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Relato: Navidad

Es en estas entradas cuando me gusta recibir más comentarios... estoy descansando de JWG#1, y me apetecía escribir algo completamente distinto. Sed críticos.


NAVIDAD
            Cuando te despiertas en mitad de la noche, y abres los ojos como platos, y no ves nada.
            No ves nada, pero sabes que hay alguien.
            Y que ese alguien sí te ve, de alguna forma, y que te tiene dominado.
            En ese momento te orinas encima, y el calor de la orina te recuerda que estás vivo, y que todavía no te ha matado. Tienes el interruptor de la luz al alcance de la mano, pero estás bloqueado. Se supone que eso sólo le ocurre a los ordenadores, que se bloquean y no avanzan ni hacia delante ni hacia atrás, pero espera a que te ocurra un día, que te despierte un ruido extraño en tu habitación, que estés indefenso y entonces, y sólo entonces, sabrás lo que es bloquearse de verdad. No tiene nada que ver con los exámenes orales.
            Estás en tu casa, en tu habitación, esa es tu cama y esa misma es tu vida. Y sin embargo no tienes ni idea de lo que ocurre. No tienes valor para encender la luz. No tienes valor para girar la cabeza cuarenta y cinco grados a la izquierda, y comprobar la hora. No tienes valor para hacer ni un solo movimiento, y rezas y ruegas que quien esté ahí cambie de planes y se marche, y te deje para siempre.
            Entonces, ese alguien hace su segundo movimiento, el que te confirma que está ahí. No es arbitrario, todo lo contrario. Sin tocarte, te ha convertido en su presa.
            De repente, el frío. Los dientes te castañean y tú aprietas las mandíbulas, aterrado, porque no quieres atraer la atención de ese alguien.
            Es inútil, y lo sabes. No te vas a librar tan rápido.
            Los dientes te castañean y mientras tú cierras la boca con todas tus fuerzas, es el cuerpo el que toma el relevo y sufre espasmos, y tú le llamarías frío pero en realidad es miedo, qué digo, es terror. Ya no te conformas con cerrar la mandíbula que también cierras los ojos, porque no quieres ver tu muerte. Tus dientes siguen resistiéndose al arresto y los músculos insisten en bailar. Ya no sólo no eres dueño de tu cuerpo y de tu vida, sino que para colmo se rebelan contra ti. Es el peor momento de tu vida.
            La luz se enciende. Lo percibes a través de los párpados, pero insistes en mantener los ojos cerrados. Entonces unos dedos secos y callosos los abren a la fuerza y tú, pequeño corderito humillado, ves de frente al peligro. Es peor que la peor de las pesadillas. Es el señor Rigault.
            —Estás hecho un cristo —bromea, y suelta unos párpados que se quedan quietos donde están. A él sí le hacen caso, por la cuenta que les trae.
            No sé cómo, pero te incorporas. Le ves, con su chaqueta gastada y barba gris, enmarañada, y esos ojos salientes que te miran de arriba abajo. No tiene ningún arma, ni escondida ni al descubierto. Y no por ello es menos peligroso.
            —Vístete, ahora. Tienes que salir.
            Tengo que decir algo del señor Rigault. Es el más anciano del edificio, pero sólo lleva ocho años viviendo aquí. Está en el 5C, y ninguno sabe si alquila, si es propietario o si sencillamente, ocupa. Nadie le pregunta, evidentemente, y tampoco es que el anterior dueño del piso gozase de muchas simpatías. El señor Rigault es un decadente, Decadente, igual que el resto de vecinos. Si alguna vez has comprado una lata de atún, o de aceitunas, o de melocotón (son básicamente mis tres productos básicos, mi pirámide alimenticia) advertirás el teléfono de atención al cliente. Este teléfono no existió hasta 1983, y fue gracias al señor Rigault. Demandó a una multinacional o algo por el estilo, y el caso es que la compensación económica le valió para vivir como un rey por un tiempo.
            Doy fe de que nunca hubiese sido tan pobre de no haber sido tan rico. Doña Carmen sabe cosas, y entre la leyenda negra de este viejo también se cuenta que mató a dos niños. No sé si será cierto, pero todos nos andamos con cuidado.
            El señor Rigault no se lleva bien con el resto de vecinos. A mí me roba el listín telefónico, pero a los del 5B les caga en la puerta. Sí, ya sé que lo de ellos es peor: por eso siempre dejo el listín a la vista, para que si tiene que robar a uno y cagar a otro, que a mí me toque lo primero.
            —No te lo voy a decir más veces, chaval. Tienes que salir ahora mismo.
            Obediente como un monaguillo, me pongo unos pantalones y un jersei. Para los pies me conformo con las zapatillas de ir por casa, y cuando el señor Rigault ve que ya estoy listo, se pone a andar. Yo le sigo, sin plantearme ni por un segundo la huida. Sólo pienso en la historia de los dos niños muertos.
            El hombre llega al rellano, donde esperan otros vecinos. Todos en pijama, ridículos, parecemos un catálogo de Alcampo de los ochenta. Raquel, que en los periódicos se vende como Vanessa Dos-mamadas-por-diez-euros-precios-de-crisis, ha renunciado a vestirse. ¿Para qué, si ya la hemos visto todos desnuda en el rellano, su oficina de trabajo? Eso es un poco culpa de la vecindad: desde que en la junta de verano le prohibiésemos la entrada a su chulo, ella tiene que trabajar en el portal para que él pueda vigilarla desde la calle. Yo he intentado terminar con la absurda restricción, pero siempre tiran mi propuesta.
            —Le hemos llamado, pero no respondía.
            Es doña Carmen quien habla. Me señala el timbre y, por si no me fiase, lo aprieta durante diez segundos eternos.
            —¿Lo ve? —Vuelve a apretar, por una milésima de segundo, y no sé por qué me recuerda a la última gota de después de mear. Supongo que porque sigo teniendo los calzoncillos mojados de mi propia orina.
            Doña Carmen tiene cincuenta años y luchó en la Guerra Civil. Haces cuentas y es imposible, de modo que miente con la edad o miente con la guerra. Ves su cara. Miente con la edad, definitivamente.
            Cuando digo que aquí sólo viven decadentes no miento. El señor Rigault, en cierto modo, es el cuadro menos raro de la galería. Doña Carmen es una analfabeta de tres al cuarto, que apoyó a Franco y hoy a Rajoy, pero que no vota porque dice que su marido, desde la ultratumba, desaprobaría que ella fuese a las urnas. “Y seguro que cambiaba mi voto, por Dios”, te suelta un día cualquiera en la escalera. “Como para jugársela por los muertos”. Doña Carmen, insistente cincuentona, está en nómina para una conocida cadena de televisión nacional como “testigo de sucesos”. Esto significa que si hay un tiroteo en La Paz, un caso de maltrato en Benimaclet o un botellón en Tres Cruces, allá va ella con la furgoneta de la empresa para dar su testimonio de vecina damnificada que conoce de primera mano la información. Por lo que dice, es un empleo muy habitual en los canales de noticias, que pierden menos tiempo así que buscando a los auténticos perjudicados. No gana mucho, pero teniendo en cuenta que recibe la pensión, supongo que cobra en negro. Ojalá utilizase el dinero para ir al dentista.
            —Que no va el timbre —insiste, cuando ya me he olvidado del tema, y vuelve a pulsarlo otra vez para desquicie de todo el vecindario.
            —Ya me he enterado, señora. No lo toque más veces.
            Doña Carmen se aparta ofendida, y me fijo en el resto de vecinos. Ahí estamos los del quinto y también del sexto. Veo al matrimonio Anguita, y la puerta del 5A está abierta tres centímetros, con el cerrojo puesto, así que imagino a don Cebrián al otro lado con su escopeta. Miro a Pepón, a quien considero el más cuerdo de todos los presentes. Él entiende que pido una explicación.
            —Es la Sole. Que dice que no quiere vivir.
            Doña Carmen chasquea la lengua, mientras que el señor Rigault pone los ojos en blanco. Luis y Fabiana, los Anguita, suspiran apenados, y Rodríguez dice algo así como “pobre mujer”. Raquel, mientras, se humedece los pezones con el dedo índice de la mano izquierda. La puerta del 5A se abre un centímetro más, y puedo ver a don Cebrián cayéndose de la silla para ver la escena con más detalle.
            La Sole, o Soledad García García (y así hasta siete Garcías seguidos, que aunque es un apellido muy común los suyos son todos de la misma familia de La Recueja) vive en el 5D y enviudó en la noche de bodas o algo así. Yo apenas me la he cruzado, y ya sabes que yo no soy de ponerme a hablar con desconocidos, pero doña Carmen cuenta que lo conoció por un chat y ahí mismo les casaron, sin haberse visto siquiera. El matrimonio carece de validez legal, aunque ella mantenga lo contrario, y el novio posiblemente siga vivo con cualquier otro nick, pero la Sole se lo tomó tan en serio que hasta tuvo un embarazo psicológico. Y en eso estamos, en el séptimo mes de gestación. El hijo de puta de Rodríguez dice que como el padre es un tipo del chat, la Sole va a parir un bebé emoticono. Fuera bromas, todos la damos (todavía hablo en presente) por virgen: ni sale de su casa, ni jamás entra a nadie. Sus relaciones empiezan y terminan en la web-cam.
            —¿Pero cuál es el problema? —pregunto—. Que alguien vaya con ella.
            —No nos abre —responde doña Carmen—. Y nos da miedo que se tome unas pastillas o algo y pierda el bebé.
            Voy a recordarle que el bebé es psicológico, algo que ella sabe muy bien, pero en ese momento oímos a la Sole gritar desde el interior de su casa y nos pone a todos en tensión. El señor Rigault, que hace unos minutos me tenía aterrado, es el primero en asustarse.
            —¡NO QUIERO AL NIÑO! ¡SERÍA UNA MIERDA DE MADRE!
            —No digas eso, mujer —dice Fabiana—. Seguro que le cuidas fenomenal.
            —¡MI HIJO NO TIENE PADRE! ¡NO TENGO NADA QUE DARLE!
            Noto que a Rodríguez le entra la risa floja y a mí, que se me pega enseguida, me dan ganas de cerrarle la boca. Intento bajar el tono cuando hablo a Fabiana, pero es que no puedo mantenerme callado ni un minuto más.
            —¿Pero qué haces? No le puedes convencer de que está embarazada. Eso no ayuda.
            La Sole está al borde del suicidio. Si queremos salvarla, primero tenemos que convencerla de que será una buena madre.
            —¡No lo será! Ni siquiera está embarazada.
            —¿Qué quieres? ¿Que se quite la vida ahora mismo? Tenemos que entrar ahí dentro y quitarle esa idea de la cabeza.
            Fabiana y Luis son, además de compañeros de generación, transexuales. Fabiana era Carlos y Luis era Teresa. Se conocieron en el Programa de Intercambio de Sexos y un día decidieron cambiarse el pito por las tetas y no sé qué cosas más. Debía ser que no podían vivir muy lejos de sus órganos, que ahora comparten piso. Y lo más grotesco es que son pareja y se acuestan. Sí, con las mismas partes. Rodríguez dice que lo suyo es en verdad masturbación y que tiene un nombre técnico, pero nunca se acuerda de enseñarme el recorte del periódico en el que lo vio. Fabiana y Luis, además, lo mantienen en secreto y fingen ser un matrimonio idílico del Opus. Lástima que nosotros contemos con doña Carmen, que una vez trabajó como vecina de su antigua casa, justo antes de que les expulsasen del otro barrio por “raros”.
            —Tú deberías hacer algo —me dice el señor Rigault, y en su rostro hay mucha fe—. Se supone que te dedicas a esto.
            —Yo no me dedico a esto —respondo, malhumorado—. Yo soy notario.
            —Lo dice por lo que hacías antes —dice doña Carmen, muy convencida.
            Sé a lo que se refiere. Hasta hace seis meses me dedicaba a maquillar cadáveres en una funeraria, de modo que se me presume cierta experiencia con el ser humano. Me despidieron por algo muy absurdo: cuando trabajas diez horas seguidas poniendo rimel a abuelas y disimulando las heridas de motoristas, acabas descubriendo que cierto porcentaje de las fallecidas tenía la regla en el momento de morir. Por lo tanto, sabes que existe en el depósito otro tanto de fallecidas que murieron en el momento de ovular. Una vez le pregunté a mi compañera si sería posible dejar a embarazada a una muerta, post mortem, aunque el feto no fuese viable. En vez de responderme me denunció al superior y éste me despidió en el acto. No realizaron ninguna investigación, ni mucho menos me llevaron a las tribunales (eso hubiese sido un golpe para su negocio). Pero todavía creen, estoy seguro, que aprovechaba los descansos para violar a todas las muertas, especialmente a las que acababan de ovular. Mi pregunta no podía deberse a una curiosidad desmedida, no. Tenía que ser un depravado mental.
            Intento averiguar cuál será la relación de mi antiguo empleo con la Sole, pero justo en ese momento oímos un golpe sordo en el interior del 5D. Creemos que la chica ha muerto, que se ha desplomado consecuencia de una ingesta de pastillas o de un corte de venas, pero la realidad es muy distinta. Un grito desgarrador nos saca de dudas.
            —¡HE ROTO AGUAS! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!
            —¿Pero que no estaba de siete meses? —pregunta Fabiana, que a cada palabra agita la nuez.
            —¡No está de nada! —protesto—. ¡Es un embarazo psicológico! ¡PSICOLÓGICO!
            —Voy a pedir una ambulancia —dice doña Carmen, subiendo al sexto—. Es lo que debería haber hecho desde el principio.
            Por primera vez miro la hora. Son las dos de la mañana, hora peninsular, pero el gobierno debería replantearse retrasar los relojes de nuestro edificio, sólo por concordancia con nuestro estado mental. La situación es un chiste, pero no es lo peor que nos ha pasado.
            —Yo podría asistir el parto —dice Rodríguez, y todos nos giramos a la vez para verle. Él sonríe y llama a la puerta. La Sole no responde, la Sole sólo grita. Si antes no tenía intenciones de abrir, ahora ni siquiera puede.
            Rodríguez es mi mejor amigo en el edificio, aunque todavía no me explico el porqué. Lleva toda la vida entre estas paredes y doña Carmen, que presume de saberlo todo, le odia porque él se escapa de sus conocimientos. Yo, de nuevo desconozco por qué, sí sé su historia.
            Rodríguez es escritor. Jamás ha escrito más de dos páginas seguidas, pero él insiste en que ese es su proyecto profesional. En su piso se amontonan folios que arruga al llegar a la quinta palabra, aunque en algún armario guardará sus manuscritos, porque los cuenta por decenas. Entre lo que sé por él y lo que conozco por terceras personas, esta es su historia: harto de no terminar (ni empezar) ninguna novela, empezó a proponer sus trabajos inconclusos a editoriales de prestigio. Pensaba que si le pedían el manuscrito, le vendría de golpe de inspiración y escribiría del tirón, pero lo cierto es que no le salió nada. O no tengo ideas, o no sé cómo plasmarlas, o no sé cómo plasmar las ideas que no tengo. Entonces se le ocurrió enviar a las editoriales los libros de otros autores, para probar suerte, y vio cómo le rechazaban uno por uno los grandes clásicos del siglo XX (esto no lo sé por él, pero un día encontré en una mesa de su casa todas las cartas). “Su novela no encaja en nuestro programa”, decían por Cien años de soledad. O “Los lectores no siguen con facilidad las historias corales. Le aconsejamos que siga practicando”, como respuesta a A sangre fría. Jane Eyre les parecía “aburrido” y El Alephpoco comercial”.
            Lejos de amedrentarse, Rodríguez se tomó tan en serio este rechazo que acabó creyéndose el autor de todas esas historias, y es frecuente oírle decir que acaba de escribir La metamorfosis, Moby Dick o El retrato de Dorian Gray. Yo no le contradigo, sobre todo después de que me dedicase El Quijote, libro que dijo ocuparle dos semanas de aspirinas y cafés.
            Autor o no, Rodríguez está golpeando la puerta. Y en este preciso momento la acaba de tirar al suelo, provocando el grito de todos los presentes.
            —¿Dónde está la Sole? —pregunta alguien, mientras entramos al tropel.
            La Sole está tendida en el suelo, como era de esperar, y su mascota descansa a su lado.
            Su mascota es un cerdo, por cierto. Se llama Pochi y es la causa por la que la Sole y don Cebrían no se dirigen la palabra. Ella le roba las bandejas de comida que le trae la Seguridad Social para dárselas a su mascota, aunque sospecho que lo comparten todo. Cuando la Sole trajo a Pochi a casa todos creímos que iba a ser una de esas locas que “humaniza” al cerdo. Qué va: el cerdo “acerdizó” a la Sole. Pero no nos fijamos en Pochi, no ahora, porque tenemos a una parturienta psicológica a punto de parir o, dicho en términos médicos, de tirarse un pedo.
            —¡ME DUELE! ¡MATADLO! ¡MATADLO!
            Doña Carmen vuelve en ese preciso momento, y ha salido tan rápido de casa que no se ha percatado de que todavía tiene el teléfono fijo en la mano. La caja está en el suelo y el cable llega hasta el piso de arriba. Como sólo tiene ese en toda la casa, compró suficiente cable para moverlo desde el dormitorio hasta la cocina. Por lo visto, el electricista le puso unos cien metros de más.
            —Hay que asistirla. La ambulancia no llegará a tiempo.
            —¿A tiempo de qué? —protesto, pero Fabiana me hace callar. Cuánto se le nota la nuez, joder. Parece un huevo.
            —Necesitaremos toallas y agua caliente —dice la anciana, y Luis obedece al instante, yendo hacia el baño—. Y que alguien se lleve de aquí al cerdo, por favor. Esto es un parto.
            Gracias a que tiene collar, puedo arrastrar a Pochi hasta un rincón del recibidor. El condenado se resiste, e incluso me intenta morder, pero le ahoga el cuello y no le queda más remedio que seguirme. De vuelta a la puerta, me encuentro con los mismos de antes y don Cebrián, que ha salido de su casa. Trae la escopeta, por si acaso. Nunca se sabe si los maquis siguen sueltos.
            —¿Quién tiene experiencia con esto? —pregunto, y entiendo que todos están tan en blanco como yo. Doña Carmen no hace sino repetir lo que ha visto en las películas. De un momento a otro se le ocurre poner Hospital Central en el televisor.
            —Yo he estado embarazada muchas veces —sale Raquel, alias Vanessa.
            —Sí, pero necesitamos a alguien que haya parido alguna vez —replica Fabiana enfadada, y noto cierta envidia en su comentario—. La Sole ya no está para tomarse la píldora del día después.
            —Un aborto no puede ser tan distinto de un parto —se defiende Raquel, que ya ha conseguido dar forma a sus pezones—. Todo acaba en echarlo.
            Nuestra vecina más internacional se agacha para asistir a la Sole, pero doña Carmen le aparta al instante. Pepón se pone a su lado, para ayudarla. El resto nos conformamos con mirar.
            —¡NO QUIERO TENERLO! —protesta la Sole—. ¡ES UN MONSTRUO!
            —Cállate, mujer, que seguro que es muy mono.
            —¡Pero que no está embarazada! —le recrimina Pepón, todavía lúcido.
            ¡Sí! ¡Todavía queda alguien con sentido común!
            —¡QUIERO MORIR!
            En verdad, Pepón es el más idóneo para asistir el parto. Trabaja en un hospital, aunque sea de oficinista. Le encanta cambiar los historiales de sitio, y desde hace años es el encargado de anunciar los fallecimientos a los familiares. “Dicen que se me da bien, pero la verdad es que me gusta ver sus rostros desencajados”. El día del 11M pidió permiso para ir de refuerzo a Madrid, aunque gracias a Dios le rechazaron. Necesitaban médicos y enfermeros, no oficinistas. Pepón, además, se dedica a hacer llamadas de madrugada. Adopta su tono más grave, se aguanta la risa y le dice al primero que descuelga: “Lo lamento, pero su hermano ha fallecido”. Alguna vez le han dicho que es un error, que son hijos únicos, y entonces dice: “Lamento la confusión. Debe tratarse de su padre”. Reconozco que me hace gracia, pero sólo porque levanta las cejas de una forma muy divertidas. Porque ¿quién va a verle las cejas si está hablando por teléfono?
            Y ahí está Pepón, ayudando a doña Carmen, mientras que el resto nos preguntamos en qué momento se acaba la farsa. Ha dilatado, vaya que sí. Estoy a punto de volverme a la cama cuando la vieja pega un grito que nos vuelve a todos:
            —¡YA LA VEO! ¡LA CABEZA!
            Mientras que la Sole insiste en que lo matemos, y después la matemos a ella, o al revés, pero que matemos a los dos, todos corremos a ver lo que sale entre sus piernas.
            —No es la cabeza, tiene que ser el culo —corrige doña Carmen, pero ninguno le recrimina el fallo. Porque de verdad que está saliendo algo, que eso que vemos es un culo, y que nunca creí que un órgano tuviese tanta flexibilidad.
            La Sole hace un último esfuerzo, y la criatura sale de una. Doña Carmen lo envuelve en toallas y todos lo miramos primero, y después a la madre. Volvemos a mirarlo. Miramos a la madre. Y volvemos a mirarlo, atónitos. Es un cerdito.
            Pochi, en un rincón del recibidor, chilla de satisfacción. Corre a ver a su hijo, y la Sole llora desconsolada. Pero sus lágrimas se paran en seco, porque don Cebrián, sentado en su silla, levanta la escopeta, apunta al bulto y dispara.
            —Ya tenemos cena de Navidad, joder.

32 comentarios:

Rocy dijo...

Qué relato más, más, más...



raro.


A parte de que ha habido un momento en que usas la segunda persona y luego la primera (cosa que en un principio no entendía, y luego ya sí) todo lo que ocurre es totalmente surrealista o.O sobretodo el final (vaya "mascota").

Pero separemos el "como está escrito" de "si la historia es rara o no".

Mi opinión: está bien escrito, solo que me ha parecido ver la palabra "piez" en vez de "pies", pero por lo demas... bien :)

Por cierto, me voy a la cabalgata, a ver si cojo caramelos.

freshwater dijo...

Es... una rallada... pero eso demuestra que tienes muchísima imaginación.

La historia en sí es tan surrealista que te engancha. Vamos, que en general está bien y es entretenida. Pero le veo un par de fallos: no conocemos casi nada del protagonista, solo al final cuando cuenta a qué se dedica y dedicaba, pero no es suficiente para identificarse completamente con él. Hay más descripción del resto de personajes, pero tampoco consigues comprender demasiado a todos ellos.

Y el segundo fallo, es que no me queda clara del todo la historia: al principio parece (al menos, a mi) que el protagonista es un niño, no te queda muy claro porqué bajan todos los vecinos a ayudar a la Sole (¿está gritando?)...etc.

En general, el relato es bueno y entretenido. ¡Queremos más relatos!

C. (@el_croni) dijo...

no sé en qué te basas para pensar que es un niño... no doy ninguna pista al respecto.

pero muchas gracias por los dos comentarios, que además son profundos y se nota que lo habéis leído! así da gusto.

ñ dijo...

Parece una mezcla entre "La comunidad" y "Expediente X", pero no está mal del todo. Me ha parecido ver un juego extraño de personas gramaticales, por lo demás guay. A excepción de que a veces das miedito...

Jose Maldonado dijo...

Es el relato más estraño que has publicado y mira que "El anillo" se las traía jaja Siempre me he preguntado que tienen algunos autores en la cabeza para que se les ocurran ciertas cosas xD
Los personajes son bastante peculiares (todos menos doña carmen cuya afición por la vida ajena, no se por qué, no me parece original) supongo que para hacer tan subrealista el relato que el final parezca hasta "normal".
Introducir anecdotas sobre los personajes es acertado, sobre todo me ha llamado la atención la cuestión del embarazo después de morir; que por cierto, creo que no se puede dar, porque supongo que el ovulo, o el cigoto si llega a fecundarse, necesitarán al menos cierta temperatura para sobrevivir...
En cuanto al embarazo porcino... xD tecnicamente no sé si llegaría a producirse. En todo caso lo más probable es que abortara a los pocos meses.
Una última cosa, se que seguramente sea manía mía pero: creo que abusas de poner comas seguidas de un "y". Hace la historia más frenética, pero no se por qué, es un recurso que no me gusta. Procura usar otros conectores o frases cortas; incluso frases largas sin pausas que dejen al lector sin aliento (pero mejor no abusar de esto último, la muerte por asfixia no debe de ser muy agradable... :P)

Anónimo dijo...

Que freak!!!!
pero me gusto, esta bien escrito
al comienzo si daba miedo
pero es.... es bastante freak y engancha

Nazaret dijo...

Parece un King, madre mia!!

Jajajajjaajajajajaj

El principio me gusta, me he sentido identificada con todas esas ocaciones en las que te despiertas de una pesadilla horrorosa y ni te atreves a dar la luz de la mesita. Eso sí, con lo de orinarse no, que una ya tiene una edad... xDD

Después me desenganché porque dejé de sentirme identificada con el protagonista. Y el final es tan surrealista que parece sacado de una novela de Stephen King (es que también ha escrito sobre partos raros XD)

Besote!

Helena dijo...

Friki es con ganas, desde luego.

No me gusta el inicio, siento que no encaja nada con lo demás, y de todas formas, no me gusta porque no me gusta xD Demasiado psícologico.

La segunda parte me ha gustado más, por lo poco que dejas aquí lo veo muy de tu estilo, historias llenas de gente muy variopinta que suele ocultar algo. Cómo la vida misma, vamos. Me he llegado a con el final y me has mantenido atenta a la historia, que quizás sea lo más importante :P

Anónimo dijo...

Al principio estaba muy, pero que muy desorientada. No tenía ni idea se hablabas de un hombre, niño, perro parlante o el hombre del saco. Pero para que engañarnos después me he enganchado, creo a ver visto una o dos faltas de ortografía (no estoy segura, estaba demasiado concentrada leyendo). Pero que quieres que te diga, me ha encantado.
Muchos besos!

María dijo...

Es muy raro y rayante. Pero como a mí me gustan las cosas raras y rayantes, pues me ha gustado el relato.
El escritor, bueno, el personaje del escritor, me ha encantado. Lo de mandar libros ya publicados me ha hecho gracia, porque recuerdo que en una entrada pusiste algo de que un conocido había mandado obras conocidas a las editoriales pero editando el nombre de los personajes, y el personaje me recordó a esa entrada.
También me ha gustado el estilo que has empleado en la historia, y la verdad, al principio el protagonista parecía un niño. Y el estilo lo noto ya tan tuyo, supongo que después de haber leído un par de relatos.
En fin, me ha gustado, aunque no tanto como "La Incógnita de Polifemo", ya sabes lo que opiné de ese relato en su día xDD.
A ver cuando te publican algo, estoy deseosa de leer algo tuyo de más de diez páginas, que sea una novela, claro. Y de M también, como no xD.
Saludines, y que los Reyes sean benevolentes con tu persona.

Anónimo dijo...

Yo no encuentro el relato tan surrealista, raro quizás sí...En cierto momento también me ha recordado a "La comunidad", pero la forma de narrar me ha recordado a "Melocotón en almíbar" No tienen nada que ver, pero quizás sean los diálogos que hay los que me han recordado a la obra de teatro xD Al principio se me ha echo raro, no te reconocía como el autor...pero no se :S
Espero haber sido de alguna ayuda xD

Valkiria dijo...

Y que a mi sí me ha parecido surrealista, con ganas.
Para empezar, me ha encantado. Desde el principio me llamó la atención (y no sé por que pensar que el protagonista era un niño... a mí no me lo pareció así, hasta puedo decir que me lo imaginé de veintitantos años, llegando a los treinta xD).

Dios! ya hasta me estoy imaginando la historia adaptada a un cortometraje, jaja, estilo amélie xD...
Que bueno desde ya te digo que si publicas una novela, voy y la compro!
La historia es muy buena y enganchante, para mi gusto claro.
Saludos!

Anónimo dijo...

A mí es que las cosas tan surrealistas...

Pero me encanta el principio, está muy bien escrito y logra transmitir la sensación de pánico paralizante.

También me gusta como se va transformando el tono del relato gradualmente. Primero parece realista. Luego introduces algún elemento que, aunque extravagante, puede ocurrir en la vida real (por ejemplo, que haya un vecino loco como el señor Rigault). Después, vas introduciendo más personajes, a cual más excéntrico. Y ya el final, un disparate total.

Ah! Y el cambio momentáneo de narrador es muy sugerente.

Vamos, que aunque la idea general del relato no me atrae, me gusta como la has contado.

Laleeeee!:) dijo...

Feliz año nuevo "hombre con criterio"

Anónimo dijo...

Coincido con una de las comentaristas, no me gusta el principio. No sólo por estar desconectado del resto ni por el rollo psicológico, sino por lo repugnante de orinarse en la cama. Hijo mío, vale que ocasionalmente le pase a algún adulto, pero es más cosa de niños, de ahí que mucha gente haya pensado -incluida yo- que se trataba de un crío.

La historia, interesante. Engancha. Es curioso, lo que la hace buena son las pequeñas piezas que componen la historia. Los personajes y sus vidas, y las ocurrencias de los mismos. Pero el argumento en sí... Un grupo de vecinos desgraciados que socorren a una vecina que está pariendo un híbrido de cerdo y humano... Pues no doy un duro por él, especialmente por las últimas palabras. Pero todos los personajes que has creado... La verdad, me deja con ganas de más, me gustaría saber más de todos ellos. Así que si te quedan ganas, ya sabes, a mí por lo menos me apetece mucho.

En cuanto a la forma, es un estilo que personalmente no he visto mucho, el narrador en presente y primera persona. Lo usas bien, auqnue como te han comentado, al principio usas la segunda persona y desconcierta un poco. Decídete. Por lo demás, creo que nada que objetar. Una comunidad de lo más variopinta y un relato interesante. Gracias por dejar que lo leamos. Un beso,

Cristina

P.D.: Para que veas lo importante del detalle: cuando leí lo de la orina dejé de leerlo automáticamente. Pero no quiero irme a dormir aún, así que decidí darle otra oportunidad. Espero que los reyes te traigan muchas cositas.

Anónimo dijo...

No es que sea extraño o raro, si no que es “diferente”, atípico, jamás había leído algo igual, al comienzo de leer el relato tenia mucha similitud con uno que otro relato cortó que había leído, pero en el transcurso de la historia, pues me di cuenta que no había visto algo como esto, de hecho intento asociarlo con técnicas contemporáneas, como la corriente de la conciencia, soliloquio, pues tiene mucho de ambos resulta hasta un poco surrealista, es diferente…
El final sobretodo, es muy inesperado, que le nazca un crío cerdo, bebe-cerdo, que mutación. Pero se entiende el objetivo del relato aunque resulte algo atípico, el inicio me gusto más que el desarrollo y el final, el desarrollo lo encontré algo alborotado, pero no esta mal para que sea una experimentación.

Saavedra dijo...

De verdad me he quedado en shock, el relato en si es muy bueno, la locura de todos los habitantes del edificio, la manera en que se mezclan las historias, o mejor dicho la manera en que mezclas las historias, me parece muy bueno.
Y el final, de lo mas tetrico, y con un humor negro fantastico.
Me gusto el relato de principio a fin, aunque al principio me desconcerto, termino por engancgarme.

saludos !

Anónimo dijo...

Ya lo he leído (ya te pasaré la factura del oculista ¬¬ xDDD)

Está chuli... aunque lo veo algo extraño en general :s pero eso depende de cada uno :) A mí me ha gustado

Un 9 xD

SALUDIS

Anónimo dijo...

Hola! pues como dices que todos los comentarios a los relatos te agradan, o algo asi, pues no podía dejar de comentar.... primero es que me siento rara, ya que en muchos comentarios dicen que la historia es escencialmente rara, y a mi me parece muy buena, lo unico raro es el final, y esperaba otra alusión a la navidad...
Me hizo reir en mas de una ocasión, espero que esa fuera la idea, por que de lo contrario mas rara seria yo cierto?...
lo de los óvulos me hizo gracia, y también lo del emoticon... pero lo que mas me gustó de la historia, por ser diferente, es eso de ir describiendo la vida de los personajes luego de presentarlos, asi me identifiqué mas con ellos, y hasta me alcanzaron a caer bien, tipicos personajes de barrio a los que normanlmente mantendría a metros de distancia...
El comienzo me llamó la atención, y nunca pensé que fuese un niño, mas bien pensé en una persona de unos veinte años...
Me gusta mucho la manera en que escribes...

Anónimo dijo...

Uf que bizarro, me encanto, la verdad reí como loca, que vaina tan extraña, pero me gusto sobre todo el final pobre pochi.

Pruna dijo...

Es la primera vez que leo un relato tuyo y no sé si decir si me gusta o no.

Quizás lo que no me gusta es la historia en sí, me produce repelús, sin embargo me gusta como está narrada.

Saludos

Anónimo dijo...

Confident dijo...
Sé que quieres un mensaje crítico, como es así, no leas el mío: Es que yo soy la persona más imparcial en el mundo que se pueda encontrar.
O esta increíble –y extrañamente- bien, o estoy tal loca que merezco estar incluida en el relato. Me ha gustado mucho… esta positivamente raro y positivamente genial! No voy a mentir, al principio me pareció algo tonto –algo mas que algo-, pero caray! Como me ha gustado! Mis felicitaciones a ti, i sobretodo a tu cerebro. De donde sacaste eso?! Jeje

No me pregunten cuál fue el mensaje?! Porque no lo conozco, pero en si el relato me ha gustado mucho… Y me he causado gracia -muxa-, sobretodo el “Qué va: el cerdo “acerdizó” a la Sole”. La lectura llegó al punto que de verdad quería saber como terminaba todo aquello!

***Los personajes están increíbles, no de la expresión, me refiero a exagerados, pero la historia no hubiera sido tan genial sin ellos, asi que están aceptados, para el tipo de relato que era estuvieron bien utilizados, y de paso para darle variedad al diálogo. El título… una persona me pregunto una vez, porque le pones ese título si es de lo que menos va esto, y yo le dije “pero es algo a lo que quise llegar” no se si me explico, pero hasta el título me ha gustado. Algo tarde la cena, pero al menos ha llegado… jeje La historia al extremo …no encuentro palabra… pero al menos llama la atención y sale de clichés y evita que uno termine adivinando como termina.

Como ya dije. Esta chulísimo el relato! Pero al final de todo esto… me ha quedado un sabor amargo… el no saber si algún día podría llegar a leer alguna de us novelas….

Ah, i aunque nadie lo pregunte… mi vecino favorito hubiera sido Pepón jaja. Igual de rayado pero con cierta gracia. Y es hasta que me imagino una voz al teléfono y una ceja levantada jaja.

Anónimo dijo...

Me encantó de principio a fin, eso del surrealismo junto con el humor negro le dió el toque justo... ;)
Aunque todos los edificios tienen gente loca, es como una especie de regla... xD

Excelente 10!... =)

Saludos!

Anónimo dijo...

En general me gusta tu relato. El principio parece algo desconectado del resto y me da la sensación de que lo has ideado por separado y añadido luego lo demás. Sin embargo, cumple su cometido a la perfección porque logra trasladar al lector a la piel del protagonista y que se identifique con él desde el principio. ¿Quién no ha tenido esa sensación alguna vez? Remarco lo de que no transmite los sentimientos del prota al lector, sino que traslada al lector a la historia, porque realmente me ha parecido acertado.

El resto de la historia lo veo ya como un todo. Los detalles que incluyes de cada personaje enriquecen mucho la lectura (por cierto, aclara si lo de “testigos de sucesos” está basado en hechos reales. Es q si eso es verdad… en fin, acláralo por mi salud mental). Mi favorito ha sido el escritor pirado.

También destacaría que se diferencia la voz del personaje principal de al tuya, es decir, no me da la sensación de hayas hablado por la boca del personaje sino que él cobra vida por sí solo (vamos, por lo que escribes por aquí, no parece que tú hables así… tan burramente xD).

Si quieres que te sea sincera, la verdad es que el final me lo he visto venir desde la aparición del cerdo. Se leía demasiado entre líneas: “todas la damos (todavía hablo en presente) por virgen: ni sale de su casa ni jamás entra nadie”, “[…]aunque sospecho que lo comparten todo.”y “[…[creímos que iba a ser una de esas locas que “humaniza” al cerdo. Qué va: el cerdo “acerdizó” a la Sole” (por cierto, esa frase me ha gustado un montón). Claro, que a lo mejor es que yo le doy doble sentido a todo, pero es q me ha parecido predecible. Eso sí, lo de la escopeta si q me ha pillado de sorpresa porque me he tirado toda la historia preguntándome por qué andaba ese tío con escopeta (eso de los maquis a mí me sonaba a cuento chino…).

Un saludo y feliz año. Y gracias por compartir tu relato con nosotros. :)

C. (@el_croni) dijo...

gracias por los comentarios. los vecinos son completamente imaginarios, como el protagonista. dormid tranquilos.

Prigkinissa dijo...

Bueno, personalmente me gusta la primera parte del relato, porque a mi no me gusta que describan de cabo a rabo la personalidad del protagonista al principio de la historia, me gusta que el escritor vaya introduciendo detalles poco a poco, detalles que no se digan explicitamente, sino que los tenga que intuir el lector. Así que me parece más divertido que desconcertante pensar que es un niño al principio y luego decubrir que es un adulto. Yo no me planteé que fuera un niño, más bien un veinteañero que en una situación de pánico se mea ( no es tan raro pienso yo, de hecho lo he leído en tras historias)

La segunda parte me parece demasiado,demasiado surraelista. Demasiado. Me encantan los detalles surrealistas, pero como mucho un par por historia o que sean propios de un solo personaje ( es más creíble que un personaje esté loco a que lo estén absolutamente todos).
Errores:
- si la puerta del 5A está 3 cm abierta, no puede estar echado el cerrojo, en todo caso estará puesta la cadena o como quiera que se llame;
- jersey es con "y" al final, o eso al menos opina ls RAE, y la RAE es Dios, aunque se te perdona si siempre escribes jersey con "i" porque te da la real gana y eres un caprichoso en temas ortográficos ( sobre todo, en cuetiones de españolizar extranjerismos) como lo era Juan Ramón Jiménez;
- cuando introduces la historia de Rodriguez, pones "sí sé su historia" y debería ser: "sí,sé su historia" o "si se su historia".
Aunque la verdad que, a mi entender, está bastante bien puntuado el texto, aunque hay cosillas que cambiaría.

¿Cómo te puedes plantear si se puede embarazar a una muerta? No te llamo depravado porque yo me planteé, y me sigo planteando, si un gran simio puede dejar embarazada a una humana.

Por cierto, a mí me recuerda a "Aquí no hay quien viva" en cuanto al contexto: comunidad de vecinos donde a todos se les va la pinza.

Anónimo dijo...

La primera parte me ha recordado cuando era pequeña y miraba por la noche cualquier abrigo colgado en la percha y me imaginaba cosas para asustarme XDD ¡Y al final me asustaba de verdad! Pero entonces hacía el esfuerzo al revés, en vez de mirar el abrigo fijamente y pretender ver algo horrible, lo miraba fijamente hasta que volvía a ver el abrigo XD

Me he reído bastante (aunque muchas veces he pasado del shock, del "Madre Mía"!! a mearme de risa XDD) Me ha encantado lo de los transexuales con lo de no poder vivir lejos de sus órganos XDD Respecto al argumento, sí, es surrealista y raro, pero yo no lo veo por eso malo (faltaría más). De todas maneras, yo lo que valoro es que estaba bien escrito. Disfrute leyéndolo y me lo he leído ya tres veces y siempre me vuelvo a reír, nunca me aburre y me encantan los personajes. Me gustaría ser algo más crítica ya que un comentario así no ayuda mucho (por eso lo leí tres veces!! Era como, vale, ahora vamos a ver si podemos sacar el fallo y poner un comentario útil... Pero me volvía a perder en los personajes).

PD: Es jersey ¿No?

Anónimo dijo...

"los vecinos son completamente imaginarios, como el protagonista. dormid tranquilos."

La aclaracion es para q nadie mas se vaya a hacer pis encima! jaja


confidentLnrl

Anónimo dijo...

Parece un relato de Poe.

A ver, es lo que ya han dicho muchos, es un relato diferente. Al leer los primeros párrafos te esperas una cosa, y luego ya profundizas en el relato en sí.

Me gusta la rapidez de sucesos del final. Cuando el parto y la muerte del cerdo. Es tan brusco que queda bien como final. No me gusta, quizá, el modo con que empiezas el relato, pues da entender cosas que luego ves que no son.

Penny dijo...

Me gusto mucho. Me dió pena el chanchito, pero es que los chanchitos me gustan mucho, son lindos, sobre todo cuando corren.
Me descolocó un poco el principio, porque, como dice un comentario por ahí arriba, parece desconectado del resto, parece el principio para otro tipo de historia y si, también me imagine de un chico de un orfanato y que la cosa venía de celador malvado o algo así.
Salvo por eso, y por el detalle de que el relator se la pasa toda la escena con los calzoncillos sucios por su propio orin, disfrute mucho la historia.
Felicitaciones :)

Rubén Mato dijo...

Uala!

Comencemos por lo "negativo": Creo que es cierto lo que han dicho sobre que el principio está desconectado del desarrollo de la historia. Presentas a Rigault como un personaje importante que luego pierde totalmente la trascendencia con respecto al grupo de vecinos en sí mismo.

Así mismo no respondes alguna pregunta (o no he sido lo suficientemente ávido como para captar la respuesta) ¿Cómo entró Rigault en tu piso, si estabas durmiendo?

Otra cosa que no me gusta es el hecho de escribir en presente atemporal. Eso es más propio de noticias de diario o de relatos en directo. Si es un relato en directo deberías dejarlo implícito de alguna forma al comienzo del texto, quizá mediante una contextualización corta del tipo:

Está oscuro. No veo nada.
Cuando te despiertas en mitad de la noche...

La primera frase es demasiado larga y algo confusa, pero utilizas bien las pausas para dar misterio.

Creo que el texto quedaría muchísimo mejor si trabajaras un poco más el ambiente. Sé que en ocasiones no es importante para la historia, pero te ayuda a recrearla. (¿Cómo era la luz?, ¿De qué color y material era el suelo?
¿Cómo eran las puertas del edificio?, ¿Cómo era tu habitación?)

Humm, ahora, lo que me gusta: lo positivo.

Tu relato está bien estructurado (a pesar de esa falta de relación al comienzo).

El tema es muy excéntrico y surrealista. En realidad me ha recordado horrores a historias que se suele inventar mi madre (padece esquizofrenia,la pobre), de hecho un día nos salió con algo bastante parecido al embarazo psicológico, para más coincidencia. Me ha hecho mucha gracia (uno aprende a desdibujar un poco determinadas des-gracias).

Y la comunidad de vecinos me recuerda muchísimo a la mía en Galicia.

Así mismo me encanta tu estilo. De esos que dicen verdades con palabras verdaderas (el taco es un recurso, joder, utilicémoslo!). Concretamente me ha matado la frase que reza: "El hijo de puta de Rodríguez dice que como el padre es un tipo del chat, la Sole va a parir un bebé emoticono". Realmente buena. La he puesto en el nick (correctamente citada).

Me gusta mucho las diversas críticas-irónicas-con-mala-leche repartidas por el texto también. Le dan un toque característico.


En definitiva, que me ha encantado, pero creo que si trabajaras un poquito lo de arriba qedaría todavía mejor.

O no. xDDDDD (perdón por la pedantería, pero me he pasado la semana anterior criticando noticias T___T)

Un saludo, Hombre con criterio!

Anónimo dijo...

—Yo he estado embarazada muchas veces
—Sí, pero necesitamos a alguien que haya parido alguna vez
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Esto me causó mucha, pero mucha gracia !! (carcajada incluida)

(ya sé ... ya sé que lo escribiste hace tiempo ... pero recién me topé con tu blog)