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Soy de Madrid

Ayer, a las doce del mediodía, en la oficina del padrón municipal, me convertí en madrileño oficial. Más de año y medio después de llegar a la ciudad con lo puesto, y mucho después de sentirme de aquí, firmé como conforme el documento que me inscribía como ciudadano de Madrid. Me faltó agregar "requeteconforme" al margen. Estoy orgulloso de mi ciudadanía.
Cuando compartí mis intenciones con los madrileños, su respuesta fue uniforme y global:
Ajá.
En Madrid están más que acostumbrados a que venga gente de fuera. Uno más o uno menos en el padrón no va a afectarlos, ni cambiará su impresión sobre mí. La capital de España, para hacer honor a la verdad, es hospitalaria desde el primer día de todos. Uno puede sentirse de aquí tras darse dos vueltas por la Gran Vía, después de un almuerzo en el Retiro o tras el primer plantón en Callao. La condición de empadronado no cambia para el resto, pero sí para mí. Me lo han preguntado una docena de veces en las últimas semanas: ¿Y para qué te empadronas? Mi respuesta es simple y rebosante de lógica: ¿Y por qué no? Vivo aquí y no tengo intención de moverme. La pregunta debería ser por qué sigo empadronado en Valencia después diecinueve meses fuera y cuando no pienso volver. Esto, que suena tan bien por escrito, no cayó tan bien cuando se lo conté a mis amigos valencianos este finde pasado. Su respuesta, igual que la de los madrileños, también fue uniforme y global:
Ejem.
Yo me quedaba esperando un nuevo comentario. Después de mucho insistir, todos decían algo parecido a esto:
Lo que pasa es que reniegas de tu sangre valenciana. Si te importase, seguirías empadronado aquí. Madrid por aquí, Madrid por allá, bla bla bla.
El valenciano no está acostumbrado a la emigración e inmigración nacional como ocurre en Madrid. En los veintidós años que viví en la capital del Túria, conocí muy pocos casos de gente que venía o se tenía que ir. Éramos los que éramos, como nuestros padres, abuelos, y ancestros hasta los años del Conquistador. Igual que cuesta imaginar que alguien que se instala en Valencia pueda llegar a ser valenciano de verdad, lo mismo sucede a la inversa. Pero yo no renuncio a mi identidad, ni a mi patria, que siempre será la ciudad en la que nací. Todas las personas que conozco en Madrid pueden confirmar que no tardo ni tres minutos en decir de dónde vengo, y con un orgullo que no cabe en mí. Que no se confunda patriotismo con fascismo, por favor. No me siento mejor que nadie por ser de donde soy. Y qué cosas, suma y sigue, hoy puedo decir alegremente que soy de Valencia y de Madrid. Quién sabe de dónde más seré.

6 comentarios:

Hugo G. dijo...

El valenciano no está acostumbrado a la emigración e inmigración nacional como ocurre en Madrid. En los veintidós años que viví en la capital del Túria, conocí muy pocos casos de gente que venía o se tenía que ir. Éramos los que éramos, como nuestros padres, abuelos, y ancestros hasta los años del Conquistador.

Será el caso de la ciudad de Valencia, pero yo, viviendo en la provincia de Alicante desde hace 23 años tengo una sensación diametralmente opuesta. Me parece esta, una tierra repleta de movimientos migratorios internos (mi caso y el de mi familia sin ir más lejos)

Igual que cuesta imaginar que alguien que se instala en Valencia pueda llegar a ser valenciano de verdad Aquí puedo o debo darte la razón. Más de 20 años en tierras valencianas y nunca las he sentido como propias. Creo que gran parte de culpa la tiene la propia población local, pues en el caso que me ocupa mantienen la mentalidad de cuando Torrevieja era un pueblo con 5000 habitantes.

Quizás es que me encuentro en una localidad especial, pero creo que estás bastante extendido a lo largo de toda la costa levantina.

Estelwen Ancálimë dijo...

Mi marido siempre dice que eres de donde pasas la adolescencia, porque en ese sitio es donde adquieres tu personalidad y gustos definitivos y vives las experiencias que te marcan para siempre porque te convierten en adulto. En su caso, él se define como un aragonés afincado en Valencia. Por esa regla de tres, más que madrieño, serías un valenciano afincado en Madrid, o un valenciano de Madrid :-)

Anónimo dijo...

Me inquieta y me llama muchísimo la atención la gran división que existe entre las distintas provincias de España. Hablan de una región u otra como si se tratara de diferentes países, como si fuera más importante el gentilicio provinciano que la nacionalidad del país en el que viven.

Hace un tiempo trate de investigar acerca de catalanes, madrileños, valencianos. Me gustaría saber un poco más sobre este tema. Simplemente curiosidad.

Anónimo dijo...

Los hijos d tus hijos,si nacn en Madrid,si q seran autenti cos gatos madrileños jaja

*Mini*

Prigkinissa dijo...

"No se extraña un país [aquí añadiría comunidad y ciudad ]; se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañas si te mudas a diez cuadras. El que se siente patriota, el que piensa que pertenece a un país, es un tarado mental, la patria es un invento.

¿Qué tengo yo que ver con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Una estadística, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos y eso sí se extraña…"

[Federico Luppi en Hache]


Soy una maldita antipatriota, lo reconozco. A mí me importa un pimiento Fuenlabrada, sólo siento nostalgia cuando estoy en otro lugar de mi familia , mis amigos y algunos sitios repletos de recuerdos de la infancia y adolescencia... A lo mejor cuando viva en otro lugar me cambie el chip.Quién sabe...

Rosa Burgos Ruiz dijo...

Pues yo no me siento de mi ciudad en absoluto. Para mí es solo el sitio en el que vivo, un lugar más. Sí que siento mi casa como un hogar, pero igual que sentía la anterior o la anterior, porque estaba con gente que aprecio, mi familia. De hecho estoy deseosa de poder marcharme de mi ciudad y de España. La echare de menos cuando esté sola por otro país, puede, pero estoy segura de que lo que más extrañare serán las personas que deje aquí.