pullitas de vez en cuando, lo más cerca que voy a estar de discutir. No compensa, lo digo.

Hoy oímos a Zapatero pronunciar sus propuestas, las primeras que merecen el título de Propuestas contra la Crisis, y ha tardado dos años en darlas. Todos vamos a darle las gracias, algunos nos quedaremos con ganas de más, pero parece mentira que haya necesitado media legislatura para admitir lo que ahora -y hace ya tiempo- era incuestionable: que había que apretarse el cinturón y ser valiente. Por hoy, felicidades al Presidente.

Como nota relacionada, el otro día me paré en un puesto de firmas del PP de la calle Goya (nunca me paran; deben verme cara de apolítico total -¿o de rojo?-, y tengo que ir yo a preguntar de qué va la recogida de firmas). Me dijeron que era en contra de la subida del IVA, y yo me fui sin estampar mi autógrafo. Me arrepentí al medio minuto.
Porque sí, estoy en contra de la subida del IVA, y si no firmé al momento fue porque en los últimos tiempos no he visto nada del PP que me interese. Mi cabeza descartó rápidamente la protesta sólo porque quien la organizaba era un equipo de demostrados zoquetes. Ahora bien, razón no les falta: una subida del IVA afecta a todos, incluso a los que están en paro. Hay formas mucho más efectivas y justas con los más necesitados si lo que se pretende es, precisamente, ayudar a los más necesitados. Hacerles pagar más por lo poco que pueden consumir no es lo más inteligente, no cuando hay otras estrategias para recaudar o ahorrar gastos (y hoy lo hemos visto).
Por esa razón, dos días después, firmé en un puesto parecido en la puerta de la sede principal, en Génova. Inmediatamente después, y con el tríptico en mano, me fui a la Academia del Cine para recoger el programa mensual. Allí dentro, nido de progresistoides de pro, nadie me miró raro por llevar publicidad del PP en la mano. España está cambiando. Y yo no sé si quiero seguir aquí para saber si lo hace a bien...

Experimento en el semáforo

Me interesa mucho conocer la conducta de las personas, por eso me fijo en cosas como los asientos del metro. El otro día, al pararme en un paso cebra, advertí otra peculiaridad de nuestro comportamiento. Os la explico rápidamente:

En muchas ciudades hay semáforos que por su elevado tráfico de vehículos, sólo se ponen en verde para los peatones cuando alguien pulsa un botón en el semáforo. Cuando llegas a uno de estos semáforos (si eres peatón, me refiero) pueden ocurrir tres cosas:
  1. ya conoces el semáforo y vas directo al botón.
  2. no has cruzado nunca por ahí, pero ves el botón y lo pulsas.
  3. te quedas esperando a que se ponga en verde, hasta que llega otro peatón que aprieta el botón y tú te quedas con cara de tonto sideral.
Si la posibilidad entre estas tres probabilidades ya es interesante, aquí viene lo curioso (y lo podéis comprobar vosotros mismos): cuando uno es el primero en llegar a estos semáforos, la probabilidad de pulsar el botón es elevada. Cuando uno es el segundo, la probabilidad se mantiene, ante la desconfianza de que el otro peatón sea un transeúnte habitual de la calle, y que responda más bien a la descripción número 3. Pero a medida que llega más y más gente al semáforo, cada peatón recién llegado baja su atención respecto al botón: a más gente, hay más confianza de que otro ya lo haya pulsado en tu lugar. Y lo divertido es que muchas veces llegas al semáforo y ocurre que ninguna de las diez personas que espera lo ha apretado.
¿Qué demuestra esto? La confianza social. Cuando más gente hay, más nos convencemos de que estamos seguros y de que cualquier irregularidad habrá sido advertida por otro (aunque sucede que el otro pensará lo mismo de los demás). Y eso explica que sucesos alarmantes pasen desapercibidos en un vecindario durante tanto tiempo, porque todos creen que de ocurrir algo ya lo habrían descubierto, igual que cuando llegas a un semáforo y ves mucha gente esperando, no puedes creer que nadie haya apretado el botón.
Claro que es muy probable que nadie lo haya apretado, por desgracia.

Si prohibiesen el chocolate

Soy capaz de admitir que tengo cierto tipo de adicción al chocolate: soy capaz de salir de casa sólo para comprar algo de chocolate (y eso sucede siempre que no tengo chocolate en la despensa a las cinco de la tarde; o a las cuatro y media, o a las tres, o a las dos y media, cuando acabo de terminar de comer y ya estoy deseando echarme algo dulce al cuerpo), siempre que alguien va a una boda le pregunto si el postre era de chocolate (y si no lo era, considero que la celebración no sería suficientemente cool para tenerme) y cuando voy a un restaurante, me fijo en los postres antes que en cualquier otro plato, dejando siempre un espacio en mi estómago para el final. Puedo renunciar a cualquier otra, pero ay Dios, todos sabemos que no al chocolate. Ya debí sospechar cuando hice mis diez días sin chocolate: tuve una alucinación y un ataque de ansiedad. Vale, lo admito, tengo una adicción. Pero una adicción que no hace daño a nadie, digo.

El otro día, nada más salir del supermercado, le pedí a Bé que abriese los donetes y me metiese uno en la boca, porque yo iba cargadísimo en las dos manos.
--Vale, C. --respondió obediente, al tiempo que sacaba un donete y lo metía en mi boca suplicante--, pero vas a tener que admitir que tienes una adicción.
Me temo que con un donete en la boca, no estaba en la mejor situación para replicar. Bé puso los ojos en blanco y yo me imaginé el mundo sin chocolate. Imaginé lo que ha pasado con otros productos, drogas o lo que sea: se retiran del mercado y ¿luego qué? Los chocohólicos seríamos señalados por la calle, como si tuviésemos la peste, y por supuesto, la prohibición no terminaría con nuestra adicción. Iríamos a comprar chocolate a barrios marginales ("De ese no, del dulce.") y yo las pasaría canutas, porque no me siento cómodo entre gente marginal. Seguramente me entraría algún tipo de tic que no sabría disimular de ningún modo, como abrir y cerrar la mano a cada segundo. Y lo peor de todo no sería eso, sino que no sabría esconder mis modales en un ambiente tan inhóspito, y me convertiría en el primer tío con mono que va a las Barranquillas a pedir chocolate "si es tan amable, por favor", con lo que me echarían a patadas dos segundos después. El mercado negro que se formaría con el chocolate sería horrible, pero es que si el Estado le pusiese un impuesto a lo tabaquil algunos seguiríamos tomándolo.
Oh, no. No sé cómo he llegado a esto. Y eso que todavía no he dedicado ninguna entrada a los croasanes de Mercadona o las napolitanas de Croisland. No supe lo que era la depresión hasta que me vine a Madrid y los dejé de tomar, Dios.

Facebook

He abierto una cuenta pública en Facebook y quiero que me agregues. Este es el link: http://www.facebook.com/profile.php?id=100001024434304 Espero que esto sirva para recibir un poco retroalimentación de parte de los lectores del blog :) Admito que he sido bastante pasota hasta ahora, y por primera vez pongo un email para quien quiera escribirme.

Y por si te perdiste la otra vez, también estoy en Twitter: ahí soy @el_croni Poco a poco me (red)sociabilizo.

Porno y esoterismo

Desconcertado me quedo al leer que una ley prohibirá el porno en televisión, mientras que el esoterismo, las pamplinas de la adivinación, quedarán relegadas a la madrugada. Se supone que habrán dedicado cientos de horas a desarrollar este texto legislativo, pero no encuentro la razón para ver una cosa más perjudicial que la otra. De hecho, opino precisamente lo contrario: el porno es o puede ser una vulgaridad, pero es lo que es y tiene su espacio restringido. Los programas del tarot, sin embargo, son una engañifa que no debería consentir ningún ejecutivo. Son una fe por la que no puedo tener respeto. Permitir que esos espacios sigan en línea y generando dinero, cuando otros ministerios se ocupan de perseguir placebos en las farmacias o pirámides especuladoras, es algo que no entiendo. Magia en el siglo XXI, no me hagan reír. Conclusión: esoterismo para nadie, y porno para quien lo quiera ver. Si la gente quiere ver cómo una tía se friega los bajos, a mí plim. Pero que existan españoles tan estúpidos como para tomarse en serio lo que diga una lectora de cartas, me preocupa porque es la gente que vota a la vez que yo. La gente que no sale de fiesta un viernes porque el horóscopo no se lo aconseja. La gente que deposita su futuro en la pluma del becario de turno que se encarga de redactar qué chiste sucederá con acuario hoy.