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¿Dónde se habrá metido el dodo?

Que el mundo está patas arriba, no es algo nuevo. Todos los días nos bombardean con datos del calentamiento global, de las ballenas que tienen los días contados y la desforestación del Amazonas. A este ritmo, tendremos que adoptar a las cucarachas como mascotas si es que queremos más compañía que un robot.
Sin embargo con unos medios tan catastrofistas otras noticias casi pasan desapercibidas: son la otra cara de la moneda, el rayo de luz en el mundo de tinieblas. Me refiero a las especies desconocidas.
Hace pocos días surgía la noticia de una exploración en el Antártico que había resultado con el descubrimiento de más de 700 nuevas especies de crustaceos, absolutamente desconocidos para los señores zoólogos. Y aunque en las marisquerías ya estarán preparando los hielos, queda mucho para que estas criaturas puedan ser explotadas por el ser destructor. Y que dure.
Todavía más maravilloso fue el descubrimiento hace meses de un auténtico paraíso de fauna, donde insectos, resptiles, aves y mamíferos de una selva tailandesa dejaron boquiabiertos a los científicos de medio mundo: ¿Cómo puede ser que queden tantas criaturas por descubrir? Mientras tanto, los animalitos de la Fosa de las Marianas aguardan intranquilos la visita de los primeros hombres. Los mismos que les llevarán a la extinción. Porque ha ocurrido siempre lo mismo.
Llamadme ingenuo, pero si cualquier día nos anuncian el descubrimiento de nuevas especies, ¿por qué no iban a reaparecer otras que creíamos extinguidas? Si esos animales, cientos de especies, han podido esconderse por siglos... ¿Por qué no iba a poder hacer lo mismo el dodo y tantos otros que creemos muertos?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Conforme iba leyendo me ha venido a la mente un documental que vi sobre un pino de la época de los dinosaurios que se creía extinto. Pues resulta que es un barranco de Australia se ha encontrado un bosque de estos pinos. Durante años esa zona era secreta y estaba protegida, puesto que el más mínimo contacto con el mundo esterior podría destruir el bosque. Ahora los han modificado en laboratorios y dentro de pocos años podremos comprar pinos del jurásico en cualquier floristería... ¿hay algo que no compre el dinero?

Helena dijo...

Me acuerdo de esa noticia. Me sorprendió, porque yo pensaba que todo estaba muerdo y no quedaba ningún bicho viviente en el bendito lugar donde siempre hace frío.
Pero lo cierto es que todos los días se encuentran especies nuevas, muchas más que las que desaparecen. No porque salgan otras sino porque estamos tan ciegos que no las habíamos visto antes.
Se le da más bombo a las que desaparecen porque es a lo que las asociaciones ecologistas se dedican en cuerpo y alma, a que todos nos enteremos de como destrozamos el mundo. Nadie les quita la razón, es más yo les comprendo, es una tecníca de motivación, machacarnos con lo que hacemos mal, para que nos enmendemos. Pero yo voto por otras formas de incitarnos a cuidar el medio, unas un poco más positivas, y que no nos lleven a la resignación de que nosotros no podemos hacer nada. Bueno, ya me estoy yendo por las ramas. Probablemente, escondidas debajo de la máquina de fotografías averiada, esté el dodo y demás animalitos perdidos, sólo nos falta alguien para encontrarlos.

Anónimo dijo...

Hombre, hay que reconocer que es fácil cruzarse con un elefante por la sabana Africana, pero no lo es tanto con un crustáceo en la inmensidad del océano. A mi no me parece tan descabellado eso de encontrar cada día especies nuevas. Piensa también que habrá muchas especies prácticamente iguales y que a lo mejor cueste diferenciarlas (hablando de animales pequeños, claro). Pero de igual forma me parece probable que algunas de las especies que se consideran extintas aún no lo estén. Quizá sea una forma de protegerlas.