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2011 en salemita

Cierra 2011, el año V del blog. Y si se trata de sacar estadísticas, las de los primeros días rompen con todo lo de antes y después: El mejor 2 de enero de nuestras vidas (la de casi todos), que apenas inauguró el año, es el artículo más visitado del blog, de este año y de su historia, por culpa de haber sido portada de cierta red social. 22.722 visitas.
El segundo y tercer artículo son pottéricos: Ascenso y caída: «La guía secreta de Harry Potter» será descatalogada es un artículo de 2009, pero incluso este año se ha llevado la plata en visitas. El bronce es para La saga que vivió: «Harry Potter» a posteriori (el cuál, en verdad es el único artículo que he dedicado a la obra de J.K. Rowling en cinco años de blog).
Si hablamos de novedades blogueras, me quedo con la sección de La historia secreta de la literatura en cómic, donde he podido dibujar y bromear sobre la vida de un puñado de escritores. Seguiré haciéndolo en 2012, palabra.
Aunque si se trata de elegir los artículos que más he disfrutado escribiendo, lo tengo muy claro.  Este es mi «reader's digest» más elemental:


Y aunque no es un artículo que prefiera sobre los demás, el de Lo que de verdad vi en Egipto os podría interesar. Porque visité el país poco antes de estallar la Primavera Árabe.
Actualizar el blog nunca está entre mis propósitos de año nuevo, porque ya me sale solo. Lo que no sé cómo ocurre, porque no me lo merezco, es que sigáis comentando. No es falsa modestia: es que con lo poco que respondo, no me extrañaría que nadie opinase. Gracias a todos por seguir leyendo Crónicas Salemitas.

HACKED by HAPPY TROLLS! (DÍA DE LOS INOCENTES)

Vaya, otro 28 de diciembre que termina. Esta fue la inocentada del año (sumada a un twitter bastante trol). Especial agradecimiento a Vito, por dar su toque mágico al encabezado:
ESTE BLOG Y SU TWITTER HAN SIDO HACKEADOS POR LOS HAPPY TROLLS. APROVECHA PARA INSULTAR AL BLOGUERO NARCISISTA DE TURNO. EN ESO CONSISTE UN HACKEO.

        Atentamente,
            Los Happy Trolls
            Trolleando desde 1963.

ACTUALIZACIÓN: LE ROBAMOS FOTOS COMPROMETIDAS DEL MÓVIL:

Feliz Navidad 2008

Esta es la postal navideña que he enviado por correo, aunque la escena ocurra en realidad en diciembre de 2008. Feliz Navidad a todos, ya sea 2008, 2011 o 1 a. A. (antes del Apocalipsis). He perdido la cuenta de los años que llevo dibujando postales...

Un judío contra Crónicas Salemitas

Jhossy tiene diecisiete años, es judío y nació en Beerseba, una antiquísima ciudad del sur de Israel. No es ningún fanático religioso, le gusta guardarse los sábados para disfrutar y está a punto de celebrar Janucá, una de tantas festividades hebreas. Es consciente de dónde vive, y no faltará a su compromiso, el próximo año, de iniciar el servicio militar. Un país en guerra, no es baladí. Jhossy, a miles de kilómetros de distancia, visita Crónicas Salemitas periódicamente y el otro día sintió curiosidad por los artículos sobre Israel. Qué sorpresa se llevó nuestro lector judío cuando descubrió que este blog profesa una profunda aversión hacia su país. Con lo que le gustaba (el blog. Y el país).
Jhossy hizo lo que muy pocos: buscó mi correo electrónico al final del blog, respiró hondo y me escribió. Lo que recibí lo reproduzco a continuación (con su permiso, por supuesto), porque no tiene desperdicio:

Hola, bueno no se por donde empezar esta carta,creo que empezare felicitándote por todos los proyectos tan exitosos que has realizado, siempre sentí gran admiración hacia ti. Hoy leyendo tu blog, sentí curiosidad y busqué Israel en tu blog, para mi sorpresa descubrí después de tantos años de seguir tus trabajos (principalmente en HL) tus tendencias anti-Israel. Debo confesar que sentí gran desilusión al leer todas tus entradas sobre Israel, aunque no entiendo por que ese sentimiento, ya que como israelí estoy acostumbrado a ser insultado y minimizado por muchas personas, creo que fue por pensar en ti de manera muy diferente cuando leía lo que escribías y todo lo que hacías. Es molesto saber que hay personas que consideran que la existencia de tu país no vale nada, y que tu pueblo no es considerado "raza" (obviamente no somos una raza, ya que estas no existen, solo existen las etnias), pero me gustaría decirte que si somos un grupo étnico, descendientes del antiguo pueblo de Israel (Estudios de ADN lo comprueban). 
No te empezare a hablar de los logros del pueblo judío tales como conservar su idioma, cultura, etc; ya que considero que eres una persona bastante culta por lo cual no creo que necesitas que te hable de eso. Leí que no crees que el estado de Israel deba de existir, y estoy seguro que no eres el único, pero Cronista, dime, ¿Quien no querría un país para su pueblo después de haber sido masacrado y perseguido por 2 mil años?, ¿Quien?, en tu país España, fuimos perseguidos y expulsados, en el resto de Europa igual. Israel representa mucho para mi y para mi familia, mi abuela se vio en la necesidad de escapar de Francia ya que eran perseguidos y el único lugar en el cual encontró refugio fue en la tierra que seria llamada Estado de Israel unos años después. Nosotros no somos racistas, en el país el 20% de la población es árabe y tienen plenos derechos y representación parlamentaria (somos la única democracia en la región). Tenemos un problema grande con el pueblo palestino, pero este no puede pretender ser arreglado expulsando a los judíos una vez más de su tierra. Yo soy de los que creen en una solución de 2 estados uno palestino y otro el ya existente estado de Israel.
Vi que criticabas a Israel por sus acciones en Gaza, pero esta ofensiva solo se dio después de varios ultimátum a Hamas el cual lanzaba cohetes días tras día contra nuestra población civil,con esto no pretendo cambiar tu punto de vista, pero solo te pido que reflexiones un poco tus palabras, ya que al igual que los palestinos, nosotros somos personas, personas que han dado mucho de sí mismas para mantener Israel viva, y aunque tenemos a más de la mitad en nuestra contra lo seguiremos haciendo,ya que aunque para ustedes somos igual que los nazis, nosotros no hemos causado ningún genocidio contra el pueblo palestino, su población aumenta cada año.
Para concluir quiero decirte que nosotros, Israel, no somos un país perfecto, como no lo es ninguno, ni España, ni EE.UU., ni Reino Unido, ni Francia. Todos esos países tienen historias oscuras, mucho más oscuras que la de Israel, mas aún así yo no cuestiono su derecho a existir. Al leer tus entradas me sentí bastante ofendido ya que alguien piense que si un soldado israelí muere defendiendo su país no tiene valor es bastante ofensivo, ya que toda mi familia a prestado su servicio militar, y el próximo año es mi turno, pero yo no pienso en matar ningun niño o a un civil, yo solo voy a defender a mi país y a mi pueblo, que si a alguien le da por intentar masacras a los judíos nuevamente, esta vez tendremos como defendernos, al igual que lo querrías tú, para defender a tu madre, padre y todo lo que amas, y lo que yo amo es mi hogar y mi hogares Israel.

De los cuatro correos electrónicos que recibo a lo largo del año por culpa del blog, tres comienzan con un «Seguro que recibes miles de e-mails diarios de lectores», lo que me provoca una carcajada de humildad. Porque ni este blog es el Huffington Post, ni yo su fundadora Arianna. Sin embargo, el correo de Jhossy no comenzaba así. Lo hacía pidiendo que leyese hasta el final, como si no fuese a hacerlo. Y escribía de un asunto tan serio como la dignidad, porque servidor ha menospreciado su país y lo que es peor, la vida del soldado israelí muerto. Jhossy está a punto de iniciar el servicio militar. No es para reírse.
Lo primero que hice antes de responder su e-mail fue buscar los artículos donde menciono Israel, para saber bien a qué se refería. Aunque apenas recordaba alguno, podía repetirlos todos. Vamos, lo que digo siempre: que la creación del Estado de Israel es una aberración internacional, y que la responsabilidad es de los israelíes y no de los judíos (que pueden estar por todo el mundo y no haber pisado ni cinco minutos Israel). Sin embargo, los judíos tienen la responsabilidad de haber generado racismo con tanta distinción de la suya (muy controvertida, por cierto) y la exigencia cuestionable de que una religión necesite un país, cosa con la que no puedo estar menos de acuerdo. Por lo menos, no donde ya están otros.
Lo que me ponía los pelos de punta era esta declaración de mi autoría: «(...) el agnóstico del ejército israelí que fallezca en una ofensiva contra Palestina, merece todo menos mi compasión.» Eso no podía quedar así, no con Jhossy, tan educado y amable, a punto de marchar al ejército. Que no es agnóstico, vale, pero tampoco muy religioso. Es igual. Tenía que enmendar mi error parcial, y por eso escribí esta respuesta:
Estimado Johnssy:
Primero de todo, muchas gracias por tomarte la molestia de escribir y hacerlo tan bien y con tanta educación. Yo nunca he escrito el blog pensando en que lo pudiesen leer israelíes, así que reconozco que tu e-mail me ha sorprendido bastante. Lo he leído con atención y también he hecho lo mismo que tú: revisar los artículos del blog relacionados con Israel. Lo cierto, después de leerlos todos, es que es indudable que Crónicas Salemitas mantiene un discurso durísimo al respecto.  
Sin embargo, no puedo rectificar. No puedo evitar mantener mi oposición a un país creado en el siglo XX, en un territorio donde los palestinos han sido los últimos en ser preguntados, y en virtud a una historia antigua de la que ya había pasado demasiado tiempo. Sí, ahí vivió el pueblo judío pero ¿hace cuánto tiempo? ¿Acaso eso es argumento para retomar por la fuerza el lugar? ¿Qué ocurriría si todos los pueblos desplazados hiciesen lo mismo? ¿Habría un sólo país en el mundo que se salvase de la ocupación? Lo dudo. Todos venimos de distintos lugares si echamos la vista a siglos o milenios atrás. Tratar de retomar los mapas de la Antigüedad es una barbaridad que nunca debería haberse consentido, y cuyo único aval ha sido el dinero. Israel jamás hubiese existido si el pueblo judío no tuviese más dinero que el palestino.
Hay un punto en el que sí quiero rectificar y pedirte disculpas: cuando infravaloro la muerte de un soldado israelí. Jamás hay que despreciarla. Punto. Como tampoco debería haber ocurrido todo lo anterior, pero es lógico y respetable que estos soldados defiendan su país, por muy controvertido que sea. Os entiendo. Otra cosa muy distinta es que os apoye.

Lo siento si te he ofendido porque no era mi intención. Pero soy de los que cree que Israel no tenía que constituirse, y que ni un millón de holocaustos son motivo para hacer algo así. En todo caso, muchas gracias por escribir con tanto respeto y educación.
   Un saludo,
         C. 
Este sólo ha sido el primero de una serie de e-mails que nos hemos cruzado en los últimos días. Jhossy no me ha convencido en la mayoría de cuestiones, pero en otras me ha obligado a replantear la situación, que no es poco. ¿La tradición es suficiente para ocupar un lugar? ¿Qué responsabilidad tienen los soldados israelíes? ¿Quién contamina más a la imagen del otro: el israelí al judío o el judío al israelí? ¿Hay final para el conflicto?
Todas estas preguntas son para ti. Por si las quieres responder todas, en parte o ninguna. Por si sólo quieres expresar tu apoyo a Jhossy con la que se le viene. Por si crees que Israel se merece su espacio como si opinas que no se merece ni agua. Ahora hablas tú. A Jhossy gracias.

Dicen que es la película del año (tráiler de «The Artist», una de cine mudo)

La favorita para el Oscar a Mejor película se titula The Artist y es cine mudo en blanco y negro. No, no han rescatado un rollo inédito de la cisterna del váter de Welles, es que el cineasta Michel Hazanavicius lo ha decidido así en pleno siglo XXI. Los cien minutos de metraje, lejos de hundir a su productora en la ruina, son la apuesta más inesperada de los críticos para este 2011.
Hace ochenta años, los blogs se preguntaban: ¿Estamos preparados para el cine sonoro? Hoy la pregunta es otra. Después de que los diálogos se hayan convertido en una parte tan circunstancial del séptimo arte ¿seremos capaces de soportar una película muda, o nos estresaremos de tanta música de orquesta?
La de The Artist, cuento menos, es una apuesta interesante. Aun cuando todavía no he visto la película, no creo que volver a ciertas técnicas del pasado sea en absoluto un retroceso. El color ¿es un avance o un cambio? ¿Acaso no es posible contener más emociones en un blanco y negro que en los almacenes de Pantone? Lo mismo se puede decir de los diálogos. Quizá The Artist sea la prueba que necesitábamos (o un toque de atención, después de casi un siglo de «establishment dialogal») de que una imagen vale más que mil palabras. Habrá que verla para juzgar.
En verdad, el estreno de The Artist me ha hecho pensar en la literatura actual y la que se nos viene. Con unos lectores electrónicos cada vez más desarrollados, no faltarán los editores que quieren llenar los libros de accesorios tecnológicos: escenas con sonidos ambiente, descripciones con fotos, diálogos con voz real. Si a eso se le suman unos niños cada vez más acostumbrados a lo digital, todo apunta a que las próximas generaciones verán el papel como un simple gasto medioambiental. Al final, en el 2099, y cuando la novela transmedia sea tan normal que la llamarán solamente «novela» y a lo de antes «novela sin extras», un escritor publicará un libro como los de ahora, sin aplicaciones ni descargas aparte ni gaitas. Y un blog del futuro quizá escriba: «Dicen que es la novela del año. ¡En blanco y negro, al modo antiguo!» Nosotros sabemos que hoy se pueden escribir historias que no superen las de dentro de cien años ni con todos los gadgets del futuro. ¿Cómo somos tan ingenuos de pensar que con el color y el sonido no pasa lo mismo?

Pi y Sha

Ella lo tiene todo. Él también. Provocaron la pareja más inesperada del año y no hicieron ningún esfuerzo por ocultarlo. Shakira y Piqué elevaron a la universalidad la relación de famosa-famoso (dejando lo de Casillas y Carbonero a un mero tortolado nacional) e hicieron para sí aquello del «¿Y a mí qué?» para que no quedase niño, adulto, anciano ni googlebot que no se enterase de su amor.
Sobredimensionaron algo ya de por sí bastante sobredimensionado como es la popularidad. Ir al supermercado y aguantar veinte miradas antes de llegar a los congelados. Hacer una cola en el cine y escuchar un poco «Ese es el de...» mal disimulado. Tener un mal día y soportar a más maleducados de lo normal, como si hacerse fotos por la calle, firmar autógrafos o sencillamente responder un «Muchas gracias» a cualquier entrometido fuese con el sueldo. Los famosos me dan lástima, qué cosas. El hermetismo de celebridades como J.D. Salinger me resulta más lógico que cualquiera que pasea sus virtudes y miserias por el ¡Hola!
Por eso no podía comprender la política de Shakira y Piqué. Ellos, que podían hacer un esfuerzo por esquivarlo, se pusieron a tiro de los paparazzis. Para qué un fin de semana en las alejadas Bahamas, cuando puedes pasear tu ñoñismo por las Ramblas. Para qué tener fotógrafos persiguiéndote, cuando puedes ahorrarles el trabajo y subir tú mismo la foto más esperada a tu Facebook o Twitter. Para qué hacer del amor algo secreto, cuando puedes compartirlo con todo el mundo, un amor 2.0.
¿Para qué? Para que se cansen y no hablen más de ti. Se exhibieron tanto y de tantas maneras que consiguieron lo que ninguno antes: que nadie se interese lo más mínimo por su relación. Provocaron tal congestión informativa en las revistas que ya no había quien se tragase una píldora más. Ni Wikileaks con El País. Y hoy, los dos cursis que nos hartaron con sus besos, declaraciones y piquetones, no salen en los medios si no es por su profesión. Como debería haber ocurrido desde el primer día.

Dante Alighieri en «La historia secreta de la literatura en cómic (viii)»

El autor de La divina comedia es el octavo protagonista de la serie. Si te gusta el cómic, puedes colaborar con el blog pinchando al Me gusta de Facebook, retuiteándola, comentando o dando al +1. También recomendándolo en la frutería, que estas cosas ilusionan.
En anteriores capítulos de La historia secreta de la literatura en cómic: las hermanas Brönte, el genio Roald Dahl, J.R.R. Tolkien, el anónimo de El lazarillo, Agatha Christie, Julio Cortázar y Antoine de Saint-Exúpery.

Mis veintiocho días sin chocolate

El reto era complicado. También necesario, después de los atracones de chocolate de finales de octubre (muy relacionados con el retorno estacional del turrón). Ha pasado año y medio desde el último R.S.C. (Reto Sin Chocolate) y me veía capaz de afrontar un mes de abstinencia. Ya sé que en la vez de 2010 tuve picos de mono y la típica ansiedad alucinoparanoicaviolenta, pero esta ocasión contaba con un aliado de primera línea: el café. Me iba a inyectar un chupito cada vez que el cuerpo me pudiese un poco de chocolate.
Comencé el día uno, que es un día muy recurrente para iniciarse en retos personales (por eso de simplificar las cuentas). Lo hice concienciado, seguro de mi decisión y con el apoyo de los míos. «C., estamos orgullosos de ti», me decían en privado. O lo pensaban, porque el apoyo moral es una cosa que, como el dolor, es más decente llevar por dentro. Yo superé el primer día sin darme cuenta. Al segundo recordé mi reto, R.S.C., y sonreí por mi fuerza. Mantenía el cacao lejos de mi vida igual que los libros de Federico Moccia.
Al quinto día empezó lo duro de verdad. Primero fue un mensaje al móvil ofreciéndome material de primera calidad (cruasanes de chocolate de Mercadona, el éxtasis del mundo de la repostería), que tuve que rechazar igual que un drogodependiente dice no a un regalito navideño del camello. Para entereza la mía. A la semana sufrí una nueva tentación que ni Eva en el Edén: una llamada de teléfono desde el aeropuerto de Málaga: «Tengo delante un expositor con M&Ms Crispy, ¿te compro?» (no sé vosotros, pero yo tengo scouts del chocolate repartidos por todo el mundo). Tuve que hacerme de tripas corazón y responder que sí, que los comprase, pero que no quería ni verlos antes de concluir el mes. Y todo esto con el labio inferior temblándome mientras lo decía.
El resto del mes no fue más sencillo: ignorar las Chips Ahoy! en el supermercado, cambiar tarta de chocolate por la de queso o manzana en los restaurantes, y si alguien me regalaba algo con cacao, separarlo del resto de la masa de la manera más digna posible. Así pasé las cuatro semanas de noviembre, ignorando el chocolate como un auténtico campeón y consumiendo como un loco toda clase de sustitutivos de peor colesterol y calaña.
Mi vida era un tiovivo de exchocoadicto reinsertado hasta el Día Internacional de los Compañeros de Piso (también conocido como Acción de Gracias). Aunque mi preocupación número uno tenía que ser cocinar un pavo de los siete kilos y pico (ahorraos el chiste del «y pico», por favor), mi cabeza estaba más en el postre. Sobre todo después de que una invitada se prestase a prepararlo ella misma.
—Pero ¿y si cocina algo con chocolate? —pregunté preocupado—. No nos cuesta nada hacer un pastel de manzana para salir del paso.
—Me ha dicho que no llevará chocolate —prometió S.— Es una receta tradicional de Acción de Gracias.
La invitada en cuestión, a la que llamaremos T. de «tentación», llegó pasadas las nueve y media. Cuando entró por la puerta, no pudimos evitar la curiosidad de descubrir cuál era ese postre. Suspiré aliviado: cumplía con todos los requisitos. Le di mi certificado R.S.C. en el acto.
Por poco tiempo.
Después de comer el pavo (me refiero a esa capa superficial que conseguimos comer entre todos: todavía queda suficiente pájaro para rellenar las doce uvas de todos los asistentes a las campanadas de Sol), y en el momento de partir la tarta, tuve a bien agradecer (por algo se llama Acción de Gracias) la suerte de convivencia en el piso, la asistencia de invitados y, por supuesto, que el pastel de Oreo no tuviese chocolate.
Lo que siguió fue un silencio sepulcral de antología de cine mudo.
Luego varias caras mirándome con estupefacción, cuando no con culpa.
—¿Se puede saber qué ocurre? —No os imagináis sus rostros—. T. ha dicho que la tarta es de Oreo. Lo de encima no es chocolate —dije con tono paternal—, ¡es mermelada de fresa!
Las miradas continuaron. Yo no entendía nada hasta que alguien dijo:
—Pablo, a ver cómo te decimos esto sin hacerte daño: las Oreo están hechas con chocolate. Es así. Desde siempre. Lo sabe todo el mundo.
—¿¡De chocolate!? —Estuve a punto de reír, pero vi que nadie me seguiría con las risas. Aquello parecía un funeral—. Por supuesto que no tienen chocolate. Están hechas de Oreo. Estoy seguro de que las Oreo no son chocolate porque existe el helado de Oreo y si fuese chocolate sería helado de chocolate. Además, gracias a que llevo todo el mes merendando galletas Oreo —Entre tú y yo: en noviembre compré unas cuaaantas cajas de Oreo—no he sentido el mono del chocolate.
Mis amigos me miraron con cara de Dedúcelo-Tú-Solo. Quise morir.
Corrí a la despensa y busqué un paquete de Oreo. Encontré uno de tamaño familiar casi acabado, así, para empeorar las cosas. No vi nada sospechoso en los ingredientes, pero cuando estaba a punto de cantar victoria, alguien señaló con el dedo el rótulo GI-GAN-TE de «galletas de cacao» en la parte frontal. Tan visible que no lo había visto nunca. Por segunda vez en un minuto, quise morir.
S. vino hasta mí y me puso la mano sobre el hombro. Puso la misma voz que cuando me reveló a quién votó.
—Lo he sabido todo este tiempo, pero no quería hacerte sufrir. —Con amigos así, no necesito ir al infierno—. Conste que el día uno te pregunté si las Oreo llevan chocolate cuando te vi merendar, pero no quise romper tu ilusión cuando negaste con la cabeza.
—Ha sido todo un fraude. Pensaba que lo estaba logrando. Creía controlar el mono cuando seguía enganchado día y noche sin saberlo.
S. se encogió de hombros y me invitó a volver con los demás. El resto de la noche fingimos que nada había ocurrido e incluso, por unas horas, que las Oreo no son chocolate. Mientras tanto, puse a prueba a los lectores de @el_croni y descubrí que de haberlo tuiteado antes, otros me habrían dado la alerta.
Desde entonces no me atrevo a dar un bocado sin asegurarme de que no tiene cacao antes. La fruta, las verduras, los lácteos o el pescado: desde el caso de la Oreo, veo sospechosos en todas partes. Pero mi R.S.C. sirvió por lo menos de algo: durante todo el mes de noviembre no me salió ni un solo grano de los de cuando me doy atracones de chocolate. Al final va a ser verdad eso del efecto psicológico.