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¿Quién nos ha dado vela en ese entierro?

La comunidad internacional aprueba la intervención en Libia en pos de la salvación de sus ciudadanos mientras el delirante Gadafi grita que no se inmiscuyan en asuntos de índole nacional. Nadie o casi nadie se alarma esta vez porque el mundo (el mundo occidental, básicamente) se organice para entrar en un país sin permiso y tome las armas, pero regresa el debate de siempre: ¿los propósitos democráticos son suficientes para invadir -pues no hay otra definición- un territorio extranjero?
Gadafi fue hasta hace dos días el amigo árabe de Estados Unidos y Europa. Quien entonces era un excéntrico, hoy no es más que un loco de atar, pero el resto de las piezas del tablero se mueve rápidamente para arrinconarlo contra el paredón. Nadie hace un examen de conciencia del tipo ¿Cómo pude apoyarlo hasta ahora? Se le aniquila y no hay más que hablar.
No es la primera vez que Occidente despliega su armamento en defensa de la libertad, ni tampoco que lo hace contra un enemigo que otrora fue aliado. Y dejando al margen los intereses encubiertos (petróleo, bases militares o la posibilidad de construir un Marina d'Or oriental), ¿el fin justifica los medios? ¿Tenemos autoridad moral para hacer el bien allá donde no pertenecemos?
España vivió más de tres décadas de dictadura. Si Estados Unidos -o cualquier otro país- hubiese intervenido nuestro país, seguramente habríamos alcanzado la democracia mucho antes. Sin embargo, y a riesgo de equivocarme (no viví esa época, y son los perseguidos de entonces quien tienen auténtica potestad para hablar, no yo), me cuesta creer que nuestra sociedad fuese la de hoy en día, tan libre, si hubiésemos debido nuestra liberación a una nación extranjera. Nos fue bien esperando el momento, aunque ojalá hubiese llegado antes. Lo hicimos a nuestra manera. Nadie nos dijo cómo se hace una democracia, nadie llegó como adalid de la civilización. Fuimos -fueron, españolitos de entonces- los creadores del mismo nuevo Estado. ¿Quién, sino el nacional, puede reinventar su nación?
Por eso no acabo de formarme una opinión con Libia. Quiero que disfruten de la democracia y se dé fin a la opresión, pero soy escéptico con las intenciones occidentales. Incluso si los propósitos de nuestros líderes fuesen honestos, dudo que su intromisión sea la mejor solución. Claro que hay que hacer algo, pero no sé qué es. En lo que a mí como español me afecta, doy gracias porque nosotros fuimos principio, desarrollo y fin de nuestra propia transición.

4 comentarios:

Àngels, dijo...

También tienes que tener en cuenta que el pueblo libio que echarlo, otra cosa es que tenga posibilidad militar de lograrlo. Además antes de la dictadura, España había alcanzado una democracia plena y estaba en vías de modernizar el país, y si hubiera recibido ayuda del extranjero en la Guerra Civil no hubiera vuelto atrás durante casi cuarenta años.

Hermy dijo...

Creo que el pueblo libio por sí sólo no sería capaz de llegar a la democracia. Tampoco soy yo para decir tales postulados, pero a mí modo de ver, Libia no está en las condiciones en las que se encontraba España durante el franquismo.
Cierto es que un país extranjero no puede irrumpir en otro de ese modo ( y menos aún sabiendo la razón de su intervenció), pero, y vuelvo a repetir, no creo que Libia consiguiese su propósito por sí sólo.

Anónimo dijo...

"La comunidad internacional aprueba la intervención en Libia en pos de la salvación de sus ciudadanos"????????????. La ONU no ha aprobado ninguna intervención en Libia. Lo que ha aprobado la ONU es la exclusión aérea del espacio aéreo libio, que es bastante diferente a una intervención militar en el país. Esta guerra es tan ilegal como la de Kosovo o la de Irak ateniéndonos al derecho internacional de la ONU. Obama, Sarkozy y compañía han interpretado la exclusión aérea como el derecho a bombardear un país, que por otro lado, una buena forma de liberar un país, lanzando bombas… (Todos nos acordamos del bombardeo de Serbia).

Estelwen Ancálimë dijo...

Me parece bien que les ayudemos, lo que me parece mal son los motivos por los cuales lo hacemos: no es porque a nuestros gobernantes la paz, la democracia, la igualdad y la libertad de los libios les importe un ardite, sino porque quieren poderle decir al nuevo gobierno "ya que os echamos una mano en la guerra, dejadnos echar una mano en el petróleo".