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Visto en librería (ii)

Después de la primera edición de Visto en librería, viene la segunda con más sorpresas librescas. Las tiendas de libros son un pozo sin fondo de curiosidades para los más bibliófilos, así que atentos, que vendrán más capítulos.

Los que más las sufren las avalanchas de títulos son los libreros, que se enfrentan a diario con decenas (cuando no cientos) de ejemplares del último best seller. En Navidad me crucé con estas cajas vacías del último de Geronimo Stilton, abandonadas en un pasillo de El Corte Inglés. El simpático ratón ya ha escrito cinco viajes sobre sus viajes al Reino de la Fantasía, pero los que tienen que colocar sus libros no se muestran tan amables con las aficiones turísticas del editor. Alguien se quedó a gusto al escribir esta nota en la caja:

Aprovecho para decir que me encanta Geronimo. Fuera bromas, es una saga que a cualquier editor le gustaría publicar.

También es comercial, y hasta límites insospechados, El secreto de Rhonda Byrne. Desconozco el misterio que esconde, pero la editorial Urano debe considerarlo un ensayo muy sesudo, de esos que ni el físico Hawking entendería, para que se decidan a publicar El secreto para jóvenes. La nueva publicación de autoayuda en fase hormonal, ahora que la SuperPop ya no se imprime. Si alguien lo ha leído, lo animo a que nos lo cuente en los comentarios.

El último descubrimiento de mis paseos por librerías es mi favorito, porque pone de manifiesto lo poco que se revisan algunas portadas antes de imprimirlas. Mientras se vuelven locos corrigiendo los interiores, algunos dan por hecho que con el poco espacio de la cubierta es imposible equivocarse... pero no. He visto incluso autores que no se correspondían en la cubierta con el lomo, sólo porque alguien había olvidado modificar toda la plantilla. Para prueba la portada de Manual de traducción inversa, de Anglo didáctica. El diseñador se ha tomado la molestia en el concepto de portada, con unos pececillos tragando burbujas con dibujos de banderas (a modo de «lenguas»). Aparece la bandera estadounidense, la británica... Pero cuando se trata de la bandera española, el diseñador no lo tiene tan claro. Ni la constitucional, ni la franquista ni la republicana, va más lejos. Este tiene que ser un nacionalista radical de esos que dicen que el castellano lo carga el diablo, porque si no no se explica... Atentos a la bandera española que se traga el pez de un inocente manual de traducción. Lo podéis comprobar en cualquier librería. Algunos deberían fiarse menos de Google Imágenes.

1 comentario:

laura dijo...

El comentario en la caja me parece lógico ^^ De hecho, creo que al final de un duro día de trabajo yo podría haber acabo haciendo lo mismo.
Lo segundo un poco extraño.
Lo tercero una ida de pinza muy grande... :S