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La cultura es libre... en 1888

Pensaba ayer en todo este debate demagogo-comunista de la cultura libre (que vale que el canon sea una BARBARIDAD, pero el otro extremo no lo es menos) y de golpe me acordé de un artículo que escribí hace unos meses para ElTemplo sobre la escritora Frances Hodgson Burnett, la de El jardín secreto, La princesita y El pequeño Lord Fauntleroy. Precisamente por esta última se celebró en 1888 (hace 121 añazos, que se dice pronto) un juicio sobre derechos de autor.

Nos encontramos a finales del siglo XIX, antes de que inventasen el automovil, la BigMac o el iTouch. El libro sale a la venta, es un éxito para la época, las madres se alegran de que sus hijos lean algo en vez de pasarse la tarde haciendo puzzles y la Laura Gallego de la época dice: "¿Veis como los jóvenes sí leen?". Con semejante recepción, no es de extrañar que un productor teatral decida llevar el texto al escenario, y se estrena así la adaptación de El pequeño Lord Fauntleroy (seguro que hubo gente que salió del teatro y dijo: "La obra es mejor que el libro", como si lo viese).
Lo sorprendente de todo esto es que la obra se estrena a bombo y platillo, con toda la espectacularidad del Broadway de la época, pero sin contar con la autora Frances Hodgson Burnett. Vamos, que ni la habían llamado (o escrito una carta lacrada, lo que se hacía en la época). La escritora tenía dos opciones: resignarse o luchar. Fue a los tribunales, hubo un litigio histórico, ganó el juicio y de lo contenta que estaba, invitó a sus amigas del club de lectura a una merienda con horchata. Fue histórico porque hasta entonces, nadie había exigido sus derechos sobre adaptaciones teatrales (todavía no existía el cine, ¡paciencia!) y esta mujer no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer, tanto, que se salió con la suya.
Y hoy, que el debate ya no es si un autor tiene derecho sobre la explotación de su obra en el espectáculo, sino si tiene derecho a su propia obra tal y como la concibió, trato de buscar puntos de encuentro entre las dos épocas. A falta de una transcripción de aquel juicio, puedo imaginar las alegaciones de la defensa:
-Señorita Burnett, ¡usted se queja de vicio! La cultura es libre. No puede decir ni mú. De hecho, debería darnos las gracias por la publicidad que le da la obra teatral. Si no le gusta, tendrá que dedicarse a otra cosa.
Vamos: la misma cantinela que hoy en día con el internet. El mismo discurso obligacionista, el si-no-te-gusta-te-jodes, el direccionismo de es-por-tu-bien sin derecho a rechistar. Eso en 1888, pero ahora estamos en 2009. Las circunstancias han cambiado, pero el fondo sigue siendo el mismo: los escritores luchando contra una panda de fanáticos comunistas que quieren que lo del resto sea de todos pero de lo propio mejor no hablar. Y de artista invitado SGAE, a la que nadie quiere en la fiesta, haciendo todo lo posible porque no se entienda ni Dios (salvo las perras en el bolsillo, de las que saben, entienden y besan).
Me consuela pensar que los escritores ganaron aquella batalla. Qué menos, ¿no? También los habría fanáticos del otro lado, no os penséis: no faltaría el abuelo cebolletas, articulista de EL CULTURAL, que presagiase que nadie leería los libros si se adaptaban al teatro o el cine. Se han dicho tonterías en todas partes.

Hace unas semanas leía que Bebe, la cantante (y prima de), animaba a sus fans a que se descargasen su nuevo disco, llamando de gilipollas p'arriba al tonto que se gastase los duros en la copia original. Primero lo cool que queda que un artista diga esto, pero no sé en qué tipo de sociedad vivimo. Bebe, si está tan encantada de la piratería, ¡que no firme con discográficas! Es un insulto para el productor, que ha hecho una inversión en el disco (igual que hace el editor con un libro), que se le tilde de timador. Podrán ser caros, pero no querría oír yo un disco de Bebe sin arreglos, o un libro sin la mano de un editor. El cantante o escritor que no sea capaz de ver esto, no tiene excusa para no auto-editarse. Y ahí, que se lo descargue quien quiera.

9 comentarios:

freshwater dijo...

El equivalente del ejemplo de la autora francesa no sería el de las descargas de internet, sería el del típico recopilatorio que meten una canción sin permiso de su autor, o que la versionan sin su permiso.

Nada, que todavía sigues sin entender lo que 'bajarse música' implica. No es piratería (dudo que Bebe esté a favor que se asalten barcos en las costas de Senegal). Y no, nadie dice que dejen de cobrar por sus obras... lo que pasa es que ya no pueden cobrar de la misma forma, los tiempos cambian. Por ejemplo, que monten una plataforma para vender discos online (si es que iTunes no les gusta).

Y si yo quiero comprar el disco, pues me lo compro... y si no, pues lo escucho y me quedo tan tranquilo, por que ni estoy robando (el autor sigue teniendo el disco en su casa para grabar las copias que le de la real gana) ni estoy cometiendo un delito (solo lo haría si lo vendiera y me sacara dinero) ni es algo moralmente reprobable (por dios, ¡es pura publicidad! y más ingresos para futuros eventos), lo siento.

Helena dijo...

Te ha quedado muy guay la entrada. Para todo se debería buscar un término medio...

Anónimo dijo...

"Cuando oigo la palabra cultura, saco en talonario"

Ahora que has fichado por una editorial es lógico que te mires el bolsillo. Pues el debate de los defensores del canon y de los "derechos de autor" no estriba en defender lo suyo. Si no en cobrar lo suyo.

A ningún autor, muscial o literario le importaría que su obra pudiese descargarse de internet si cobrase por ello. Si la descarga fuera por pago o le reembolsasen por cada descarga gratuita.

Harás migas con los de la SGAE, que cobran en los conciertos benéficos y a niños minusválidos, en las bodas y festejos populares. Creo, sin duda alguna, de que puedes ser un digno sucesor de Ramoncín en la SGAE.

La cultura nunca has sido libre, si no tienes pasta la biblioteca es lo único que se salva, ya que el cine, los museos, teatros, salas de concierto, todo es de pago. Si no hay pasta, no hay cultura. Y respecto a las bibliotecas, habrá de todo, pero donde yo vivo, que es una ciudad de mçás de 350.000 habitantes, las bibliotecas dejann mucho que desear, tardan una barbaridad en traer novedades decentes y la calidad del material existente deja bastante que desear. Y una cosa es que no sea libre y otra es que sea cara. Un libro de 22 o 25 euros es caro. Y me da igual lo que cueste en otros países o que eso "son dos copas un finde semana". Yo no bebo y ese argumento es una gilipollez. Ni pago 22 euros por copas, ni por un libro.

Internet ha abierto una ventana libre a todo ese conocimiento. Pagamos la tarifa de internet y luz que sale como más barato. Y a cambio tenemos libros, música, vídeos y conocimiento a nuestro alcance.

No obstante, una cosa es hablar y otra hacer. ¿Nunca te has descargado nada? Una canción, una película, un libro... ¿nunca? ¿nada?.

No es piratería descargarse archivos de internet y si hacerlo funciona como medida para que las discográficas y editoriales entren en mal situación económica me alegro. A ver si cambian el chip y ofrecen el material a un precio razonable. Ya que no es discutible la calidad de los productos originales y "oficiales" pero una cosa es eso y otra pagar de más.

Nazaret dijo...

Estas entradas son las que tanto me gustaban! Cómo he echado de menos ese toque, en serio.

Bebe... es una tía que pasa de todo y sólo quiere pasta. Por eso no ha vuelto hasta ahora. Sinceramente, si no te gusta cantar, pues pa qué cantas, leñe. De todas formas los artistas y las discográficas tienen muy claro que el futuro pasa por las actuaciones y conciertos, que es de donde se saca pasta. Los discos hoy por hoy sirven casi de promoción. Pero bueno, qué le vamos a hacer.

Y qué problema hay con la música? Existe spotify xD Y la japonesa no podría conseguirla si no fuera descargándola (ah sí, pidiendo que me traigan el disco, lo que supone casi unos 60 eurazos. No pago 20, voy a pagar 60 xDDD).

Unknown dijo...

¡Gracias, gracias y gracias!

Lewis dijo...

Quien paga por la cultura, creo que es digno merecedor de ella.
A fin de cuentas, pagamos por lo que nos interesa, ¿no?

Joder, la gente sólo piensa en disfrutar del arte, pero ni se pregunta por el artista.

En fin, veremos a ver la que se nos viene ahora encima con los e-books.
Si es que el avance sólo hunde más las cosas...

Keyra dijo...

A ver, es muy digno querer vivir del propio trabajo. Y lo de la princesita no se basa tanto en cultura libre como en "no me gusta que ese tío se lucre a mi costa" creo que se puede soportar bastante más que alguien lea un libro tuyo gratís (de hecho, por algo están las bibliotecas...) que que se lucre con ello. Porque la mayoría de las veces la disyuntiva no está o descargas (gratís) o lo compras, si no lo descargas o no lo escuchas.

Y no saques las uñas por los escritores, yo ya he dicho que espero morirme antes de que sean de uso generalizado los ebooks XDD No tienen bastante con la cantidad de aparatitos necesarios que encima nos crearán uno innecesario. Ya he visto alguno en el metro, es horrible, te darán la coña con "Mire, hemos sacado el nuevo modelo, más compacto y a la vista tiene una textura como más de libro ¿Entiende?" Morirá la bateria mientras vas en el autobús, te quedarás sin saber quién mató a quién antes de volver a casa, no tendrás estanterias y mirarás tus libros... Sé que es una chorrada, pero recuerdo una conocida que tenía el piso mejor decorado que he visto, sencillo y me encantaba, pero había algo que me fallaba... Y no me di cuenta hasta salir ¡No había visto ni un puñetero libro en ninguna parte! Ninguna estantería que no fuera para vajilla y esas cosas. Una casa desnuda, vaya.

Me encantan los aparatitos, no soy nada carca para la tecnología, más bien al contrario. Pero que un aparatito eléctrico que habrá que cargar, con baterias "tan limpias" se presente como salvador de los "horribles libros de papel" manda cojones. Un libro de papel se lee millones de veces en una biblioteca pública y ahí sigue, esperando a que otros lo lean. El e-book habrá sido cargado millones de veces, puede que para entonces hayan renovado el modelito y te creen la necesidad imperiosa de comprarlo (otro material, otra bateria...)

Pazcual dijo...

Me encuentro en un debate. Yo descargo música sin pagar (con programas) pero considero que los derechos de autor sin inviolables. Sin embargo, me corto yo misma al saber que le estoy quitando parte del salario a un gran grupo de personas que se dedican a producir música. No sucede lo mismo con los libros pero aún así. Y apartando este hecho, el autor de una tal serie Millenium (o algo así) un sueco que murió antes del éxito, sufre lo del derecho de autor, o más bien, su mujer -ya que no se encontraban casados- A la compañera del sueco no le quieren dar ni un céntimo por no haberse casado con el pobre tipo. Vaya cosas que tiene este mundo.

Saludos,

Paz

Rocy dijo...

Esto es el cuento de nunca acabar, lo que es bueno para uno es malo para otros y viceversa, y lo malo es que no creo que encuentren un término medio, así que...

Ah! Adivina a quien me encontré en el concierto de La Oreja de Van Gogh? A Leire Pajín (la del encuentro interplanetario Obama-Zapatero) nadie había advertido su presencia cuando llega un cámara y la graba, total, que la gente se pispó, y todos diciendo "La del Psoe". Se siento un poco observada, pobrecita xD jajaja