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La mujer del presidente

Lo de Obama y Hillary no me apasiona tanto porque no son las elecciones definitivas, sino unas primarias para elegir al representante de los demócratas. No tengo preferencia por ninguno de los dos, porque a diferencia del resto de parlanchines que tienen que hablar de todo no conozco el programa de ninguno de los dos y me es indiferente quién resulte ganador. Por la misma regla de tres, en lo que a política internacional se refiere demócratas y republicanos pecan de la misma soberbia, así que la misma indiferencia dirijo a McCain. El fin del Imperio no está en Estados Unidos ni su futuro presidente, sino en China. Quizá la única culpa de Estados Unidos será no haber saltado a tiempo.
Lo que sí pienso es que a nadie se le puede obligar a abandonar una carrera de primarias, menos cuando las diferencias son tan mínimas y se ha ganado en tantos Estados. Si no tuviesen miedo a Hillary la animarían a seguir, no le aconsejarían que se marche, porque no hay muerte política más irreparable que el suicidio electoral. Si yo fuese ella me convencería cada vez más de que tengo que seguir con esto. Ladran, luego cabalgamos. ¿No se decía así?
Entre tantos pitos y flautas he escuchado una reflexión muy interesante que explica que por más que gane Barack Obama entre los demócratas, no tiene nada que hacer contra McCain. Él no podría robar votos republicanos como sí podría hacerlo Hillary Clinton. Él puede ganar primarias, pero ella puede ganar elecciones por la presidencia. Ahora es cuando los votantes estadounidenses tienen que buscar el máximo provecho a su voto. Unas elecciones donde sólo se habla de "gracias a los votos afroamericanos" o "le debe la victoria a las mujeres de clase media" me dan repelús.

LaSexta, tan progresistoide ella, lanzó el otro día en su mismo informativo y de boca de su presentadora una reflexión propia del franquismo más rancio. Cuando Ana Botella mostraba su apoyo a María San Gil, la tendenciosa periodista lanzaba al aire la pregunta de si serían reflexiones propias o más bien las de su marido (que para quien no lo sepa, es el expresidente Jose María Aznar). Lo mismo da que Botella tenga su propia carrera y, que guste más o guste menos, haya demostrado criterio propio: su marido le escribe sus pensamientos por las noches, para que al día siguiente no se quede en blanco, o al menos eso sugieren en la cadena de Emilio Aragón. Indignante. ¿Dirían lo mismo si se tratase del marido de y no de la mujer de? El otro día no me creían, pero en ese telediario han llegado a desear la muerte de George W. Bush, cuando después de hablar de una película que simulaba su asesinato lamentaron que no fuesen hechos reales. Visto con mis propios ojos, y no soy ningún mentiroso. Lo cojonudo es que sigue siendo mi telediario del mediodía, maldiciones del horario. Menudo tufo a ideario sectario. A ellos sí que les dictan, pero desde el PSOE. Y si es Pepiño Blanco quien te dicta, el puesto más incomprensible del partido, agarra y vámonos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

oO ¿¿Desearon la muerte de G.Bush en las noticias??
Yo nunca veo las de la Sexta, así que no me enteré. Pero con lo objetivos que son dando las noticias... creo que seguiré con las de Antena 3 y las de TVE

Anónimo dijo...

A mi también me es indiferente quien gane en Estados Unidos, pero me gustaría que ganase uno de los demócratas.
En cuanto a lo del telediario de la sexta, me parece absurdo decir que Ana Botella habla por boca de su marido, me parece un comentario fuera de lugar, que sea la mujer de Aznar no la convierte en su marioneta. Y es exagerado desearle la muerte a Bush, al menos decirlo en televisión tan alegremente, aun así todo el mundo es libre de expresar su opinión, en su telediario son imparciales, sí, pero no veo por qué no pueden serlo, la prensa escrita tampoco lo es, y si no gusta solo hay que cambiar de canal, ¿no?
Besos
Laura