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Jugando a la güija


Yo, que me considero un ser racional que no se cree ninguna leyenda, discrepo de las religiones y hasta las noticias de la tele las cojo con pinzas, no puedo evitar sentir un repelús cuando se habla de la güija. Me refiero a ese tablero con letras, sís y nos y diez números (las más modernas también incluyen una arroba y un .com, no sea que el espíritu quiera facilitarnos algún correo electrónico desde la ultratumba. Pues no es tan raro, pienso), con el que la gente mantiene interesantes conversaciones sobre el índice bursátil, café normal o descafeinado o esas-cosas-que-nunca-te-dije con el Más allá, que no es la frontera de Francia sino una forma muy educada de referirse a los muertos. No recuerdo haber jugado a la güija en mi vida (lo cuál no significa que no lo haya hecho. Mi memoria me juega muy malas pasadas) pero tengo claro que si lo hice, no lo volvería a hacer. Me da miedo. No quiero jugar con cosas que no entiendo. O dicho de una manera más racional, volviendo a mi cerebrito:
  1. Si la güija es una farsa, no voy a perder el tiempo con ella.
  2. Si la güija es real, mucho menos voy a perder el tiempo con ella.
No sé qué me asusta más: que la güija sea real (o haya sido real para algunas personas) o contemplarme a mí mismo como un idiota ingenuo capaz de creerse semejante patraña. No, no me reconozco en esta piel de inocente, cuando rechazo mentiras mucho más evidentes. ¿Por qué entonces la güija me impone tanto respeto? Porque la opción del fraude es factible, pero entonces debería sentir el mismo repelús por la PowerBalance y no se da el caso. La güija me da mal rollo. Es auténtico. No podría estar en la misma casa en la que se practica, aunque fingiese que no sé de qué va el juego. Supongo que parte de la culpa la tienen los curas de mi colegio, que en vez de convencernos de que era una tontería de paganos, nos metieron muy hondo que se trataba de algo real y peligroso. O Ana V., aquella compañera de primaria que juraba y perjuraba que una amiga de su hermana se había quedado ciega después de una sesión (todos nos lo creímos. En realidad, Ana V. podía ser esa "amiga de la hermana", a juzgar por ese parche en el ojo del que no se despegó durante todos esos años).
Voy a meditar mi temor. No soy yo si tengo miedo a la paparrucha de la güija. No puedo negar todo lo que no tenga explicación racional y flaquear en una cuestión tan básica. Pero todos tenemos nuestras debilidades y temores y tachán, aquí está una de mis fobias. Contadme si alguna vez habéis jugado a la güija. Lo que soy yo, no lo voy a hacer jamás porque no sé ni qué preguntaría. Quien me puede responder no está muerto y quien está muerto, no creo que se preste a hablar a través de un juego de mesa a menos que tenga el caché de uno de Mattel o Harsbro. Eso sí sería divertido: hablar con los demonios a través del Monopoly, Cluedo (fantástico para los clásicos asesinatos familiares. En todas las familias hay uno o dos) o Pictionary.

17 comentarios:

Alexia dijo...

A mí me sucede una cosa parecida a ti. Recuerdo una conversación de cuando era pequeña, de estas que tienes com tus compañeros de clase en el patio, donde salió a relucir el tema. Decían que había gente que después de haberla practicado se habían quedado con un mechón de pelo blanco (cual Pícara en X-Men).
Siempre me ha atraído el tema, pero como curiosidad y leyenda. Nunca lo he practicado, ni creo que lo haga. Digamos que lo repeto.

Hermy dijo...

Nunca he hablado del tema con mis amigos, en plan 'yo tengo una, ¿y si jugamos?', pero tampoco creo que lo hiciera.
La cuestión es que tengas lo que tengas que decirle a los muertos, si eso funciona, lo cual es más que improbable, no puede ser tan importante como para que el muerto en cuestión quiera responderte, atormentarte de por vida y todas esas cosas. No tiene sentido: si yo estuviese muerta y mi, llamémoslo alma, espíritu o como-se-le-quiera-llamar estuviese danzando por el mundo, lo que menos me apetecería sería entablar conversación con un grupo de adolescentes/niños.
Luego están los daños post-güija, que siempre son del estilo 'pues a un amigo mío... a una prima que tengo...'.
Resulta que lo que nos atrae a unos, y nos repele a otros de la güija es ese morbo que causa lo paranormal.
Yo por mi parte también me encuentro en el grupo de los que la evitan, pero no sabría decir si por respeto, o porque me parece una soberana tontería. Además que me suena a típica escena teen americana. Una estupidez, vaya.
Ahora, el que crea en esas cosas allá él.

B.V. dijo...

Todos hemos oído historias de terceros y nunca son agradables, y ya solo por eso, tendría una razón de peso para evitar el "juego". Por otro lado, nunca he sido gran amiga del morbo, más bien todo lo contrario, así que...
En realidad, si soy sincera, a mí más que respeto, me da miedo. Seré ingenua, pero pienso como tú: si es un fraude, no tengo porque malgastar mi tiempo con ello, y si resulta que no lo es, prefiero no jugar con cosas que no entiendo y que puedan ser peligrosas.
Ahora sonaré muy tonta, pero a mí con estas cosas, siempre me viene a la memoria Harry Potter y la Cámara Secreta, cuando el señor Weasley le dice a Ginny que le ha dicho montones de veces que no se juega con una cosa que no se sabe cómo piensa (o algo parecido).
Y saldrá alguno que dirá: "no digas de este cáliz nunca beberé y este cura no es mi padre." Pues bien, me da igual, sea por ingenuidad, miedo, prudencia o instinto, nunca jugaré a la güija.

Fhaps dijo...

Yo nunca la he jugado ni la jugaré. Pero lo mío es porque yo sí creo que sea real, y con esas cosas no se juegan.

"Quien me puede responder no está muerto y quien está muerto, no creo que se preste a hablar a través de un juego de mesa"

La cosa es que no te responde un muerto, sino, aunque suene más dramático de lo que intento, el demonio.

Alfonso dijo...

Está comprobado que todo el tema de "hablar con los muertos" ya sea a traves de la ouija, del juego de la copa o de lo que sea, no existe. Es algo que se llama "impulso ideomotor" o algo así: vos te convencés de que vas a hablar con un espíritu o lo que sea, y tu mano inconscientemente realiza ciertos movimientos sin que vos te des cuenta, y así parece que realmente te está guiando un muerto. La idea más o menos es esa. Asi que no te preocupes. Ahora ya tenés algo con lo que respaldar tu rechazo a este juego ;) (además, si realmente fuera verdad eso de que podes hablar con una persona en otro mundo, dudo mucho que una multinacional de los juegos de mesa comercialice ese producto. no te parece?)
Saludos.

Estelwen Ancálimë dijo...

Cronista, creo que tu entrada puede resumirse en una frase hecha: "No creo en las meigas, pero haberlas haylas" XD

Nunca he jugado a la ouija, por razones parecidas a las tuyas. Si es mentira y no sirve como comunicación con el más allá, jugar es una pérdida de tiempo. Y si es verdad que funciona y sirve para comunicarse con los espíritus, ¿qué idiota jugaría a dejar abierta una puerta que tsl no va a saber cerrar?
Si alguna vez, por cualquier motivo, sintiese la acuciante necesidad de hablar con alguien concreto del más allá, tal vez me aventuraría a hacerlo con la supervisión de algún experto, pero mientras tanto... prefiero no arriesgarme.

Anónimo dijo...

Yo no he jugado con la tal guija en mi vida, lo mío se debe a dos razones puntuales:

1. No creo en la guija y siempre que me contaban historias de ese tipo las consideraba unas patrañas infantiles propias de una mente creativa y supersticiosa.

2. Los valores que me inculcaron en mi casa, y a pesar de que no me dijeron que no jugase con eso, para mi eso era malo y por lo tanto no lo podía hacer, era incorrecto jugar con los muertos que si bien no iban a responder lo consideraba una estupidez.

Creo que mi miedo más grande lo viví cuando era pequeña en la edad típica en que le temes a algo puesto que te estas conformando como persona, estas adquiriendo confianza en la sociedad y fue que veía puntos blancos que para mí eran bichos en la oscuridad que estaban en mi cama y a pesar que no me hacían nada, les temía demasiado y solía ir a despertar a mi hermana y contarle sobre estos seres, mi cuento era tan bien relatado que había veces que hasta mí hermana me creía, ahora que me acuerdo eso me produce risa. Desde pequeña soy una gran cuentista.

Definitivamente no sé porque compartí lo de los extraños seres, el caso es que fue un impulso, sí porque eso no fue una fobia, mi gran fobia son las moscas, las aborrezco con todo mi ser, es el sólo hecho de pronunciar su nombre y me dan entre asco y ganas de matarlas a todas, no puedo verlas, lo peor es que en todas partes hay una y hacen ese sonido tan particular que sólo me provoca ganas de huir. Los grandes culpables son los documentales de la National o el Discovery con sus reportajes tan profundos. Como consejo personal no vean a ninguno de esos canales, pueden terminar peor que yo.

¿Hay alguna mosca por ahí?

S h e i dijo...

No he jugado nunca. Ni quiero jugar jamás.

Miedo. Extrañesa, y concuerdo contigo, no voy a meterme en algo que no conozco, sea real o farsa, no me meto.

La verdad, me da igual que alguien más al juegue, pero a mi no me van esas cosas, ahora que si quieres jugar monopoly, encantada.

Pruna dijo...

De adolescente practiqué la ouija en numerosas ocasiones, era una forma de divertirse, utilizabamos un vaso, una mesa y los papeles los hacíamos nosotros, todo muy casero. A pesar de que el vaso siempre se movió,(claro que todos los participantes poníamos el dedo índice sobre él) jamás pasó nada digno de mención. El "espíritu" nos respondía y ya está.

Ahora ni loca lo volvería a hacer y no porque crea en los espíritus, que no creo, si no porque creo que es una práctica muy peligrosa, ya que te puedes obsesionar y sugestionar y la mente puede hacerte malas pasadas.

Yo no la recomiendo.

Saludos

Lyla dijo...

Yo jugué con una versión en internet. Estaba de masoquista leyendo supuestas historias reales sobre exorcismos, entre otros y había la posibilidad de jugar online. Fue una babosada y creo que lo dejé luego de 30 segundos xD

De niña jugué algo "similar", una tontería con monedas, que a mis 9 años, inocente e ignorante, se convirtió en todo un acto del demonio, según mis compañeras.

Luego de haber contactado con este espíritu y culminado la supuesta conversación, nos dijeron que en la noche pasarían cosas terrible. Obvio, me las creí xD

Afortunadamente (?), no ocurrió nada, salvo que el chisme llegó hasta oídos de la maestra, y por poco nos cita al representante...

Estoy igual que tú. Le tengo respeto a la tablita, pues es lo que me han enseñado. Costumbres tontas que traemos de una educación católica. A fin de cuentas, no tengo necesidad de hablar con alguien que se haya ido. ¿Qué podrá decirme? Es evidente que si tiene tiempo para charlar, es que donde está, es aburrido...

papalbina dijo...

O te imaginas, a los muertos contestandote las preguntas chungas del trivial??

en mi casa siempre se han contado historias de fantasmas, no ajenos, sino propios, vamos que somos una familia que tiene fantasmas y todo (en otras cosas no creerán, pero en eso sí v.v). Si a mi estas cosas me dan repelús, es por haber visto Poltergeist y alguna que otra película de este tipo siendo demasiado pequeña. Culpable es mi madre, cuya película favorita es "El Ente" (anda que no da mal rollo esa película, nunca he sido capaz de verla entera :S)... Creo de hecho que por eso no me gustan las películas/series de fantasmas (a excepción de la de Michael J. Fox y los cazafantasmas xDD). La güija forma parte de toda esta mitologia y me da tanta grima como los ectoplasmas ¬¬

Leodin DaCore dijo...

Alguno de mis amigos sí que lo ha hecho, y siempre dicen para hacerla, en plan cementerio y por la noche. Me considero un poco como tú. No creo en ello, pero me niego a hacerlo, me niego a de repente empezar a creer en algo así. Qué grima, por Dios. Por si las moscas no, gracias.

freshwater dijo...

Yo sí que he jugado a la ouija. Y claro, movía yo el vaso.

Que lo mejor de la ouija es ver la cara de acojonados de los demás, pero si el vaso no se mueve no tiene ninguna gracia.

Cris dijo...

Este curso salió en clase de antropología el tema este de la ouija, los ectoplamas, las leyendas urbanas sobre fantasmas y tal, y yo nunca me habia planteado jugar por que claro "si los fantasmas no existen para que perder el tiempo". Aparte de que creo profundamente en la ciencia y solo veía cuarto milenio para hartarme de reir.
Ahora, empiezas a oir historias, investigar un poco el tema y... la profesora consiguio meternos un poco de yuyu, para que negarlo.
Ya es sobretodo curiosidad. No voy a buscar jugar pero, si se presenta la oportunidad, ¿por que no? Además, toda la gente a la que "supuestamente" le ha ocurrido algo son siempre terceras personas.

Minara dijo...

A mi también me impone un poco, pero más que nada por la gran historia que me me contó mi hermanastra (algo así cómo que un fantasma le dijo a ella y una amiga que los padres de esta última morirían pronto, y a la semana se estrellaron), porque hasta que no me lo contó, más bien me daba mucha risa el tema.
En primaria hablábamos mucho del tema y alguna vez dijimos de jugar, pero al final nunca lo hacíamos (al menos no a la güija, porque a otros juegos similares si).

Ana dijo...

Me pasa algo parecido. No creo en fantasmas ni nada de eso, pero me da mucho miedo que la ouija funcione. Qué digo miedo, terror! Por eso nunca he jugado ni lo haré jamás.

En cambio mi madre si jugó varias veces cuando era adolescente. Me ha contado que la lámpara del techo se movía y que empezaba a correr viento durante las sesiones a pesar de tener cerradas puertas y ventanas, aparte de lo típico de que el vasito se movía. Yo siempre he pensado que el vasito lo movía alguna de sus amigas y lo demás... Malas pasadas que te juega la mente. Pero a la vez no puedo evitar pensar: "¿y si fuera verdad?" La posibilidad está ahí, eso no lo sabe nadie.

L8 dijo...

Hey, Cronista, veo que te serviría de algo perderle respeto a la ouija. Si te sirve de algo, te puedo decir que tan "paranormal" objeto tiene patente registrada el 28 de mayo de 1890 declarando a Elijah J. Bond como su inventor. Y al menos que creas que este hombre contactó al diablo por error, no hay mucho que atribuirle al dichoso tablero.

Puedes encontrar mas información desmitificante en:
http://www.arp-sapc.org/listas/faq.html#paranorm.ouija

Conocer las cosas hace que uno les pierda el miedo. Si le funcionó a los cavernícolas para dejar de temer al dios del trueno, te funciona a ti también con la güija ;)