Estaba revisando entradas que han quedado sin publicar en el archivo de mi blog cuando he encontrado esto. Entiendo que prefiriese no publicarlo, pero me ha divertido la casualidad con Diez Negritos. Lo escribí en Diciembre y ni me acordaba de que existía. Lo dejo para los curiosos insaciables. No me siento orgulloso de la tontería que escribí. Por algo quedó en "borrador".
C L U E D O
Marta D. L. es alicantina, pero lleva viviendo doce años en Londres. "Desde que fui en un viaje con mis amigas me enamoré y dos meses después ya estaba de vuelta para quedarme". Es bajita y regordeta, un ejemplo claro de los males de cambiar la dieta Meditarránea por los desayunos en McDonalds. Vuelve porque es la boda de una prima, la cejijunta, la que de niñas le rompía todo. No lleva mas que equipaje de mano porque piensa regresar a Londres en menos de cuarenta y ocho horas.
Rodrigo J. del R. es ejecutivo. No puede decir dónde vive porque ni él mismo lo sabe. Un poco en Madrid, otro poco en Londres, alguna semana en Valencia y dos meses al año en Pekín. Tiene el portatil en su regazo y teclea como un desesperado, como si aquello fuese a cambiar las cosas.
Mirándole con curiosidad está Doña Enriqueta M. S., viuda. Ha viajado a Londres por un asunto cuanto menos extraño: su marido, uno de los pocos anglicanos en la ciudad (el apellido Cunnins lo dice todo), le rogó antes de morir que esparciese sus cenizas por Canterbury. Y ella, que nunca había cogido un avión ni salido de España, se armó de valor para cumplir con el último deseo de su difunto esposo. Ahora ha cumplido y está deseando volver a casa, al barrio. Bien sabe que no es una chica de mundo.
A su lado y sin pestañear está Fabiana R. U., y sí, es latinoamericana. Lo dice su físico y su acento, claro que nadie la ha oído hablar. Es hija de un embajador jubilado, una niña rica racista que no consiente que la mezclen con "sudacas". De su bolso saca el pintalabios y se retoca: puro aburrimiento el suyo. Fabiana había ido a Londres con su marido, pero ella ha quedado fuera por cosas del over-booking.
Marcos Q. V. tiene veinte años, ojos oscuros y tez clara. Todos le ponen menos edad, claro que nadie saldrá de dudas esta noche. Viene de conocer su residencia en Oxford, la que será su casa en unos pocos meses. No sabe a qué santos el viaje. Su madre le había insistido.
No se conocen de nada. No tienen nada que ver entre sí. Pero la señora de la limpieza va a cambiar sus vidas. En cualquier momento encontrará el cadáver en el baño. Ellos serán los sospechosos. El próximo fin de semana será un Cluedo en el que nadie se puede permitir ser ganador.
4 comentarios:
pues a mi me gustó todo menos el sentido de la obra... yo jugaría a otra cosa, el Cluedo es muy subrrealista... como los personajes. Por eso sería más divertido jugar a hacerles ver la realidad.
Parece Lost.
(La que se ha visto algún cacho zapeando, ea xDD)
...saquen las fichas, busquen papel y lápiz... que el juego comienza!!
A mi me ha gustado, deberias terminarlo.
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