Header

Extorsión en la Malvarrosa

Llega el domingo y el sol está radiante. La temperatura es buena, la brisa suave. A los valencianos les apetece salir a comer, comer una de sus paellas, y qué mejor lugar que en la misma playa de la Malvarrosa.
Los valencianos, tan domingueros, salen de casa con los niños y la abuela. La madre marca el teléfono de La Peonza, un chiringuito de primera línea de la playa, pero le dicen que ya no hay sitio. Prueba suerte con La Trompeta y consigue una mesa en la sombra para las dos y cuarto. El coche cruza la ciudad, tan bella, tan luminosa, tan clásica y moderna. Banderas colgando de las estilosas farolas negras anuncian el gran acontecimiento, esa Copa América 2007. La abuela, sentada entre los dos críos, dice que la ciudad no era ni la mitad de lo que es ahora cuando llegó hace unas cuantas décadas. El padre, que ha nacido allí, sonríe por lo esplendorosa de la avenida del Puerto, tan cambiada en poco tiempo. Del corazón de la ciudad al mar en pocos minutos, sin salir ni un instante de Valencia.
Llegan a la Malvarrosa, la playa de la ciudad. La madre le dice donde hay un buen sitio para aparcar, pero al padre no le gusta. Hay un gorrilla, un gitano con los ojos vidriosos, invitándole a estacionar a la derecha.
- No voy a aparcar aquí, de ninguna manera -le dice a su esposa-. No para darle un euro a un tipejo que se va a marchar antes que nosotros.
Ella se muerde los labios, porque todas las veces es la misma historia. Los niños preguntan con impaciencia cuanto falta. La abuela quiere ir al baño, ya se sabe, incontinencia.
- Aparca ya, por el amor de Dios. No te vas a librar de los gorrillas por más que lo intentes.
El padre gira y vuelve a girar, yendo al acecho del sitio perfecto. Ese no es el que tiene más sombra, ni el más cercano al restaurante: simplemente busca un lugar lejos de gorrillas.
- Ahí hay uno -dice sintiendo cierto triunfo. Apura la velocidad para que nadie se lo quite y aparca. No hay ningún gorrilla cerca.- Salid rápido, ¡venga!
Padre y madre salen. Abren los asientos para que salgan los hijos y la abuela. Antes de diez segundos, todos están fuera y el coche cerrado con llave. Ya se marchan cuando viene un crío corriendo, vestido con una camiseta sucia, pantalones cortos color naranja y pies decalzos. No dice nada: simplemente extiende la mano, esperando la propina.
Madre mira al padre con preocupación. Es solo un niño, pero a veinte metros dos gitanos adultos les miran amenazantes. A padre no le queda más remedio que buscar algo de calderilla en el bolsillo y le entrega cincuenta céntimos. El niño no se va. Madre apresura:
- Dale un poco más, anda.
Padre, enfadado con el mundo, busca otra moneda idéntica. Se la da al pequeño y este se marcha corriendo, como si nada. La familia deja el coche sin fijarse cómo el niño se la entrega a su tío, el cuál la arroja al interior de la riñonera. Hace un pequeño clic clic al chocar contra las otras monedas. Cruzando la calle la abuela piensa en voz alta:
- Hace años también te obligaban a darles dinero, pero al menos cumplían con su trabajo. Les dabas dinero para que vigilasen el coche de ellos mismos y ahí se quedaban hasta que volvías. Pero ahora... se marchan antes que tú, y sin cruzar palabra.
- ¿Y qué ha hecho la alcaldesa con todo esto? -dice la madre, resignada a la escena que viven semana tras semana-. Mucha competición de vela, pero esta gente sigue extorsionándonos cada vez que venimos.
- Pues Dios sabrá de qué ha servido la Copa América -concluye el padre-. Pero estos ladrones no se han ido: si les das dinero, apoyas el negocio de la droga. Si no les das, olvídate de ver tu coche entero al volver.
- Y vivimos en un país moderno... -dice el hijo pequeño, pero nadie le escucha.
- Ya sabes -le dice el otro, un año mayor-: Extorsión en la Malvarrosa.
La familia, resignada, entra el el bareto La Trompeta. Allá donde nadie le ve un gitano lleva el recuento del día. A mayor gloria del mar, mayor gloria para su bolsillo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

ahora sabemos porque tanto odio a la copa america..de tus padres no?

bueno nada mas adios

C. (@el_croni) dijo...

yo no odio la copa américa :S escribo esto para describir los constrastes que sigue teniendo la ciudad - ahora más que nunca.

Paula dijo...

Hola.
Me pasó algo raro con tu historia. No entendía por qué la copa América se jugaba en Valencia... Bueno, ya descubrí por qué. No era la "Copa América" que yo pensaba.

Acá en Chile igual pasa eso de la gente que cuida los autos, pero nunca les das monedas cuando llegas, sino cuando te vas, por lo tanto tienen que quedarse cuidando necesariamente si quieren que les des dinero. Además, si llegas y eres tacaños y no quieres darles, siemplemente no lo haces. Pero a mi me da pena así que siempre les doy.

Un abrazo.

(www.fotolog.com/paulita_flaki)

Richardmuggle dijo...

En mi país veo siempre eso, claro que todavía existe gente que necesita de verdad. Una vez una anciana tocó la puerta de mi casa pidiendo limosna; yo le dije que no tenía dinero en ese momento pero le regalé fruta y se molestó diciendo que ella quería limosna ¡lo que hay que ver!
En fin ¿se puede hacer algo?? creo que no , nunca se podría decir con ceteza quién de veras lo merece y quién no

Anónimo dijo...

Eso pasa tambien en Huelva, y aseguraria al decir que pasa tambien en toda España. No estamos obligados a darle dinero, pero si no lo hacemos... podemos despedirnos del coche e incluso de nosotros mismos.
Los ayuntamientos deberian hacer algo al respecto. Es un problemaa grave que se debe resolver Ya!

Anónimo dijo...

primer no has dicho cuanto les ha costado la paella tras la copa america por que una coca-cola te cuesta ya 4'50€, una tapa de tellinas 6 € y ais suma y sigue.
segundo si solo hubiera gorrillas en el Cabañal y en la Malvarrosa y lo peor de todo es que el Ayuntamiento no hace para rehabilitar los barrios ni deja que los vecinos hagan, no se si es peor que se recalifiquen terrenos o presionar a la gente para que abandone sus casa para llevar a cabo un proyecto inviable

Anónimo dijo...

También pasa en Buenos Aires, pero lo que mas me rompe las pelotas es ver a esos chicos. Mta, que nadie los protege!!! En el subte a veces te encontras con chicos que no llegan a los 4 años SOLOS, a las diez de la noche y me da una impotencia y mucha bronca y culpa, porque lo mas que puedo hacer es regalarle algun chocolate que me compre de golosa. ¿Dónde queda la infancia de esos chicos? Cuando yo tenia 4 años mi mayor preocupacion era que mi hermana no se levante a la madrugrada para pedir leche "caliento" (tibia). Una putada

Anónimo dijo...

Otra cosa, que nada que ver...
¡¿¡La copa America en Valencia?!?!
¿La de futbol?
Me huele a estrategia para quedarse con el Che, pero ya sabes... el CHE es ARGENTO!!!!

Anónimo dijo...

Aunq hace ya un tiempo que no posteo, esta realidad me toca. Como nuevo habitante de la hermosa ciudad de Valencia, He visto y sobre todo oido de los gitanos, como inmigrante sentia repudio hacia cualquier tipo de prejuicio, pero va uno a ver y si, son los únicos que me han pedido limosna....pero no la piden de cualquier forma, se aseguran de intimidarte, q es esto, si está pidiendo algo lo mínimo que puede hacer es hacerlo de buena manera, xq en colombia x pobreza q haya normalmente la limosna la piden de la mejor forma q pueden (considerando la situación). No está bn hablar mal de los gitanos, pero ellos hacen el trabajo sencillo.

Nazaret dijo...

Me acabo de dar cuenta de que he tenido este blog olvidado durante... ¿días? Ay ama... mal augurio.

Penny, no es la copa américa de futbol, es la de Vela. Por supuesto, el ché es argentino, ya lo sabes :P

Y sobre la historia, creo que por estos lares no ocurre. En la playa directamente nos plantan OTA, con lo cual, hay que pagar por horas. Un día el coche aparcado en la playa creo que sale como 6 u 8 euros. Así que, visto así, también me parece que los ayuntamientos roban un poquirriquitín, ¿no? Cierto es que no es para fomentar negocios ilegales, pero madre mía... el que se tire todo el verano en la playa, tiene que terminar con agujeros en los bolsillos.

Anónimo dijo...

Y digo yo, con nuestro maravilloso sistema de metro, ¿a qué ciudadano de Valencia capital se le ocurre ir en coche? Larga vida al transporte público. Un beso,

Cristina