Ex Libris miércoles, 22 de julio de 2009 Tweet

Que sepáis mi nombre tiene sus ventajas. Ahora puedo hablar de ex libris, cosa que no podía hacer antes, y es que el mío lo tengo estampado en un buen puñado de libros. Para quien no lo sepa, el ex libris es un sello (de caucho, aunque también está la versión cutre-patatoide) personalizado que se estampa en los libros de propiedad. Ex Libros viene a significar «Entre los libros de ___», vamos, que es parte de una biblioteca personal. Y cuando tienes una casa con libros a rebosar, nunca está de más tener claro cuáles son los tuyos, sobre todo porque el día de mañana, quién sabe, puedes irte a vivir a otro lugar y llevártelos contigo. No digo que me vaya a ir a otra ciudad. Pero nunca se sabe.

El ex libris puede ser de mil maneras. Puede no tener dibujo, puede tenerlo. Puede ser un escudo, un árbol, un animal. Puede ser cualquier animal de la fauna de la Tierra. Y el mío, naturalmente, es un elefante. Un elefante sin la tropa hacia arriba, que no soy yo un chico de supersticiones. El color tampoco es casualidad: todo el mundo sabe que soy un rojo reprimido.

Estampar el sello en los libros recién adquiridos es una especie de ritual. Primera, segunda y tercera página, siempre. En la universidad también los marcaba en el lomo, claro que esa era la época en la que todavía creía que merecía la pena gastarse dinero en libros de la universidad. La gente que lo ve se piensa que debe costar una fortuna, pero los ex libris cuestan cuatro duros. Vas a una tienda de grabados, les das el dibujo y el texto, y te lo tienen hecho a los pocos días. Encima a mí casi me lo regalaron, porque lo encargué cuando todavía estaba en el colegio y les chocó tanto que alguien tan joven quisiese un ex libris, que sólo me cobraron los euros que llevaba en ese momento en el bolsillo. Este recurso también me sirvió otra vez para conseguir una trufa gratis en la mejor trufería (de chocolate) de la ciudad, pero no quiero desviarme del tema.

Quería mostraros un libro exlibrisado en vivo, pero justo he escaneado uno que ¡caray! debe ser el único que no tiene (al menos en esa entradilla). Tiene su razón: es la de la firma de J.K. Rowling. La pegativa, antes de que alguien pregunte, es un certificado de autenticidad. Que sí, que se podría haber currado más la firma para convertirla en una dedicatoria completa, pero era el día del lanzamiento, todavía tenía que firmar 1.600 libros después de mí, y teniendo en cuenta que yo estaba ahí de estrangis tampoco era plan de exigir.