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El Papa y el músico

Es primavera cuando el anciano recuerda algo y sale de su despacho en dirección a la biblioteca. Podría haber mandado a cualquiera a buscar los libros que le interesan, pero no quiere que nadie conozca el tema que lo preocupa. Cruza varios pasillos, desconcierta a media docena de guardias (aunque ninguno osará preguntar adónde va, pues él tiene las llaves) y sorprende al bibliotecario, que no se explica a qué se debe semejante visita. Le va a preguntar cuando el anciano lo echa de la sala con educación. Lo tiene que averiguar sin ayuda. Sólo Dios sabe qué pasará si alguien conoce sus intenciones antes de que esté todo listo. Busca la sección que le interesa, echa un vistazo a los libros y escoge un par que podrían tener las respuestas. Después se sienta cerca de una ventana y se dispone a estudiar, a conocer las hipótesis y los antecedentes. Tiene poder para atar en la Tierra como en el Cielo, pero se va a retirar y eso es algo que uno tiene que dejar muy atado.
En Nueva York, los periodistas sospechan un terrible desenlace del otro. También es un hombre mayor, aunque no tanto, pero lleva tiempo recluido. Eso, en según qué ámbitos, no se perdona. Él, sobreexpuesto desde tan joven, lleva casi diez años apartado. Unos fotógrafos han llevado la imagen de su deterioro físico a la portada de una revista. Saltan las alarmas: se habla de que podría morirse pronto. El hombre tuerce la expresión cuando se entera y continúa trabajando en lo suyo, en secreto, igual que el primero.
Cuando Benedicto XVI renuncia, nadie podía imaginar que el gran estudioso del Vaticano pudiese romper una norma no escrita con tantos siglos de costumbre: uno es papa hasta la muerte. Pero aquel al que consideran un retroceso para la Iglesia está acostumbrado a hacer las cosas a su manera, y si bien ha viajado bastante poco desde la última fumata blanca, y no ha besado ningún suelo ni aplaudido en un concierto privado de U2, tampoco se ha quedado de brazos cruzados. Benedicto XVI ha perseguido la pederastia más que ningún papa anterior (y aun así, con mucha menos transparencia de lo que nos gustaría), ha dado el primer paso para que haya curas casados admitiendo a los anglicanos en sus filas y hasta ha aceptado el uso del preservativo para las prostitutas, si bien no le gustan nada ni una cosa ni la otra. Pero oigan, es un paso. Este papa no tiene ningún complejo en revisar la vida de Jesús (el Hijo del Jefe, el Jefe y la palomita milagros a la vez) y separar el mito de la realidad, aunque para ello cargue contra mulas y reyes magos. Por eso tampoco se iba a creer la chorrada de Papa hasta la Muerte, por mucho que lo hayan aceptado todos sus antecesores hasta la extenuación, y deja un mensaje claro y lógico: que los papas son hombres, y no tienen que aguantar más allá de lo que pueden. No se es mejor por apurar el pontificado hasta que te pudres por dentro y por fuera, ni tienes que dar al mundo una lección de sacrificio. No se me ocurre el momento en que Benedicto XVI tiene la idea y busca el modo de llevarla a cabo. Como mano derecha del anterior, veo más posible que le aconsejase la renuncia a Juan Pablo II, aunque este no le hiciese ni caso, y que atesorase la idea para cuando lo nombraron delegado de clase (Clase). Es fascinante que haya guardado el secreto por tanto tiempo, más temeroso de las propias intrigas vaticanas que de pesados periodistas, y que su hermanísimo, un cura alemán sin más currículum que ser hermano de, lo supiese antes que los mandamases púrpuras. Benedicto XVI ha hecho de un acto extraordinario, un acto de humildad: no se siente capacitado para seguir, y punto. Si alguien tiene que dar explicaciones, esos son los anteriores, que siguieron con el anillo por sus huevos; la auténtica soberbia.
De vuelta en Nueva York, David Bowie anuncia todo lo contrario: «Chicos, ni me he retirado ni estoy a punto de morir. De hecho tengo un disco nuevo que explica mi silencio de los últimos años. Estoy muy orgulloso. Espero que os guste». El cantante se ríe de los rumores que lo daban por terminal con un notición que nadie imaginaba; a ver quién se toma en serio los rumores después de escuchar los temas nuevos, que no parecen en absoluto obra de un moribundo. Benedicto XVI, por el contrario, anuncia su adiós en un puesto donde nadie espera deserciones. Uno tiene mucho que ofrecer, le pese a quien le pese. El otro asume sus limitaciones y se marcha al castillo a hacer lo que más le apetece: estudiar. Es ingenuo pensar que Bowie durará para siempre, o que un hombre de la talla intelectual de Ratzinger pueda estarse quieto por demasiado tiempo, pero los dos, a su modo, ponen de manifiesto que incluso a ciertas edades no hay nada escrito, y seguro que han disfrutado con lo absurdo de las especulaciones. Ninguno satisfecho con los plazos que les daban, ya fuese para obligarlos a trabajar hasta morir o para retirarlos antes de tiempo. Y hasta para callar bocas han usado sus plazos, sin decir palabra, esperando el momento para encender la traca. Que a cada uno le vaya bien con lo suyo. Faltan más hombres que demuestren que el futuro no está escrito, ni siquiera cuando tienes edad de estar en un geriátrico. La capacidad de sorprender no es exclusiva de los jóvenes, ni siquiera de los de mediana edad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Benedicto XVI ha sido de los mejores Papas que ha tenido la Iglesia, sin lugar a dudas.

Ha sido juzgado una y otra vez desde antes que le nombraran Papa. Que si de derechas, que si de la Inquisición, que si esto, que si lo otro... Ha sido insultado y desacreditado por la opinión, pero ha sido un hombre con una talla intelectual que pocos tienen y ha sabido ejercer lo que a él le ha parecido correcto hasta el momento en el que le ha parecido correcto.

Aprendamos de él, creyentes y ateos; que ojalá nos pareciésemos un poco más a Benedicto. Y al músico.

Anónimo dijo...

Yo opino también que Benedicto XVI ha sido un gran papa. Ademas también ha sido muy valiente porque pocos hubieran tomado su misma decisión, espero que los siguientes papas sean tan buenos como lo ha sido el. Además si esta cansado, se supone que el cargo de papa tiene que sustentarlo alguien con la energía suficiente para desempeñarlo bien. Creo que ha ido un gran papa.

Anónimo dijo...
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